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GLORIA PASAJERA

El evangelio es como un hombre que sale a vender seguros. Cada día sale con sus sueños, conoce personas, le habla de su producto, de como necesita un seguro y de que afiliándose a la compañía puede recibir beneficios y tener un futuro mejor. El vendedor, le habla de su experiencia y de como su producto puede cambiarle su vida, así como lo hizo con él. Así es el cristiano que sale cada día con su corazón lleno de amor a compartir y cumplir el mandato: ‘‘Id por todo el mundo y compartir el evangelio’’. Al hablar a todos de su fe, de como Jesús lo perdonó y lo salvó; de sus riquezas en gloria y de que un día volverá por los suyos. Llama a que se arrepientan y le acepten como su salvador. No importa que el mundo te desprecie, Dios te ha prometido que estará contigo todos los días hasta el fin del mundo. ¡Comparte el evangelio! ¡Cristo viene!
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YO SOY JESUS (OF2)

Desde hace veinte siglos se especula sobre los años oscuros de Jesús, aquellos que la Biblia no cuenta, desde su adolescencia hasta sus treinta años. Muchas veces esas hipótesis responden a una limitada perspectiva teológica: un Jesús embellecido por un destino que ya conocemos, ser el hijo de Dios. Pero ¿y si todo fuera a la vez más complejo y hermoso, más humano? ¿Y si el vía crucis de Jesús, como el de cualquier vida atenazada por el dolor, la desesperación y el abandono, hubiera comenzado mucho antes? Con una prosa soberbia, precisa y agria, y una imaginación profundamente emotiva, Giosuè Calaciura escribe la probable novela de formación de un antihéroe que a veces es un mendigo que alcanza la libertad a través de la desposesión, a veces un bufón y un cínico, el hijo abandonado por su padre, un Jesús enamoradizo que se prenda de las mujeres fuertes, de las repudiadas. A ratos evangelio apócrifo, a ratos leyenda mitológica y cuento de hadas, la novela nos presenta a un Jesús unamuniano, nietzscheano, algo nihilista, escéptico, incluso ateo; un Jesús que no pone la otra mejilla, que no sabe hacer milagros, que no cura las heridas y que recuerda a Telémaco, pero también a su padre, Odiseo, a Edipo y, cómo no, a Pinocho. Como en un eco mágico y solemne, los personajes de Yo soy Jesús son a la vez leyenda y desconocidos, nuevos y más vivos: María, el Bautista, Barrabás, Judas, Ana. En efecto, Calaciura trabaja como pocos allí donde historia e imaginación se unen para alumbrar una altísima literatura que devuelve el mensaje subversivo, y demasiado humano, de quien, lejos de ser Dios hecho hombre, fue un hombre vulnerable a quien se convirtió en Dios.
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