Si es evidente que el trabajo ya no es lo que fue, ¿cómo lo pensamos en pleno siglo XXI? ¿Podemos hacerlo sin caer en los lugares comunes de la tecnociencia, el teletrabajo o la inteligencia artificial? Este breve y poderoso libro demuestra que, para quebrar esas lógicas mercantilistas, es fundamental encarar una discusión política y filosófica alrededor de una pregunta inquietante:
¿cómo y por qué trabajar hoy?
Alain Supiot hace en estas páginas un llamado a dejar de pensar el trabajo como una actividad por la que se recibe un salario para poner en el centro de la cuestión a las personas y asegurarles una protección que no solo prevea la situación de desempleo, sino la formación permanente, las tareas de cuidado y el trabajo comunitario. Y lo hace sin postular el retorno a un mundo de pleno empleo que, a esta altura, se ha vuelto una utopía, sino en diálogo con el trabajo precarizado e informal que hoy nos es tan familiar.
Publicada con posterioridad al fallecimiento de Max Weber en 1920, "Economía y sociedad" está considerada una de sus obras más representativas. "Sociología del poder: los tipos de poder legítimo" -que corresponde al tercer capítulo de dicha obra- se ocupa de dos aspectos conceptuales que resultan fundamentales en el pensamiento weberiano y que han provocado una amplia polémica intelectual: la definición "sociológica" que el autor da a la noción de legitimidad, y el concepto de "Herrschaft", traducido normalmente, de forma errónea como "dominación" en vez de como "poder legítimo", por oposición al de "Macht" ("poder" como imposición, aun en contra de la voluntad del otro). Esta nueva edición de la obra, profundamente revisada, se ha llevado a cabo desde el texto fijado en las "Obras Completas" de Max Weber ("MW Gesamtausgabe") y realiza nuevas e interesantes aportaciones, especialmente por lo que hace al concepto de "democracia plebiscitaria", en su Estudio preliminar. Edición de Joaquín Abellán
A la muerte de Marx, el 14 de marzo de 1883, el marxismo no existía. Circulaba sin duda alguna mala copia del viejo Manifiesto comunista y se había reimpreso el primer volumen de El Capital. Había también una traducción francesa de ese primer tomo, además de diversos textos breves, folletos y panfletos: el análisis de la Comuna de 1871, el discurso en el Congreso de La Haya de la Internacional. ¿Cómo entonces se produjo esta identificación entre socialdemocracia y movimiento obrero? En este libro, Montserrat Galcerán realiza una investigación histórica sobre la formación del marxismo a partir de su portador, el movimiento obrero. La autora rastrea los principales acontecimientos en cuyas interpretaciones se fraguó esta doctrina: las discusiones y publicaciones de la época, las tomas de posición político-teórica del movimiento obrero y especialmente de su organización paradigmática, la socialdemocracia alemana de finales de siglo XIX. Bajo esta perspectiva, el marxismo aparece no tanto como la aplicación práctica de las tesis de Marx, que como una lectura e interpretación específica de las mismas en el marco de la socialdemocracia. El marxismo fue sencillamente una invención funcional a un contexto donde las expectativas revolucionarias del propio Marx habían dejado de operar.
La crónica definitiva de uno de los casos más mediáticos de la última década.
El crimen en el que se inspira la serie de Netflix El cuerpo en llamas.
En mayo de 2017, un cuerpo calcinado aparece junto al pantano de Foix, abandonado en el maletero de un coche al que han prendido fuego. Solo una prótesis de columna permite reconocer el cadáver: pertenece a Pedro Rodríguez, un agente de la Guardia Urbana de Barcelona suspendido de empleo y sueldo desde hacía meses tras propinarle una paliza a un motorista. Su vida, poco antes de la agresión, había dado un vuelco: acababa de separarse de su mujer para iniciar una relación con otra agente de la Guardia Urbana, Rosa Peral. Llevaban juntos desde entonces. Pero Rosa, cuando le comunican la noticia, apenas se inmuta. De hecho, se refugia de inmediato en un antiguo novio, Albert López, miembro también del mismo cuerpo de seguridad. Y empieza a sugerir que quizá su exmarido, Rubén, agente de los Mossos d’Esquadra, tiene algo que ver con la muerte de Pedro.
Lo que la investigación destapó a continuación —mentiras, encubrimientos, relaciones paralelas, episodios de violencia policial, pornovenganzas, manipulaciones y chapuceros intentos de desviar la atención— consternó a la opinión pública y dibujó como pieza central de esta tragedia a una mujer, Rosa Peral, que siempre lo quiso todo. Y que solía conseguirlo.
En 2016 sucedía algo impensable: Donald Trump se alzaba con la presidencia de Estados Unidos. El candidato del Partido Republicano llegaba al Despacho Oval gracias a un equipo de personajes sin escrúpulos que utilizaría el espionaje masivo, el potencial de las redes sociales y las cloacas de internet para convencer a un electorado golpeado por la crisis económica y la falta de expectativas.
Casi al mismo tiempo, un enigmático cibernauta que respondía al nombre en clave de «Q» comenzó a difundir la existencia de una gran conspiración orquestada por los demócratas para socavar los planes del nuevo líder. Entre los millares de seguidores de aquel «ciudadano anónimo» se dan la mano conspiracionistas de todo tipo, desde defensores del terraplanismo a negacionistas del coronavirus, de milicianos de extrema derecha a telepredicadores, agoreros y ex militares. Las proclamas de aquel «patriota en la sombra» y otros miembros de la «derecha alternativa», y las declaraciones de un Trump que no aceptó la derrota en las siguientes presidenciales, crearon un estado de crispación que desembocó en el asalto al Capitolio en enero de 2021. Un año después, Joe Biden no ha conseguido unir a los estadounidenses.
El fracaso de sus políticas ha fortalecido de nuevo a Trump: dos de cada tres votantes republicanos creen que le robaron las elecciones. Los «cibersoldados» de Q se cuentan por millares y están dispuestos a obtener el poder a cualquier precio. En estas páginas veremos cómo algunas teorías de la conspiración, las fake news y la historia alternativa fortalecen el discurso del odio, la polarización y la intolerancia, y pueden poner en peligro la supervivencia de la democracia.
Este documentado ensayo se propone definir el fascismo a través del estudio comparado de los diversos movimientos que han esgrimido ese nombre o que lo han recibido de sus adversarios. Stanley G. Payne establece los criterios que diferencian el fascismo tanto de la derecha autoritaria conservadora como de la extrema derecha. Los sistemas de Mussolini y Hitler, los regímenes de Franco y Salazar, la expansión mimética del fenómeno en diversas naciones europeas y la difusión de sus rasgos doctrinales en otros lugares del planeta suministran un rico material empírico para la síntesis. En su búsqueda de una tipología del «fascismo genérico», Payne rechaza las explicaciones monocausales, subraya la complejidad del este movimiento y apunta los rasgos comunes ideológicos, políticos y retóricos de una manifestación peculiarmente europea e históricamente enmarcada en el periodo de entreguerras.