Paisajes de interacciones estético-artísticas en proyección de futuro constituye el subtítulo de este libro colectivo que viene, precisamente, a destacar no solo como palabras-clave sino como ideas-concepto fundamentales el paisaje y su concepción estética que se relanza hacia el futuro en el marco de las ciudades ante la época de las post-utopías. La estructura del monográfico se compone de tres partes articuladoras que en total, contienen ocho capítulos gracias a las aportaciones muy generosas de otros/as tantos/as autores/as, con propuestas que derivan claramente de las experiencias y trayectorias investigadoras que poseen, tratándose de trabajos de carácter más puntual o prolongado pero que en todo caso, sus valores de originalidad e innovación les han hecho merecedores de integrar los ejes temáticos del volumen.
Las páginas de Ciudades-(post)-utópicas, recogen y acogen contribuciones seleccionadas y contrastadas, enfocadas desde las disciplinas de la arquitectura, la historia, las artes plásticas, el urbanismo, la sociología y la antropología; distribuidas sobre la base de los imaginarios urbanos, los territorios simbólico-signitivos así como las quimeras y ficciones de urbes insólitas. Un estudio introductorio y ensayístico además de un epílogo reflexivo que combina texto y dibujos como imagen gráfica-artística, ofrecen la apertura y el colofón de la edición.
Albert Marquès nos muestra la realidad del sistema penitenciario estadounidense a través de la historia de Keith Lamar, un afroamericano en el corredor de la muerte.
A lo largo de más de treinta años aislado en una diminuta celda del corredor de la muerte de una prisión de Ohio, Keith LaMar ha logrado mantenerse cuerdo escuchando jazz e intentando entender por qué la justicia estadounidense lo eligió a él. Acusado sin pruebas materiales y después de que los fiscales ocultaran testimonios que le exoneraban, un tribunal formado exclusivamente por blancos le condenó a la pena capital por cinco asesinatos ocurridos durante un motín carcelario en Lucasville, en 1993. Desde entonces, ha luchado por demostrar que es inocente y por recordar que es un ser humano.
En mitad de la pandemia del covid-19 y el movimiento Black Lives Matter, Albert Marquès, pianista de jazz de Granollers residente en Nueva York, conoció su historia y, tras meses de amistad y colaboración, crearon juntos el disco Freedom first, al que ha seguido una serie de conciertos en América y Europa en los que el propio LaMar interviene por vía telefónica recitando sus escritos.
A partir del caso de LaMar, El jazz en el corredor de la muerte analiza el racismo inherente en la justicia estadounidense, el multimillonario negocio de la privatización de las prisiones y la lucha por seguir mentalmente sano dentro de un sistema penitenciario diseñado para el castigo. Pero, sobre todo, este libro habla de aferrarse a la verdad y a la vida en condiciones extremas, de la fuerza del jazz para unir a los seres humanos y del poder de la música para superar la adversidad.
En este libro, Noam Chomsky expone las causas de la invasión de Ucrania iniciada por Rusia en febrero de 2022, partiendo de dos premisas fundamentales: por un lado, estamos ante «un grave crimen de guerra por el que hay que buscar explicaciones, pero que no tiene ni justificaciones ni atenuantes»; por el otro, estamos asistiendo a un movimiento expansivo de la OTAN hacia el este, que merece ser destacado y analizado. A lo largo de ocho entrevistas que citan documentos confidenciales y explican las dinámicas más complejas de las relaciones entre Rusia, Estados Unidos, la Alianza Atlántica, la UE y China, Chomsky ofrece al lector lo que los medios de comunicación raramente logran proporcionar: la posibilidad de comprender las razones más profundas del conflicto y lo que en ello está en juego, reflexionando a la vez sobre las consecuencias y las reacciones a nivel económico, político y militar en el resto del mundo.
