Decir que lo que ocurre en la metrópoli de Occidente -es decir, Estados Unidos de América- acaba llegando en unos años, y en plazos cada vez más cortos, al resto de sus dominios se ha convertido, a fuerza de casos repetidos, en un axioma. El fenómeno de la "cancelación", del que ya se ha empezado a ver tentativas en Europa, es una manifestación que, en sus varias vertientes, ha cobrado vuelo en los últimos años al calor de "guerras culturales" y de la creciente polarización que se dan en EE.UU., y que, degenerando a veces de movimientos legítimos y apoyándose en unas premisas artificiales fundadas en la corrección política, amenaza no sólo con silenciar o eliminar muchos de los elementos que integran la historia de la cultura, sino, lo que es peor, acabar reescribiéndola. De Mark Twain a Philip Roth, de J. D. Salinger a Margaret Atwood, de Dostoyevski a Platón e incluso al mismísimo Homero, Costanza Rizzacasa d'Orsogna reconstruye la génesis y las razones de este terremoto cultural en el contexto histórico y político en el que se ha originado, a la vez que brinda un aviso a navegantes a este lado del Atlántico.
Cuando la mayoría de la gente piensa en las direcciones de las calles, si es que lo hace alguna vez, piensa en su capacidad para garantizar que el cartero pueda entregar el correo o que un viajero no se pierda. Pero las direcciones no se inventaron para ayudar a encontrar el camino, sino para encontrarte a ti. En muchas partes del mundo, tu dirección puede revelar tu raza y tu clase. En este extraordinario estudio, Deirdre Mask examina las calles que llevan el nombre de Martin Luther King, los medios de orientación de los antiguos romanos o cómo los nazis aún rondan por las calles de la Alemania moderna. La otra cara de la moneda de tener una dirección es no tener ninguna; así, también conoceremos lo que eso significa para millones de personas hoy en día, como aquellas que viven en los barrios bajos de Calcuta o en las calles de Londres. Repleto de personas e historias fascinantes, El callejero ilumina las complejas historias que se esconden detrás de los nombres de las calles, así como su poder para revelar u ocultar, decidir quién cuenta, quién no y por qué.
¿Qué es la cultura?, preguntó el ingenuo. Un jardín sin letrinas, respondió el ingenioso.
Gracias a esta visión beatífica de la cultura, hemos construido un mundo capitalista que exuda transparencia, empoderamiento, autenticidad y humanitarismo. Los lenguajes que utilizamos para hablar de nosotros mismos nos convierten en una suerte de ángeles de la democracia. Y ello sin que, al tiempo que nos concebimos culturalmente en un espejo tan favorecedor como el de la igualdad y la diversidad, dejemos de actuar como criaturas interesadas que trabajan, consumen y, en definitiva, practican los rituales del turbocapitalismo.
Esta tensión entre nuestras dos almas apenas es hoy un eco apagado que no levanta ninguna sospecha. Es como si cultura y capitalismo, enemigos históricos durante mucho tiempo, se hubiesen fusionado en el nirvana del culto al yo, se decline este en la mediocridad de los intereses o en la sublimidad de los sentimientos.
Frente a esta antropología un tanto pazguata, cabría insistir, con Bernard Mandeville, el deslumbrante autor de La fábula de las abejas, en que no podemos ser inocentes en sociedades prósperas. Es decir, que el idealismo moral, incluso el propio de democracias subyugadas por la religión de la cultura, el activismo sentimental y la prédica del empoderamiento, no halla cabida en unas rutinas y actividades sociales pautadas por los vicios privados que engrasa el capitalismo.
Luhmann enfatiza en el carácter relacional y comunicacional del poder, dirigido por un código que moviliza las relaciones entre las personas.
La teoría clásica considera el poder como un bien apropiable, que uno puede tener como un bien material y, en consecuencia, también perder. La posesión puede, entonces, acumularse y hacerse durar. Sin embargo, este uso metafórico no basta para analizar más profundamente este tema. La tan fácilmente asible categoría de posesión esconde lo que hay que saber justo en el punto donde la pregunta tendría que empezar, pues ¿qué condiciones sistémicas tendrían que cumplirse para que el poder pueda llegar a ser una posesión, para que sea administrado como tal, transferido como una cantidad constante, aumenta-do y disminuido, y defendido contra peligros específicos?
El poder es una manifestación del fenómeno más general de la influencia, es decir, una comunicación que se entiende como selección de las alternativas de A que implica una selección de las alternativas de B. Es una selección selectivamente condicionada.
La función del poder puede ser así reescrita como la generalización de la relevancia de rendimientos decisionales individuales. Para esto se requiere reflexividad, un proceso incremental por medio del cual el poder se aplica a sí mismo y crece en el sistema más allá del poder individual de cada uno. Entonces, ya no es poder que unos ganan y otros pierden, sino que es Poder en el sistema.
Estamos a las puertas de un cambio de ciclo político que no va a limitarse a un eventual cambio de gobiernos en el año electoral. España, como el resto de países, tendrá que afrontar en 2023 una serie de nuevos desafíos provocados, en gran parte, por unas transformaciones geopolíticas y geoeconómicas que están remodelando el orden mundial.
José María Beneyto y Rafael Pampillón reúnen en este volumen colectivo a una quincena de expertos del mundo de la academia, la política, la empresa y la sociedad civil para hacer un diagnóstico de los principales retos y problemas que permanecen sin resolver en España.
Desde la amenaza a la sostenibilidad del sistema de pensiones en el futuro a una educación estancada en la mediocridad, pasando por el declive demográfico, la lucha contra el cambio climático o el déficit de independencia de nuestro Poder Judicial.
Pero el libro no se limita a ofrecer un análisis teórico de la situación actual, sino que también recoge un amplio catálogo de propuestas regeneracionistas sobre las que edificar una auténtica alternativa al modelo político actual.
La alternativa no se deja en el tintero ninguna de las cuestiones candentes de la actualidad, y ofrece orientación para actuar ante los desafíos del empleo y el talento, la educación y la formación profesional, responder a las necesidades de las empresas en el nuevo ciclo, fortalecer los supervisores económicos independientes, mejorar la eficiencia del gasto público en España, conseguir la cuadratura del círculo fiscal (asumiendo rebajas impositivas y mejorando el Estado del bienestar al mismo tiempo), desarrollar una política turística consecuente, reforzar el papel de la sociedad civil y, en suma, renovar nuestra democracia.
Hoy en día, en los países occidentales estamos viviendo tanto la fragmentación del binarismo del género, es decir, la división del mundo social en dos géneros, como su persistencia. Los géneros múltiples, los pronombres y los baños neutros, las designaciones X y otras manifestaciones en favor de la supresión del género se están convirtiendo en algo común. Sin embargo, la estructura ambivalente del género, con sus normas y expectativas discriminatorias, persiste en nuestra sociedad y encubre la continuidad del poder y el privilegio de los hombres. Por ello, antes de acabar de eliminar el binarismo, es necesario seguir valorando los logros de las mujeres, especialmente las de los grupos más excluidos.