Una ventana para mirar al mundo es este libro. Un camino hacia el amanecer y su adorable luz. Hay aves, hay gorjeos, un oscilante pino majestuoso y erguidos cocoteros contra la línea del horizonte azul, y siempre eterno. Las estaciones vienen también a la ventana y anidan en el pecho. Aquí atrapó al otoño. Hoja a hoja van cayendo los versos de este libro hacia el alma. Cada poema una lágrima, cada imagen un beso y una flor. Capa tras capa, la insolente nostalgia nos recuerda lo perenne y lo efímero. El sedimento se convierte en poesía. Amor y desamor transitan juntos, risa y llanto, exaltación y paz…
Los ocres de la estación más leve atrapan la belleza del mundo, que es capaz de impregnarse en la brizna, en el polen, en la oscura pupila de una grulla silvestre o en el arco de un ala, y también, en la gracia que mora hacia nuestro interior… El otoño es amigo. El otoño es poesía; por eso este poemario abriga la sensación de pérdida inminente que se percibe en su silencio; y, al mismo tiempo, la infinita esperanza de renacer que lo habita.
Con sus experiencias este dúo de intelectuales nos presenta en este magnífico texto de manera muy atinada “un método autodidacta”, el cual sabemos influirá de un modo extraordinario desde que el lector se adentre en sus primeras páginas; porque han sabido conocer la virtud de la política como ciencia y a su vez han visualizado que algunos le han dado otro matiz muy distinto a su esencia.
Su enfoque ha sido estratégico, ya que hacen una mezcla entre lo jurídico, la doctrina y lo partidario, “lo cual le pone la tapa al pomo”, utilizando estrategias y técnicas modernas que permiten que este instrumento pueda ser usado por cualquier escuela po- lítica, universidad, o institución partidaria; ya que no es excluyente, y transmite un sentimiento forjado en valores, como el compromiso social, la vocación de servicio, la buena voluntad, el optimismo y con un interés marcado en beneficio del desarrollo humano, social y sostenible de la familia política.
En su vocación de escritor Manuel Durán piensa los signos de una época en la crisis y en un camino que asume desde el vivir y el estar-en-el mundo. Lo que habla en su mundo vivido y sentido es su propia forma de afirmarse como sujeto de vida, cardinal de pensamiento y narración. Con el compromiso existencial fortalecido por una intencionalidad que surge de un pensar, a veces metafísico, sustancial y moral el escritor narra sus circunstancias evocando valores, pensamientos y estancias imaginarias.
"Todo este murmullo de pensamientos inquietos y excitantes, se convierten en un tropel de caballos desbocados que corren sólo en una dirección. Es una lucha continua, implacable, que día a día no cesa ni siquiera un ápice. Es como si el fantasma del destino estuviera ahí, siempre al acecho, forzándonos a seguir con su encuentro inminente".
La voz del autor marca su propia aforística filosófica y narrativa en este libro. No se trata de una deriva del objeto solamente, sino de una expresión situada en el suelo de una memoria de tres mil años de consciencia especulativa en el sentido teórico de la palabra. En el Timeo, en el Crátilo y en el Fedro de Platón encontramos esa huella, el registro y una travesía que ha sido tomada en cuenta en la modernidad, así como en el cuerpo de una dialéctica pulsada por el ente ideal.
Un cañaveral de amor, trata acerca de la historia de Paul Philips y Anita Perezprados, dos jóvenes que el destino hará coincidir de manera circunstancial, sin embargo, por este simple coincidir de un momento, ellos deberán pagar un terrible precio, el cual hasta podría incluir, verse frente a la disyuntiva de guardar las apariencias y mantener la costumbre de su ritmo de vida, o renunciar a todo y amarse como se lo dicta su corazón enamorado.
Es desde esta visión panorámica que esta novela nos cuenta la historia de un encuentro casual que marcará la vida de dos jóvenes que, si bien es cierto, proceden de orígenes y clases sociales distintas, la atracción que los unirá a partir de entonces, será justamente la que a su vez los llevará a enfrentar situaciones y tomar decisiones, para cuyos designios solo por amor, quien quiera que sea, podría atreverse a tanto.
Quiero aprovechar para felicitar por escribir una novela que honra sobre todo el sentimiento del amor, los valores de la amistad y la unidad familiar, proponiendo una mirada más allá de los prejuicios raciales y de clases sociales.
Gracias por regalarle a tus lectores una obra de tanta actualidad, profundidad y calidez humana.
Este pequeño volumen cumple su objetivo: Abraza el orden de su propio universo y mientras lo leemos, nos invita a ser parte de el. Pese a que abarca diferentes tiempos y recoge diferentes moods del autor; tiene en sus poemas recurrentes similitudes: la soledad, la triste noche con su plateada luna, el sencillo mar y un miedo sutil a claudicar. En el mundo de estos poemas es un sacrilegio sacrificar la libertad por el caótico atrevimiento de la pasión. En este mundo se reconoce la genialidad de saberse compartir. Hay en esta obra, pequeños poemas que antes de leerlos te sonríen, e inevitablemente le sonríes.
RESOLI
Ese cerro que miras a Viejos me ha invitado a que vuelva a ser la niña que esperaba encontrar en la campiña el amor del que sólo vio reflejos.
Que lo busque detrás de los espejos que sorprenden a un alma que escudriña, en mis noches de insomnio, de morriña mal de tierra o relatos muy añejos.
Sin pensarlo dos veces dije sí, volveré tras mis pasos, florecida. Tejeré un nuevo sueño para mi.
Nadie sabe si ronda por ahí el que fuera el más bello de mi vida y por nada, en la nada, lo perdí.