Con un título que pone en evidencia la carga poética de su narrativa, Luis TOirac pone en manos del público lector su segunda colección de relatos, Las ramas del viento, cuatro palabras que de inmediato nos remite a otros autores y otros libros, desde el Juan Carlos Onetti de Dejemos hablar al viento, pasando por el Manuel Rueda de Las edades del viento, hasta el exitoso Carlos Ruiz Zafón de La sombra del viento. Esta obra de Toirac -un narrador que conoce la preceptiva literaria sin dejarse deslumbrar por ella- reúne un conjunto de textos que prueban una vez más su aptitud para contar historias mediante una prosa depurada y de gran plasticidad escritural; se trata de un cuentista que puede resultar desconcertante para los seguidores del canon.
El título Seis ensayos en busca de nuestra desmitificación sostiene relaciones paródicas con los de otros dos libros bastante famosos: uno de Pedro Henríquez Ureña (Seis ensayos en busca de nuestra expresión) y otro de José Carlos Mariátegui (Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana). Puesto que a todas luces se trata de una decisión deliberada, cabe decir que la misma propicia el funcionamiento de ese designador como un guiño por medio del cual el autor resalta su intención de asignarle una determinada unidad de sentido a su selección.
El libro contiene 10 temas que tratan acerca de episodios que por algunas razones no convienen que salgan a la luz pública, debido a la presión social y a las posteriores consecuencias que acarrean su divulgación. Es una obra literaria que aviva el romance, despierta el interés del lector por el tema del amor, proyecta sentimientos de esperanzas y asienta las bases para una postura correcta delante de la familia y la sociedad en su conjunto.
El objetivo principal del libro es plasmar eventos singulares que se suscitan en las relaciones de parejas en cualquier sociedad del mundo, pero específicamente, en la nuestra.
Esta obra es un amplio glosario de una variante del idioma español que expresa sentimientos y hechos de manera sintética y precisa, con denominaciones resumidas y sentidos figurados que ahorran palabras y crean imágenes de manera magnífica.
[Soto Jiménez] nos aporta esta obra testimonial de su experiencia vivencial y la de muchos otros, que han abrazado con persistencia la profesión castrense, lo que permite al lector, no importa sus quehaceres y nivel cultural, conocer en términos precisos la cosmovisión militar dominicana sin ningún desperdicio ni olvido. Es como si de repente y de un tirón, una mano para nada intrusa, nos levantara un velo y nos permitiera ver los intersticios de una realidad, que quizás sin saberlo, está más cerca de nosotros los civiles, de lo que nosotros creemos y talvez queramos.
En esta novela se dibuja la tétrica vivencia de la tiranía trujillísta que por tantos años y varias generaciones marchito los sueños y aspiraciones de gran parte de la juventud dominicana, parecía en esa época que ser joven era un delito.