La sociedad democrática actual le debe la invención de su régimen político a la antigua Grecia. Sin embargo, sus orígenes y su evolución no pueden rastrearse de manera diáfana y sencilla. Por ello, para entender y reflexionar sobre la democracia en toda su amplitud, Paul Cartledge se remonta 2.500 años hasta la cuna de la civilización occidental y explica el nacimiento de este sistema político, cómo este se diversificó, con la coexistencia de diferentes modelos, y cómo llegó a su plenitud un siglo más tarde. Conocer sus características nos permite entender las razones por las que también las instituciones democráticas griegas declinaron a manos de los macedonios y, posteriormente, de los romanos hasta eclipsarse durante siglos. Este amplio recorrido por la Antigüedad permite a Cartledge establecer una comparación con el pensamiento democrático moderno, desarrollado a partir del siglo XVIII hasta llegar hasta hoy, para ver sus similitudes y diferencias.
En estos tiempos en los que la política se ha convertido en un espectáculo que se contempla desde la comodidad del sofá, cuando las tertulias y los tuits han reemplazado la lucha en las calles, surge la necesidad de hacer memoria y reflexionar críticamente sobre el estado de nuestra democracia.
A través de una mirada introspectiva y analítica, el antropólogo Javier Aroca nos propone un viaje por el tiempo desde una época en que la política se vivía intensamente, se discutía en asambleas y se asistía a mítines con fervor, hasta la actualidad, donde el poder de las élites alimenta la desinformación para menoscabar los pilares de la democracia.
Democracia en alerta es una invitación a abrir los ojos para entender cómo se ha desvirtuado la esencia de lo democrático, así como también un llamamiento al pueblo para que se levante del sofá y vuelva a vivir la política no como mero espectador, sino como protagonista activo.
Democracia para realistas arremete contra la romántica teoría vulgar en la que se asienta el pensamiento contemporáneo sobre política y gobierno democráticos, ofreciendo una provocadora visión alternativa centrada en la naturaleza humana de los ciudadanos democráticos. Gracias a una amplia variedad de pruebas procedentes de las ciencias sociales, incluidos ingeniosos e inéditos análisis sobre temas que abarcan desde el aborto y los déficits presupuestarios hasta la Gran Depresión y los ataques de tiburón, Christopher Achen y Larry Bartels desmienten la imagen generalizada de ciudadanos concienciados que dirigen el rumbo del Estado desde las urnas de votación. Argumentan que los votantes -incluso los mejor informados y más implicados- eligen partidos y candidatos en función sobre todo de sus identidades sociales y lealtades partidistas, no de cuestiones políticas. Además, demuestran que los electores ajustan sus opiniones políticas e incluso sus propias percepciones sobre asuntos objetivos para que se correspondan con dichas lealtades. Cuando los partidos están más o menos igualados, las elecciones a menudo dependen de consideraciones irrelevantes o engañosas, como repuntes económicos o recesiones que escapan al control de los gobernantes; en esencia, los resultados son aleatorios. Así pues, los electores no dirigen el rumbo de las políticas públicas, ni tan siquiera de forma indirecta.
Concebir la democracia deliberativa desde la participación y el control de la ciudadanía significa tomar en serio el ideal democrático de autogobierno. Este libro analiza críticamente las concepciones pluralistas profundas, epistocráticas y lotocráticas de la democracia, que proponen diversos atajos institucionales y justifica el camino largo de la deliberación entre los ciudadanos.
La democracia griega se ha transformado en un monumento, un arquetipo inmóvil, un modelo evanescente que puede ser colonizado por las «verdaderas» democracias, las modernas. Este libro nace de la necesidad de excavar en las profundidades de la historia monumental para dejar emerger un elemento reprimido durante siglos: la anarquía. Capas de esmerada historiografía y de tradición polvorienta la relegaron al olvido del archivo. Sin embargo, escrutada en su raíz, la democracia revela su vínculo indisoluble con la anarquía. Todos los adjetivos utilizados para evocar el conflicto ―democracia salvaje, indomable, insurgente, original― se ven desplazados por ese único adjetivo que, en lugar de definirla, remite a la indeterminación de fondo. La democracia es, en esencia, anárquica. En estrecho diálogo con Hannah Arendt, Claude Lefort, Cornelius Castoriadis, Reiner Schürmann o Miguel Abensour –pensadores de la democracia tras la deriva totalitaria–, Donatella Di Cesare saca a la luz una represión secular y abre una perspectiva de investigación sin precedentes sobre el nuevo anarquismo.
La controversia sobre las diferencias entre la democracia de los antiguos y la de los modernos y, en especial, a propósito de si es deseable la apropiación contemporánea de los modelos clásicos, perdurará entre nosotros mientras siga vivo el debate sobre cuál es el mejor gobierno.
Sin duda, en el surgimiento de esta cuestión fue decisivo el florecimiento renacentista de la filología clásica, reforzado más tarde por la incorporación de la historia a la nómina de las ciencias. Este libro asume el punto de partida analítico, desapasionado, neutral, que es consustancial a ambas disciplinas, y en este sentido está muy lejos de los acalorados partidismos que suscita con frecuencia la dicotomía entre lo antiguo y lo moderno.
La obra conjuga dos tipos netamente diferenciados de aproximación. Por un lado, se analizan distintos aspectos de la democracia antigua en su contexto histórico. Por otro lado, se estudian distintos casos del uso político y retórico que se hizo de las formas políticas de la Antigüedad durante la Modernidad.
Este libro advierte de que la historia de la contraposición entre antiguos y modernos es parte insoslayable de la controversia política desatada en los términos de B. Constant.