La pianista es Erika Kohut, una mujer madura que siempre ha vivido bajo la sombra de una madre posesiva y absorbente. En realidad, Erika es una pianista frustrada que ejerce de profesora de piano. Vencida por un fracaso que no es sino trasunto de una derrota mayor, la de escapar de un dominio indeseado, y presa en la telaraña de sus inhibiciones y de una perpetua y no siempre amable vigilancia, Erika ha aprendido a ser austera y servera.
La pianista es una densa e inteligente, pero amarga, inmersión en la vida de una mujer cuya forzada soledad y sordo sufrimiento es paradigma de muchas vidas de mujer.
El tío Celan era serísimo como los candelabros; sostenía la mirada y saltaba los siglos; sabía que hay edificios umbrosos, terribles, sin estilo resuelto de antemano; estilo alpino, estilo garaje, estilo japonés, sin estilo; por eso no dormía o dormía caminando cuando usaba palabras en el sueño de cuarzo, de ámbar, sin moscas, de granito fragmento de “Capítulo tío Celan”, de Luis Moreno Villamediana Luis Moreno Villamediana (Venezuela, 1966).
Crasna, 1944: Rosie tiene dieciocho años cuando es arrancada de la vida familiar en su pueblo natal en la frontera rumano-húngara por los nazis. Desde ese momento comienza su inimaginable viaje a través del infierno, que la lleva a varios campos de trabajo y concentración. En Auschwitz, Rosie pierde incluso el último vestigio de dignidad, pero en medio de toda la desesperanza se da cuenta de algo: los nazis nunca podrán quitarle su fuerza interior. Y así, a pesar de las atrocidades inimaginables a su alrededor, ella permanece decidida a no rendirse.
El amor llevado a sus últimas consecuencias. Desideria Oliván, una joven de Huesca con decepciones matrimoniales, en el curso de un viaje turístico por Turquía descubre repentinamente la pasión amorosa más avasalladora en los brazos de Yamam, y, a pesar de que no sabe casi nada de él, lo deja todo para vivir a su lado en Estambul. Pasa el tiempo, y la intensidad de este amor persiste, pero las relaciones de los dos amantes se van haciendo cada vez más dramáticas y más sórdidas, hasta que el reencuentro de Desideria con un antiguo amigo suyo que pertenece a la Interpol revela la verdadera naturaleza de las actividades lucrativas de Yamam. La historia, admirablemente contada a través de unos supuestos cuadernos íntimos de la protagonista, constituye una amarga meditación sobre el amor llevado a sus últimas consecuencias en medio de un clima muy patético, hasta la destrucción física y moral, que Antonio Gala sabe describir con la irresistible fuerza de su estilo.
G. H. —de quien nunca conoceremos el nombre completo— es una mujer independiente, escultora aficionada y bien conectada en los círculos más influyentes de Río de Janeiro. Un día, sola en su ático, vive una experiencia extraordinaria que la enfrenta a sus propios límites. Esta vivencia le provoca náuseas de repulsión y desata un torrente de reflexiones íntimas, algunas hasta entonces desconocidas para ella misma, sobre sus emociones, temores, angustias y la esencia de su existencia. Lo que parece un suceso trivial se transforma en un catalizador que la lleva a examinar su vida desde la infancia y, finalmente, a tomar la determinación de superar sus miedos más profundos.
Pirineos, años cuarenta. Sol Mentruit debe huir de su pueblo y refugiarse entre un grupo de contrabandistas en Andorra por haber presenciado un asesinato. Una vez allí, entra en una red de evasión en la que empieza a llevar documentación sensible al consulado británico de Barcelona. En medio de sus viajes se enamora de Max Schell, un francés estrafalario e intelectual del que descubrirá que es un oficial alemán. Cuando el líder de la red, Quim Baldrich, se entera de la relación entre Sol y Max, la expulsa, pero ella decide realizar un último acto para demostrar su lealtad y llevar a un grupo de refugiados a cruzar los Pirineos de Toulouse a Barcelona para salvarlos. Diferentes historias se irán entrecruzando hasta confluir en ese momento que resultará definitivo para todos.
En algún lugar de Centroeuropa, en torno al 6.000 a.C, en plena transición al neolítico, Dira, una mujer cazadora, decide seguir su innata curiosidad y salir más allá de su poblado en busca de pruebas que demuestren aquello de lo que hablan distintas leyendas: que los mamuts están desapareciendo de la tierra. Su intención es ver el último ejemplar de esa majestuosa criatura solo comparable a una montaña en movimiento, aunque ello ponga en peligro su vida. Mongolia, siglo XXI, Khünbish, un paria aplastado por todo tipo de calamidades, es informado del negocio de los colmillos de mamut enterrados en el permafrost siberiano colindante al círculo polar ártico y decide agarrarse a esta última oportunidad para cambiar su suerte.
La parta blanda de la montaña narra el fascinante viaje sin retorno de dos personajes separados por siglos de historias y culturas, un periplo físico y espiritual que los llevará a transitar las fronteras entre lo vivo y lo inerte, entre lo que desaparece para siempre y lo que la tierra nos devuelve tras haber estado enterrado durante siglos.
Ha llegado la temporada de bodas a Nantucket, una época en la que los vestidos blancos se ven casi tan a menudo como las puestas de sol, y el enlace que unirá a las familias Otis y Winbury es el evento más esperado: los adinerados padres del novio no han escatimado en gastos para que la boda de su hijo sea lo más lujosa posible.
Sin embargo, hallan el cuerpo sin vida de una mujer en el puerto justo antes de la ceremonia y, de repente, todos los asistentes se convierten en sospechosos. Incluidos los novios.
El jefe de policía, Ed Kapenash, decide interrogar a todo el mundo y, poco a poco, los secretos van saliendo a flote. Y no tarda en quedar claro que toda boda es un campo de minas y que, por mucho que lo parezca, ninguna pareja es perfecta.
En 1920, el barrio de Asakusa representaba para Tokio lo que Montmartre había sido para París en 1890 y lo que Times Square sería para Nueva York en 1940. Un lugar que permitía el anonimato, la libertad, la deriva; un lugar donde la vida fluía por todas partes, lleno de placeres sexuales y sociales.
La pandilla deAsakusa captura el encanto decadente de ese distrito de teatros de revista, bares de jazz y burdeles, arquitectura modernista y cines destartalados. Comparada con Duhlineses de James Joyce y Berlín Alexanderplatz de Alfred Dóblin, esta novela de Yasunari Kawabata retrata la energía desbordante de Asakusa mediante la crónica, el retrato popular, las escenas callejeras y un ritmo cinematográfico.
Diferente de su obra posterior, se pueden reconocer, sin embargo, ciertos motivos propios: el erotismo, la venganza amorosa, el influjo envenenado de Occidente. Testimonio impar del choque de las tradiciones milenarias de Japón con el florecimiento de la ciudad moderna. La pandilla deAsakusa confirma el carácter universal de uno de los artistas más eminentes del siglo XX.