Durante siglos, los territorios bañados por el mar Adriático han sido punto de encuentro de un efervescente intercambio comercial y cultural. Allí se entrecruzan constantemente los caminos de Occidente y Oriente, conviven católicos, ortodoxos y musulmanes, y comparten mirada los universos latino y balcánico. Ahora, cuando el mapa geopolítico de Europa se ha desplazado hacia el sur, hacia un Mediterráneo fronterizo con África y el Oriente Próximo, la región adriática está a punto de alcanzar una nueva relevancia, no ya continental, sino global. Es una zona donde se viven en primer plano los nuevos populismos, las batallas energéticas, las crisis de los refugiados y el renovado poder de Rusia y China.
¿Qué implica replantearse la posibilidad de un mundo liberado del capitalismo? En el marco de una crisis del neoliberalismo, los nuevos movimientos sociales –excluidos, sin papeles, sin empleo, sin vivienda, migrantes, pueblos indígenas– proponen iniciativas desde abajo. Jérôme Baschet analiza en este libro las experimentaciones sociales y políticas de las comunidades zapatistas, en las que participa desde hace años, para imaginar nuevas formas de vida alejadas de la lógica del dinero.
No obstante, el modelo zapatista no es tomado como universal ni como gran relato de futuro, pues la crisis mundial no afecta a todos de la misma manera. Las mutaciones contemporáneas en el mundo del trabajo y en nuestra vida íntima, que nos obligan a nuevas formas de producción y consumo, han rediseñado nuestro presente. Sin embargo, pese a la abundancia de literatura crítica, no han madurado aún los proyectos de emancipación. No nos basta con la crítica: hemos de ser capaces de imaginar nuevos mundos posibles.
Conjugando proyección teórica y conocimiento directo de una de las experiencias de autonomía más reflexivas de las últimas décadas, Jérôme Baschet explora, en suma, vías alternativas para la elaboración práctica de nuevas formas de vida en el siglo XXI.
Si El valor de la atención, nos sumergía en las causas y consecuencias de vivir pegados al teléfono móvil, este nuevo libro aborda otra de las mayores obsesiones de la vida moderna: perder peso.
Cuando Johann Hari vio su foto como cliente del mes en el Kentucky Fried Chicken que había a la vuelta de la esquina, constató que tenía un problema grave con su alimentación, su peso y su salud. Fue en ese momento cuando acudió al médico y empezó a inyectarse Ozempic, el nuevo fármaco contra la obesidad que ha revolucionado el mundo de la sanidad y la industria farmacéutica. Algunas predicciones sugieren que, en pocos años, una cuarta parte de la población de Occidente recurrirá al mismo tratamiento. Para sus defensores, medicamentos como Ozempic prometen una verdadera cura, contrarrestando riesgos como la diabetes, el cáncer y la muerte prematura. Pero, ¿son realmente tan buenos como parecen?
Este es el primer libro que revela cómo, en la actualidad, ya hay profesionales de distintos sectores que están empezando a colaborar incorporando en su trabajo y en sus vidas la aceptación de un colapso social probable o inminente.
Esta corriente social y cultural, llamada Adaptación Profunda, se ocupa de los cambios personales y colectivos que podrían ayudar a nuestras sociedades a prepararnos para una ruptura o un colapso como consecuencia del clima.
Los autores de esta obra parten de la premisa de que nuestros actuales sistemas económicos, sociales y políticos no podrán ser resilientes al cambio climático y, como respuesta a esta asunción, describen una serie de alternativas solidarias y creativas mediante las cuales la gente está proponiendo respuestas al desafío más difícil que la humanidad haya tenido que afrontar jamás.
La corriente Adaptación Profunda ofrece un marco de apoyo transversal y multidisciplinar para responder a la aterradora realidad de la creciente perturbación climática. El compromiso de este movimiento está dirigido a reducir el sufrimiento colectivo al tiempo que salvamos lo máximo posible de la sociedad y del mundo natural.
¿Qué es la cultura?, preguntó el ingenuo. Un jardín sin letrinas, respondió el ingenioso.
Gracias a esta visión beatífica de la cultura, hemos construido un mundo capitalista que exuda transparencia, empoderamiento, autenticidad y humanitarismo. Los lenguajes que utilizamos para hablar de nosotros mismos nos convierten en una suerte de ángeles de la democracia. Y ello sin que, al tiempo que nos concebimos culturalmente en un espejo tan favorecedor como el de la igualdad y la diversidad, dejemos de actuar como criaturas interesadas que trabajan, consumen y, en definitiva, practican los rituales del turbocapitalismo.
Esta tensión entre nuestras dos almas apenas es hoy un eco apagado que no levanta ninguna sospecha. Es como si cultura y capitalismo, enemigos históricos durante mucho tiempo, se hubiesen fusionado en el nirvana del culto al yo, se decline este en la mediocridad de los intereses o en la sublimidad de los sentimientos.
Frente a esta antropología un tanto pazguata, cabría insistir, con Bernard Mandeville, el deslumbrante autor de La fábula de las abejas, en que no podemos ser inocentes en sociedades prósperas. Es decir, que el idealismo moral, incluso el propio de democracias subyugadas por la religión de la cultura, el activismo sentimental y la prédica del empoderamiento, no halla cabida en unas rutinas y actividades sociales pautadas por los vicios privados que engrasa el capitalismo.
A partir de su experiencia en el equipo de investigación sobre abusos en el cine español de El País, la periodista Ana Marcos reflexiona sobre cómo su trabajo ha impulsado cambios culturales e institucionales. Y constata que lo que ocurre en el mundo del espectáculo es solo un ejemplo más de cómo opera la cultura de la violación en su manera de integrar y silenciar las violencias contra las mujeres.