«En el principio existía el verbo». Esta frase, con la que comienza el Evangelio según San Juan, es clave en las enseñanzas de la Iglesia cristiana y ha sido determinante para el arte, la literatura y el lenguaje occidentales.
Sin embargo, en los años posteriores a la muerte de Cristo no hubo ni una sola palabra, ni consenso alguno sobre quién era Jesús o por qué había sido importante. Hubo muchos Jesuses diferentes, entre ellos uno agresivo que despreciaba a sus padres y paralizaba a quienes se le oponían, otro que vendió a su gemelo como esclavo y alguno más que hizo crucificar a alguien en su lugar.
¿Por qué sabemos tan poco acerca de estas primeras versiones de Jesús? Porque, a partir del siglo IV d.C., la forma ortodoxa de cristianismo que se había vuelto preeminente se dedicó a eliminar sistemáticamente cualquier otra variación, denunciando sus evangelios como apócrifos y a sus seguidores como herejes. Estos desafortunados cristianos perdieron sus derechos, sus propiedades, sus iglesias y, no pocas veces, incluso sus vidas. En Herejía, Catherine Nixey recupera esas extraordinarias historias de contingencia, azar y pluralidad.
La confianza es el oxígeno de todas las relaciones humanas. Pero también es lo que te hace tropezar después de haberte quemado. Puede que un amigo te decepcione constantemente. Un líder o una organización que respetas resulta ser diferente de lo que aparenta. Tu cónyuge te engaña. Un familiar te traiciona. Estás agotado por las decisiones de los demás y empiezas a cuestionarte tu propio discernimiento. Y te preguntas: "Si Dios permite que esto ocurra, ¿se puede confiar en Él?”.
En esta edición de la ficticia colección de cartas de C. S. Lewis, el venerado autor reflexiona sobre la naturaleza de la oración: qué es, cómo funciona y cómo debe practicarse. La oración es un don puro, un gran regalo de Dios. Así lo entiende también Lewis. Con su brillantez habitual, el autor utiliza su correspondencia con otro intelectual para arrojar luz sobre cuestiones como:
¿Cuál es el valor de la oración?
¿Es la oración un soliloquio que nadie escucha?
¿Qué ocurre realmente cuando oramos?