Es una calurosa noche de julio en Madrid cuando dos hombres son destripados y lanzados al vacío desde un puente de la M30 en lo que parece un siniestro ajuste de cuentas entre clanes. Sus vísceras aterrizan sobre un descapotable que termina hundiéndose en el Manzanares con sus ocupantes, tres chicas que volvían de fiesta. Una de ellas fallece en el acto: es la hija pequeña del comisario, quien exige a sus agentes respuestas rápidas y poco ruido en los medios. Se trata de una orden casi imposible de cumplir por el subinspector Jotadé Cortés, el único policía gitano de su comisaría y un irreverente sin remedio que aborrece las jerarquías y acostumbra a saltarse las normas. Pero todos saben que también posee una intuición por encima de la media y que fue el hombre de confianza de la inspectora Indira Ramos en su último caso. Leal a sus compañeros y respetado en la calle, Jotadé se encontrará en una encrucijada que le obligará a volver a un pasado incómodo y a hacer lo imposible para proteger lo más importante de su vida.
Tokio, verano de 1947. Suspendidas sus actividades durante la Segunda Guerra Mundial, la influyente Sociedad de Tatuajes de Edo, dedicada al antiguo arte japonés del tatuaje de cuerpo entero, vuelve a recuperar sus celebraciones con un gran concurso que premie la mejor obra plasmada en la piel. Entre los participantes, mayoritariamente hombres, se encuentra la bella y rebelde Kinue Nomura, hija de un afamado artista del tatuaje, que es recibida con una ferviente ovación al mostrar la figura de una gigantesca serpiente de tinta. Relacionada con destacados miembros de la mafia local, Kinue desaparece de forma misteriosa después del evento y es hallada días más tarde descuartizada en el baño de su casa con la puerta cerrada por dentro. Aunque un vecino afirma que nadie ha entrado ni salido del apartamento, tampoco queda rastro del impresionante y codiciado dibujo en el torso de la joven. Mientras el inspector jefe Daiyu Matsushita, del Departamento Metropolitano de Policía, y su hermano Kenzo, forense que conocía y amaba a la víctima, se hacen cargo de las pesquisas, una retahíla de crímenes similares en el entorno familiar de Kinue viene a enturbiar la solución del caso.
Stella es una niña muy inteligente y sensible, precoz para su edad, pero de un tiempo a esta parte su conducta ha cambiado y Charlotte, su madre, está muy preocupada. Su comportamiento imprevisible y que en ocasiones puede llegar a ser antisocial, ha desaparecido. Stella se ha convertido en una criatura dócil y complaciente, y hasta parece haber sufrido un retroceso en su aprendizaje. Una actitud que recuerda cada día más a la personalidad de Blanka, su antigua niñera, fallecida recientemente.
Charlotte, embarazada de su segundo hijo, no se siente bien y está convencida de que, de algún modo, Blanka es la responsable de la transformación de su hija. Pero, ¿cómo es posible que la niñera siga formando parte de sus vidas? Charlotte está obsesionada y no duda de que solo ella puede salvar a su hija, incluso cuando su marido tiene claro que todo está en su cabeza.