Oxford, 1 de mayo de 1956. En la solemnidad de la Biblioteca Bodleiana, el claustro de la universidad se ha reunido para decidir si se le concede un honoris causa al expresidente de los Estados Unidos Harry S. Truman. Una de las personas presentes, la filósofa Elizabeth Anscombe, se opone con vehemencia, poque considera que este reconocimiento no debe concederse a quien, al ordenar el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki, fue culpable de la muerte de miles de inocentes.
En unos tiempos en que la filosofía había virado hacia los métodos analíticos y científicos del positivismo lógico, ella y sus colegas y amigas en Oxford Philippa Foot, Iris Murdoch y Mary Midgley, bajo el impacto de la Segunda Guerra Mundial, consideraron que la filosofía debía afrontar de nuevo las grandes preguntas éticas: ¿qué es moralmente correcto? ¿Qué principios morales deberíamos seguir? ¿Existe un criterio objetivo de moralidad?
Este libro reconstruye la peripecia vital e intelectual de estas cuatro mujeres que dejaron su huella en la filosofía, en unos tiempos en que esta disciplina estaba dominada por los hombres.
Las lecturas convencionales de la Antigüedad enfrentan a Atenas con Jerusalén, donde Atenas representa la «razón» y Jerusalén la «fe». Sin embargo, como nos recuerda Susan Buck-Morss, los estudios más recientes han eliminado esta separación. Nombrar el primer siglo como un punto cero –«año uno»– que divide el tiempo en antes y después es igualmente arbitrario, nada más que una conveniencia que carece de sentido empírico. En Año 1, Buck-Morss libera el primer siglo para que pueda hablarnos de otra manera, reclamándolo como terreno común y no como origen de diferencias profundamente arraigadas.
Buck-Morss se propone derribar varias premisas conceptuales que han dado forma a la modernidad como episteme y nos han conducido a algunos impases posmodernos poco útiles. Se acerca al siglo I a través de los escritos de tres pensadores a menudo marginados en el discurso actual: Flavio Josefo, historiador de la Guerra de Judea; el filósofo neoplatónico Filón de Alejandría; y Juan de Patmos, autor del Apocalipsis, el último libro de la Biblia cristiana. También aparecen Antígona y John Coltrane, Platón y Bulwer-Lytton, al-Farabi y Jean Anouilh, Nicolás de Cusa y Zora Neale Hurston, por no hablar de Descartes, Kant, Hegel, Kristeva y Derrida.
Los Cuadernos negros representan una forma que, en su estilo, posiblemente resulte singular no solo en Martin Heidegger, sino en general en toda la filosofía del siglo XX. El género con el que mejor se los podría comparar sería el «diario de pensamientos» o el «diario filosófico». Pero mientras que esta designación casi siempre relega los escritos que quedan comprendidos bajo ella al margen de unas obras completas, el significado de los Cuadernos negros habrá que considerarlo sin embargo aún en el contexto del «pensar inicial» de Heidegger.
Esta cuarta entrega de los Cuadernos negros contiene las «Anotaciones I-V», que arrancan cuando se inicia la derrota alemana en la guerra mundial y prosiguen en la inmediata posguerra. Al comienzo de las «Anotaciones IV» Heidegger cita la siguiente frase de Leibniz: «Quien solo me conoce por mis libros no me conoce». Esta frase da una indicación sobre el significado de los Cuadernos negros en su conjunto. Ellos constituyen unos singulares manuscritos escritos al margen de la esfera pública. Incluso de forma distinta que los tratados inéditos, como por ejemplo los Aportes a la filosofía (Acerca del evento), le ofrecen a Heidegger la posibilidad de escribir sin trabas su pensar sin parar mientes en formalismos.
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús».
Por qué algunas ideas radicales pasan a la historia y otras fracasan?
Tendemos a pensar en las revoluciones como algo ruidoso: frustraciones y demandas que se gritan en las calles. Pero las ideas que las alimentan se han concebido tradicionalmente en espacios mucho más silenciosos, en rincones apartados donde una vanguardia puede imaginar realidades alternativas y deliberar sobre cómo llegar a ellas. Este extraordinario libro es una búsqueda de esos espacios, a lo largo de siglos y continentes, y una advertencia de que —en un mundo dominado por las redes sociales— podrían extinguirse pronto.
Antes de la tormenta es un gran panorama que se abre con la correspondencia del siglo XVII que puso en marcha la revolución científica y avanza en el tiempo para examinar los motores del cambio social: las peticiones que aseguraron el derecho al voto en la Gran Bretaña de 1830, los fanzines que dieron voz al descontento de las mujeres a principios de la década de 1990, e incluso las aplicaciones de mensajería encriptadas utilizadas por los epidemiólogos que luchaban contra la pandemia a la sombra de una administración inepta. En cada caso, Beckerman muestra que nuestros movimientos sociales más definitorios —desde la descolonización hasta el feminismo— prosperan cuando se les da el tiempo y el espacio para gestarse antes de difundirse ampliamente.
Fuente inagotable de constante reflexión artística e intelectual, el mito griego nos trae los ecos –familiares y extraños a un mismo tiempo– de los relatos de dioses y héroes que nos anclan a los orígenes de nuestra civilización. Evocados por los poetas épicos y trágicos griegos y latinos, la pervivencia de estas narraciones se debe en buena medida a la labor de los mitógrafos que, como Diodoro de Sicilia, registraron por escrito las acciones de estos personajes de extraordinaria presencia en el arte, la literatura y el pensamiento occidental.
'Anthia contuvo la respiración. Estaba nerviosa. El parto de su amiga Dorema se complicaba…'. Así comienza este relato de la vida de una mujer grecorromana del siglo I en la populosa ciudad de Éfeso.
A lo largo de una semana, el lector es invitado a acompañar a esta mujer de clase baja por las callejuelas y plazas, por los baños y mercados de la capital de la provincia romana de Asia.
Pero ser mujer en la Antigüedad, al igual que niño, anciano o esclavo, era una profesión de alto riesgo. Las malas condiciones laborales, el hacinamiento en las casas, la deficiente higiene y la alimentación precaria complicaban de tal modo la vida que sólo las divinidades aparecían como asideros para conservar la esperanza.
En la ciudad de Éfeso, cuya envidiada prosperidad tenía como pilares el lucrativo templo de Artemisa, los negocios que propiciaba su puerto en el mar Mediterráneo y la protección de Roma, nada hacía suponer que el sereno discurrir de sus días y la estabilidad social iban a verse alterados por un nuevo grupo venido de Oriente.
Mohandas Gandhi (1869-1948) es sin duda una de las figuras cuya actividad y pensamiento resultan claves en la configuración del mundo contemporáneo. Conocido también como Mahatma -'alma grande'-, sus convicciones, firmemente arraigadas en el ascetismo y la autodisciplina, así como en la no-violencia y la rectitud en el comportamiento, no sólo abrieron una vía fundamental en la lucha anticolonialista que, recurriendo a menudo a la desobediencia civil, acabaría llevando a la India a alcanzar su independencia del Imperio británico, sino que proporcionaron, y proporcionan aún hoy, unas herramientas o recursos preciosos al activismo político. Al igual que el volumen de Martin L. King ya publicado en esta colección, el presente reúne una selección de sus discursos, ensayos y textos más célebres e importantes, acompañada de un completísimo estudio introductorio que da cuenta cabal de la evolución y el desempeño de Gandhi a lo largo de su existencia, analiza los elementos clave de su pensamiento y de su estrategia política, y pone de manifiesto su relevancia a la hora de hacer frente a los desafíos del mundo del siglo XXI.