Erasmo Aragón sufre un abrupto cambio de vida al quedarse sin trabajo tras ser falsamente acusado de abuso sexual. La tensión que este incidente genera lo lleva a enterrar sus recuerdos. Sometido por los ansiolíticos, deja atrás la persona desinhibida que fue y se transforma en un ser torturado por la paranoia y en permanente estado de alerta. Durante el redescubrimiento de sí mismo conocerá a Joselin, enfermera que trabaja en la clínica psiquiátrica que sigue su tratamiento y a quien se aferrará como a un clavo ardiendo. Para cortar cualquier conexión con su pasado, Erasmo inicia junto a ella, en Suecia, una nueva vida que se verá sepultada por un alud de insatisfacción y dependencia.
La inspectora Leonore Asker, al mando de la peculiar Unidad de Casos Perdidos, recibe una llamada del todo inesperada: su padre, con quien no tiene contacto desde hace más de quince años, necesita su ayuda, ya que se ha hallado un cuerpo en su finca y la policía sospecha que él ha sido el asesino.
Mientras, Martin Hill se muda a una finca apartada para escribir una biografía sobre el empresario Gunnar Irving, intrigado por el hecho de que la legendaria propiedad contiene una isla privada con un observatorio astronómico abandonado. Pronto, Hill descubre que la zona tiene más historias que ofrecer: luces misteriosas y cuerpos mutilados. Mientras Asker y Hill intentan encontrar respuestas, un temible asesino en serie, el hombre de cristal, surge de las profundidades de la oscuridad de las que nadie regresa jamás.
La portada puede variar. Nada hay más atroz que el sinsentido. El sentido integra y articula nuestra vida. Un sufrimiento extremo no es insoportable solo porque duele, sino, sobre todo, porque es absurdo. Si pudiera ser investido de sentido, se transformaría en crecimiento, libertad interior y engrandecimiento. Esta edición especial de «El hombre en busca de sentido» reúne, por primera vez en exclusiva, «Un psicólogo en un campo de concentración», el conmovedor relato de Viktor Frankl sobre su experiencia como prisionero en los campos de concentración en la Alemania nazi, y «Sincronización en Birkenwald», las dos obras escritas justo después de haber sido liberado. Ambos textos uno, narrado en primera persona y el otro, dramático describen una existencia desnuda, desprovista de absolutamente todo, salvo de la existencia misma. A pesar de los padecimientos y de la monstruosa brutalidad sufridos, Frankl pudo reconocer que, pese a todo, la vida es digna de ser vivida y que la libertad interior y la dignidad humana son indestructibles.
Hace más de 4.000 años, los babilonios descubrieron ya las leyes universales de la prosperidad. No obstante, la mayoría de las personas viven sin conocer las claves de la riqueza y, por lo tanto, de la posibilidad de cumplir todos sus sueños y anhelos.
El hombre que inventó Manhattan se llamaba en realidad Gerald Ulsrak, estaba casado y tenía dos hijas. O quizá sólo una. Había nacido en un pequeño pueblo en las montañas de Rumania y siempre había soñado con un sitio mejor, Manhattan, y un nombre distinto, Charlie. Trabajaba en el mantenimiento de un bloque de apartamentos y se repetía noche tras noche como un mantra que el siguiente sería un buen día. La mañana de Año Nuevo de 2002 amaneció colgado de una viga del techo.
Su suicidio pone en marcha la recreación por parte del narrador un inquilino del inmueble de un mundo en el que se mezclan la realidad y la ficción. A través de historias cortas, agudas como flechas, marcadas por los juegos de identidades, el humor irónico y unos personajes inolvidables, se erige una ciudad mítica: un Manhattan personal, exacto y al tiempo imaginado, teñido por toda la literatura y el cine que reflejan la ciudad de Nueva York.
El 30 de abril de 1943 un pescador de Punta Umbría encontró flotando en el mar el cadáver de un oficial británico, el comandante William Martin, con un maletín encadenado a su cuerpo. Antes de devolverlo a los británicos, las autoridades españolas transcribieron los papeles que contenía el maletín, incluyendo los planes para un desembarco en Grecia, y los hicieron llegar al gobierno alemán, que se preparó para organizar su defensa. Pero donde los aliados desembarcaron, tres meses después, fue en Sicilia. William Martin no había existido nunca y los papeles de su maletín estaban destinados a engañar a los alemanes.
El gobierno británico no permitió nunca contar la auténtica historia de esta operación, por temor a la reacción española; pero Ben Macintyre, el autor de Zigzag, ha accedido a los documentos originales y nos cuenta por fin toda la verdad acerca de una de las historias de espías más fascinantes de la Segunda Guerra Mundial, incluyendo la evidencia de la complicidad de los militares españoles con los nazis.