Un referente generacional. Un ensayo sobre cómo recuperar la esperanza en un futuro compartido.
En tiempos estancados, sin futuro, surge una apropiación reaccionaria de la nostalgia. No es ningún secreto: es lo que hemos vivido en los últimos años con el auge de la ultraderecha. Ante esta situación, la izquierda se encuentra en una encrucijada, atrapada entre el instinto de renegar de la nostalgia y la necesidad de soportarse en valores históricos. Quiere mirar hacia delante al mismo tiempo que se enfrenta a un presente marcado por la crisis ecológica y los deseos insatisfechos del liberalismo.
Motivada por el deseo de entender, pero también de actuar, la filósofa y analista política Elizabeth Duval indaga en las razones de dicho fenómeno y propone vías para desatascarlo. Frente a una política que se ha vuelto aséptica y a un pesimismo melancólico, Duval reivindica un posicionamiento feliz, centrado en los afectos, que nos permita reinterpretar nociones como patria o familia, combatir el aislamiento de los individuos y reforzar los lazos que nos unen.
A lo largo de la historia, el pasado ha sido utilizado —y (re)escrito— como arma política para justificar toda una serie de discursos ideológicos que manipulan y resignifican nuestros espacios: hablamos de las evidencias físicas, desde los monumentos conmemorativos hasta los vestigios que podemos rastrear en las ciudades a través de su arquitectura y urbanismo. Estos demuestran la existencia no solo de acontecimientos del pasado, sino de formas de pensar, valores que han desaparecido o movimientos sociales que dejaron su huella en el espacio público y que se filtran gota a gota en el presente.
Cuando nuestras ciudades se remodelan en base a fantasías sobre lo que ocurrió, cuando los monumentos mienten sobre quién merece nuestro reconocimiento, o cuando directamente se destruyen, el registro histórico está siendo adulterado. Del mismo modo, cuando se nos dice que ciertos estilos arquitectónicos son ajenos a nuestras ciudades, cuando las decisiones que se toman sobre nuestro entorno no tienen ningún tipo de fundamento histórico, o cuando se privatiza el espacio público, estamos siendo manipulados. ¿Qué nos queda si ya no podemos confiar en el mundo tangible que nos rodea para decirnos la verdad?
¿Qué son los mercados reproductivos?¿Es neutro la utilización de métodos de reproducción asistida?¿Qué hay detrás de la donación de óvulos?¿Cómo nos enfrentamos a resolver la problemática abierta en torno a la gestación por subrogación? En Mercado reproductivos: crisis, deseo y desigualdad se presentan todas estas preguntas y los debates y discusiones que pueden ayudarnos a resolverlas. Se plantea, además, la cuestión que está debajo de todas ellas ¿Qué más reproducimos cuando acudimos a la reproducción asistida? No encontraremos respuestas cerradas ni ausencia de matices en el texto de Sara Lafuente, por el contrario, nos adentraremos en el análisis exhaustivo de la situación actual de los mercados reproductivos, a las preguntas sobre cómo enfrentar la gestación por subrogación y a la invitación sobre los cuidados y los martenajes que queremos.
Después del éxito deWoke, Titania McGrath lleva su talento al ámbito de la no ficción infantil. Dirigido a activistas de entre seis meses y seis años de edad,Mi pequeño libro de activismo interseccional contribuirá a educar a una nueva generación progresista con sus explicaciones sobre la identidad de género, el cambio climático, cómo discutir con criptofascistas... y en una serie de originales y conmovedores capítulos, ejemplifica estos principios en una serie de grandes personalidades de la historia que son una fuente de inspiración: Meghan Markle, Hillary Clinton, Jack Dorsey, Linda Sarsour, Iósif Stalin...
Una obra reveladora en la que Shishkin cartografía, desde el amor y el desarraigo, la historia y la cultura de Rusia, un país contradictorio cuyo futuro solo puede predecirse a la luz del pasado. Desde la Rus de Kiev, pasando por el Ulus de Moscú, la época imperial, la Revolución y la Guerra Fría, hasta la actual Federación Rusa de treinta años, el novelista Mijaíl Shishkin, uno de los más lúcidos intelectuales rusos en el exilio, rastrea en Mi Rusia las raíces de la problemática de su patria: una nación que desde sus orígenes se abisma en un círculo de autodestrucción. Poniendo el foco sobre la incómoda relación entre el Estado y los ciudadanos, Shishkin dilucida la actitud rusa ante los derechos humanos y la democracia, y extrae la dolorosa conclusión de que en Rusia coexisten dos pueblos: los desilusionados e indiferentes que aceptan el dominio del más fuerte premiando a los dirigentes de mano de hierro y los que se resisten al poder opresivo y arbitrario intentando hacer frente al Gobierno.
A diferencia de lo que sucede en el sector privado con ánimo de lucro, no siempre es fácil medir cuál es el desempeño social de los proyectos llevados a cabo por organizaciones no gubernamentales, emprendedores sociales, organismos de asistencia social o fundaciones filantrópicas. ¿Qué impacto tiene una inversión cuando su objetivo es combatir la pobreza, mitigar el cambio climático o promover los derechos humanos? ¿Cómo puede medirse? ¿De qué manera se pueden rendir cuentas por los resultados?
Midiendo el cambio social aborda estos dilemas fundamentales que encaran los líderes y los inversores de este sector en pleno crecimiento, con millones de organizaciones sin ánimo de lucro que invierten miles de millones, y en el que las nuevas generaciones de filántropos e inversores no sólo quieren destinar dinero a una causa noble, sino también medir su impacto.