Noam Chomsky se le reconoce mundialmente como uno de los grandes intelectuales y educadores del siglo XX. En La (des)educación el gran lingüista norteamericano critica duramente nuestro actual sistema de enseñanza. Frente a la idea de que en nuestras escuelas se enseñan los valores democráticos, lo que realmente existe es un modelo colonial de enseñanza diseñado primordialmente para formar profesores cuya dimensión intelectual quede devaluada y sea sustituida por un complejo de procedimientos y técnicas; un modelo que impide el pensamiento crítico e independiente, que no permite razonar sobre lo que se oculta tras las explicaciones y que, por ello mismo, fija éstas como las únicas posibles. En este libro, Chomsky nos proporciona excelentes herramientas para desmontar este tipo de enseñanza pensada para la domesticación de los ciudadanos, y construir un mundo menos discriminatorio, más democrático, menos deshumanizado y más justo.
Los estudios sobre el gobierno suelen centrarse habitualmente en aspectos de estructura y organización, sin profundizar en cuestiones referidas a la propia acción de gobierno o su filosofía inspiradora: un núcleo problemático que resulta particularmente central tras la emergencia del Estado social intervencionista y su intensa evolución desde mediados del siglo xx.
Tal evolución aparece cuajada de ámbitos de discusión que podrían ubicarse de forma sistemática en torno a tres categorías sucesivas: gobernabilidad, gobernanza y gobermedia. Partiendo de estas categorías es posible entender y analizar más adecuadamente tanto la posición de los ejecutivos en las democracias contemporáneas como sus principales tensiones y contradicciones. La capacidad de programación, la capacidad de respuesta o la presencia virtual de los gobernantes ante la opinión pública se configuran como ejes explicativos de la posición del gobierno en el contexto del Estado intervencionista contemporáneo, permitiendo comprender también algunas de sus encrucijadas.
«¿QUIERE ESTO DECIR QUE YO RECHAZO TODA AUTORIDAD? BORRAD ESE PENSAMIENTO, EN MATERIA DE BOTAS, CONSULTO AL ZAPATERO; EN MATERIA DE CASA, CANALES O CAMINOS, CONSULTO AL ARQUITECTO O AL INGENIERO, PARA ESOS CONOCIMIENTOS ESPECIALES, PIDO LA OPINIÓN A ESOS ESPECIALISTAS, PERO NO PERMITO QUE EL ZAPATERO, NI EL ARQUITECTO, NI EL ESPECIALISTA ME IMPOGA SU AUTORIDAD, LES ESCUCHO LIBREMENTE Y CON TODO EL RESPETO QUE ME MERECE SU INTELIGENCIA, SU CARÁCTER, SU CONOCIMIENTO, RESERVÁNSOME SIEMPRE EL DERECHO INALIENABLE A LA CRÍTICA Y LA CENSURA.»