-El famoso lingüista e intelectual estadounidense denuncia en esta obra las terribles consecuencias de la política imperialista de su país.Un estudio sobre la estrategia de EE. UU. para instaurar su hegemonía a nivel mundial, utilizando cualquier medio y sin que importe el coste. El famoso lingüista e intelectual estadounidense Noam Chomsky señala en esta obra las terribles consecuencias que puede tener la política imperialista de su país. Chomsky expone, con la aplastante lógica que le caracteriza, cómo las manifestaciones de los políticos estadounidenses sobre el control global #desde el unilateralismo hasta el terrorismo de Estado y la militarización del espacio- se han apuntado al carro de una hegemonía que, en última instancia, amenaza la supervivencia del resto del planeta.
La doctrina del shock es la historia no oficial del libre mercado. Desde Chile hasta Rusia, desde Sudáfrica hasta Canadá la implantación del libre mercado responde a un programa de ingeniería social y económica que Naomi Klein identifica como «capitalismo del desastre».Tras una investigación de cuatro años, Klein explora el mito según el cual el mercado libre y global triunfó democráticamente, y que el capitalismo sin restricciones va de la mano de la democracia. Por el contrario, Klein sostiene que ese capitalismo utiliza constantemente la violencia, el choque, y pone al descubierto los hilos que mueven las marionetas tras los acontecimientos más críticos de las últimas cuatro décadas.Klein demuestra que el capitalismo emplea constantemente la violencia, el terrorismo contra el individuo y la sociedad. Lejos de ser el camino hacia la libertad, se aprovecha de las crisis para introducir impopulares medidas de choque económico, a menudo acompañadas de otras forma de shock no tan metafóricas: el golpe de la prra de los policías, las torturas con electroshocks o la picana en las celdas de las cárceles.En este relato apasionante, narrado con pulso firme, Klein repasa la historia mundial reciente (de la dictadura de Pinochet a la reconstrucción de Beirut; del Katrina al tsunami; del 11-S al 11-M, para dar la palabra a un único protagonista: las diezmadas poblaciones civiles sometidas a la voracidad despiadada de los nuevos dueños del mundo, el conglomerado industrial, comercial y gubernamental para quien los desastres, las guerras y la inseguridad del ciudadano son el siniestro combustible de la economía del shock.
A diferencia de lo que sucede en el sector privado con ánimo de lucro, no siempre es fácil medir cuál es el desempeño social de los proyectos llevados a cabo por organizaciones no gubernamentales, emprendedores sociales, organismos de asistencia social o fundaciones filantrópicas. ¿Qué impacto tiene una inversión cuando su objetivo es combatir la pobreza, mitigar el cambio climático o promover los derechos humanos? ¿Cómo puede medirse? ¿De qué manera se pueden rendir cuentas por los resultados?
Midiendo el cambio social aborda estos dilemas fundamentales que encaran los líderes y los inversores de este sector en pleno crecimiento, con millones de organizaciones sin ánimo de lucro que invierten miles de millones, y en el que las nuevas generaciones de filántropos e inversores no sólo quieren destinar dinero a una causa noble, sino también medir su impacto.
Traducida al español por primera vez, La fuga de Siberia en un trineo de renos es la obra de un revolucionario impetuoso, sí, pero no tiene nada de alegato político o propaganda. Como protagonista de la Revolución de 1905, sofocada por el poder zarista, un Trotsky de 27 años es enjuiciado y deportado de por vida a Siberia. El destino final está situado sobre el Círculo Polar Ártico, a 1600 km de la estación de tren más cercana. En una de las postas del trayecto, el prisionero inicia la fuga a través de la estepa siberiana, territorio salvaje y extremo, con temperaturas por debajo de los -25ºC y poblaciones con costumbres, penurias y solidaridades que él no conoce. Este es el relato en primera persona de esas jornadas extenuantes, llenas de acechanzas. Temiendo cada minuto por su captura y confiando su vida y su libertad al imprevisible cochero Nikifor, que no para de beber, Trotsky se convierte, acaso contra su voluntad, en un viajero. Transita por la tundra, se fascina con los renos, pasa las noches junto al fuego como un siberiano nómade más, urde estrategias para no ser reconocido, toma notas mientras se asegura de tener a mano el revólver como último recurso para defenderse. Diario de viaje escrito sobre la marcha, agitado por el suspenso y la expectativa, La fuga de Siberia nos muestra la intimidad del joven Trotsky, y a un narrador literario en estado puro.
«Las culturas, todas las culturas, recientes o ancestrales, originarias o derivadas, inmaculadas o sincréticas, de ayer o anteayer, y también las de mañana, solo valen y merecen el reconocimiento en la medida que respeten, y a su vez reconozcan, los derechos individuales, los mismos que la democracia liberal, dicho sea de paso, cultiva más que cualquier otra forma alternativa de convivencia.»
En los últimos años una nueva concepción del mundo tensiona la convivencia en la esfera pública. Se trata de la política de la identidad. Esta tendencia, en que las personas en vez de esgrimir su condición de ciudadanos iguales proclaman su estatus de miembros pertenecientes a un grupo —sea el género, la etnia o la orientación sexual— para intervenir en la vida política, está afectando la totalidad de los asuntos humanos. El autor, quien ha observado con agudeza las tensiones del presente, rastrea en la literatura filosófica y política las contradicciones, los peligros y las virtudes de la identidad, tal vez el tema más importante de nuestro tiempo.
En tiempos de política virtual, ni los algoritmos más sofisticados pueden sustituir la vigencia de la política como arte, tragedia o fiasco. En la vida política hay intereses ―espurios o no―, pasión, cálculo, simulación. Así, puede tener la nobleza del ser humano aspirando al bien común o la condición rectilínea de poder por el poder, a costa de todo. Habitualmente, es ambas cosas a la vez y por eso es casi obligado practicarla u observarla con malicia. El escepticismo puede ser un antídoto contra la hipocresía política, como queda reflejado en las citas de Malicia en el país de la política, seleccionadas y presentadas por Valentí Puig. De Cicerón a Walter Lippmann, de Diego de Saavedra Fajardo a Manuel Azaña o de Benjamin Franklin a Charles de Gaulle, protagonistas y espectadores de la historia política han formulado los principios de la malicia política con una lucidez que sigue siendo tan actual como útil. Las breves lecciones compiladas en este libro también sirven de advertencia, aunque casi nunca se tengan en cuenta. Tal vez Alicia lo predijo ya en su país de las maravillas cuando dijo: «De nada sirve regresar al ayer, porque entonces era una persona diferente».