En su dedicatoria a la reina Isabel, Pulgar define con claridad el propósito de su galería de retratos, dejando clara la raigambre clásica de su inspiración: «Yo, muy excelente reina y señora, criado desde mi menor edad en la corte del rey, vuestro padre, y del rey don Enrique, vuestro hermano, movido con aquel amor de mi tierra que los otros hobieron de la suya, me dispuse a escribir de algunos claros varones, perlados y caballeros, naturales de vuestros reinos, que yo conocí y comuniqué, cuyas hazañas y notables hechos, si particularmente se hobiesen de contar, requería hacerse de cada uno una gran historia. Y por ende, brevemente, con el ayuda de Dios, escribiré los linajes y condiciones de cada uno y algunos notables hechos que hicieron, de los cuales se puede bien creer que en autoridad de personas y en ornamento de virtudes y en las habilidades que tovieron, así en la ciencia como en las armas, no fueron menos excelentes que aquellos griegos y romanos y franceses que tanto son loados en sus escrituras»
Me llamo Nina Chou y he decidido vivir mi vida, no la que quieren los demás.
Llevo un tiempo sintiendo que debo encontrarme a mí misma en lugar de hacer lo que mi familia espera que haga. Por eso interpreto el papel de buena hija… Todos creen que ayudo a mi hermana en la peluquería cuando no estoy trabajando en el restaurante chino de mis padres.
En realidad, estoy cursando Química en la universidad y, además, en mi tiempo libre, digamos que también estudio la reacción del amor. Y ahí es donde entra Rubén, un matemático friki del que me he colgado y que me hará entender, en la complicada ecuación que supone mi día a día, lo mejor y lo peor de nuestras culturas.
Nina Chou es una joven de origen chino que vive en Usera junto a sus padres. Su hermana Fang está felizmente casada con un joven médico chino y tiene una peluquería. Nina trabaja por las noches en el restaurante chino que regentan sus padres, que no ven el momento de que se case y le organizan un sinfín de citas a ciegas. Pero durante el día, y sin que ellos lo sepan, Nina estudia química en la universidad. Cuando un día, al doblar una esquina, se choca de frente con un apuesto joven, Rubén, el amor se instalará en sus vidas. ¿Podrán superar las barreras raciales y culturales? ¿Aceptará la estirada madre de él a una muchacha china como ella? ¿Aceptará la madre de ella a un occidental que además es su profesor de matemáticas? ¿Conseguirá Nina cumplir sus sueños y alcanzar sus metas sin defraudar a sus padres?
Mientras su madre muere de cáncer en una ciudad del norte, la narradora hace el amor con una mujer en un hotel de Barcelona. Tiene un vuelo para visitar a su madre la mañana siguiente, pero ya llegará tarde. Poco después, su amante desaparece de forma brusca y definitiva. Cuando su pareja vuelve de Londres para instalarse con ella en un pequeño apartamento junto al mar, esta intenta ser la calma que sostenga la angustia de un cuerpo que llora a una madre y anhela a una amante.
«Amar es amar siempre después de mi madre. No puedo hablar con mamá, tampoco con Ella. Mi vida se ha suspendido con la interrupción de esas dos conversaciones». La autora retoma ese diálogo en este libro para indagar en las aristas del abandono y el anhelo y tratar de entender a una madre que marcó la vida y las maneras de su hija con su arrolladora forma de amar.
El debut narrativo de la premiada poeta Sara Torres conjuga lirismo y honestidad para navegar el duelo, el amor y el deseo, su búsqueda y su pérdida. El resultado de la travesía es un mapa de las grietas que nos hacen humanos; una invitación a acariciar sin miedo los surcos que nos conforman.