¡Libertad o muerte! Dilema falaz, replica Pierre Grimal: la verdadera libertad solo se cumple plenamente con la muerte. ¿De dónde proviene, entonces, ese mito de la libertad, que conlleva tantas esperanzas portadoras de carnicerías? Pierre Grimal describe su origen y aparición, desde la primera definición negativa (ser libre era lo mismo que no ser esclavo) hasta llegar a su acepción metafísica (la libertad de conciencia y de ser), pasando por su ambigua transformación política (la libertad cívica).
Al analizar las estructuras peculiares de las sociedades griega y romana, Pierre Grimal reconstruye la auténtica historia de la libertad. Denuncia así la «desvergonzada impostura» de la presunta libertad ateniense y establece que únicamente Roma conoció un concepto de libertad que anticipase las ideas modernas del derecho individual, de la dignidad y la autonomía humanas.
Esta historia de la libertad muestra su recorrido sembrado de yerros trágicos o sublimes ―que recuerdan la trayectoria de un Ulises vagando en busca de sabiduría―, al término del cual aparece la plena significación de un concepto que, para unos, representa la más alta dignidad del hombre y, para otros, una superchería creada para desgracia de la sociedad.
En Hegemonía sexual, Christopher Chitty rastrea los quinientos años de historia de las relaciones sexuales capitalistas. Se trata, en este sentido, de una verdadera arqueología de la dinámica de clase burguesa por regular la homosexualidad, pero también de las formas de resistencia y lucha de clases en ese ámbito. Tras las huellas de la politización de la homosexualidad masculina en la Florencia del Renacimiento, en Ámsterdam, París y Londres entre los siglos XVII y XIX, así como en la ciudad de Nueva York durante el siglo XX, Chitty muestra cómo la sexualidad se convirtió en una dimensión crucial de la acumulación de capital, al igual que en una importante técnica de dominio burgués. Ya sea por medio del control de la sodomía masculina durante el gobierno de los Médici en Florencia, o de la reiterada acusación contra la aristocracia francesa de practicar una sexualidad monstruosa en la Revolución francesa, la burguesía usó tanto la restricción como la libertad sexual para producir y controlar a las clases trabajadoras, transformándolas en una herramienta de producción fiable, subordinada a la sociedad civil y al Estado. De este modo, al abordar la sexualidad como un campo de contienda social, esto es, como un espacio privilegiado de la lucha de clases, Chitty nos propone embarcarnos en una política que destruya la sexualidad como herramienta y efecto del poder.
Ha habido muchos ladrones de arte a lo largo de la historia, pero ninguno como Stéphane Breitwieser. Él nunca robó por dinero, sino que sustraía solo aquellas piezas cuya belleza lo embelesaba, y exponía esos tesoros en un par de habitaciones secretas de su casa, donde podía admirarlos a su antojo. Nuestro ladrón tenía, además de una gran sensibilidad artística, una habilidad innata para burlar casi cualquier sistema de seguridad, y consiguió perpetrar un número asombroso de robos a plena luz del día, sin armas ni amenazas, mientras su novia distraía a los guardias de seguridad. Pero ese talento iba unido a un creciente desprecio por el riesgo y una necesidad adictiva de fijarse nuevos retos, ignorando las súplicas de su novia para que dejara de hacerlo, hasta que un último acto de arrogancia acabó con todo.
A lo largo de casi ocho años, Breitwieser recorrió museos y catedrales de toda Europa, donde robó más de trescientos objetos —entre ellos cuadros de Pieter Brueghel el Joven, Antoine Watteau o François Boucher— y llegó a acumular más de 1.400 millones de dólares en piezas de coleccionismo de primer nivel. En El ladrón de arte, un auténtico rompecabezas con giros que resultan casi increíbles, Michael Finkel explora con brillantez la emoción de los golpes que llevó a Breitwieser a seguir adelante y narra de manera genial la historia de este ávido coleccionista para quien los museos no eran más que prisiones donde el arte se encontraba recluido.