Solo con el compromiso se combate la actual cultura de la indecisión, que nos paraliza en un modo de navegación infinita.
El compromiso decidido y cívico puede ser una fuerza poderosa en la era actual de la inquietud y la indecisión.
Muchos hemos tenido la experiencia de navegar por Internet sin ver finalmente nada, hemos perdido el tiempo entre una avalancha de opciones en redes sociales, hasta quedar empachados.
Este libro, que nace de un discurso de graduación que se hizo viral, denuncia el empeño actual de muchos en mantener abiertas todas las opciones. Quedamos así atascados en el modo de navegación infinita, sin comprometernos con una sola pareja, saltando de un lugar a otro en busca de la luz que más brilla y negándonos a tomar cualquier decisión que cierre nuevas opciones.
Esta cultura de la inquietud y la indecisión origina tensión y parálisis, y se combate mediante el compromiso.
En esta nueva edición presentamos una versión cuidadosamente revisada y corregida de la primera traducción (de 1986) y restituimos el título original que Hirschman quiso dar a su obra. También recuperamos el prólogo "inédito en castellano" que Robert H. Frank escribió con motivo del vigésimo aniversario de la publicación del libro e incluimos uno nuevo para el público hispanohablante a cargo de Santiago Gerchunoff.
Comte concibió que las sociedades son sistemas organizados, cuyo un orden interno se corresponde con la etapa histórica que estas atraviesan. Así, el progreso para cada sistema organizado o sociedad lo determina ese orden y consistirá en adoptar los cambios que garanticen su reproducción y aquellos otros que aumenten su productividad y crecimiento. Además, supondrá reconducir las opiniones de los individuos y reprimir sus deseos para transformarlos en fuerza de trabajo productivo.
Manuel Martín Serrano, científico español de prestigio internacional, analiza en su Comte el conjunto de la obra del fundador de la sociología y muestra cómo en ella se anticipa tanto a la cibernética como al psicoanálisis. Con ello, el autor expone cómo Comte se adelantó más de dos siglos a los desarrollos actuales de ingeniería social, y cómo contribuyó a la deshumanización en las Ciencias Sociales.
Si algo hemos valorado este año han sido los parques, las terrazas y los demás lugares al aire libre donde podíamos reencontrarnos y celebrar. El espacio común es mucho más que el escenario en el que la vida se desarrolla. Influye en cómo desarrollamos nuestra actividad cotidiana y nuestras relaciones personales y se acaba adaptando a cada necesidad. Los arquitectos y diseñadores pueden contribuir a ello o hacer espacios hormigonados que prioricen el tránsito y la videovigilancia.
Considerado precursor del ecosocialismo y de las teorías del decrecimiento, el filósofo y periodista de la RDA Wolfgang Harich nadó a contracorriente del pensamiento oficial en los países del Este. Defendió desde el marxismo las tesis del Club de Roma sobre los límites del crecimiento, aunque su propuesta se basaba en plantear un comunismo decrecentista con un Estado fuerte, pues consideraba que la sociedad solo aceptaría restricciones al consumo de bienes mediante mecanismos coercitivos. Ambas corrientes tendieron a converger en las décadas posteriores, siendo la base del ecosocialismo –desde el ámbito más teórico al más activista– que ha llegado a nuestros días: interpretar el desarrollo del capitalismo como una Raubwirtschaft o economía de rapiña continuada y creciente para impulsar la acumulación de capital. Entendidos así, los movimientos sociales a menudo tienen un contenido ecológico al intentar resguardar los recursos naturales fuera de la economía mercantil, y colocarlos bajo control comunitario.
“El radiante mañana” prometido por Stalin —y antes anunciado por Lenin— era una brillante utopía que sirvió para esconder un totalitarismo represivo que trajo luego la estabilización de un poder dictatorial en manos de una casta privilegiada, la nomenklatura. La expansión a Asia, a través del maoísmo en China, o su proyección sucursalista en Europa con las democracias populares, tampoco aportaron una mejora sustancial en cuanto a la humanización del sistema. Desde el principio este descansó sobre su aparato represivo y no rehuyó la práctica del terror del Estado-KGB, hoy heredado por Vladimir Putin.
A pesar de ello, en el balance político de los “frentes populares” no puede ser borrada la lucha por la democracia. Una experiencia en la cual intervinieron la entrega casi religiosa y la disciplina de muchos militantes, hasta el heroísmo, como sucedió a lo largo del durísimo enfrentamiento con la dictadura franquista.