Lía y Rachel de un momento a otro se ven sumergidas en un mundo extraño. Desde ese instante sus vidas cambian, al ser escogidas para una importante búsqueda arriesgada En aquel mundo las dos enfrentaran grandes retos, conocerán a Gabriela que las ayudara a ver cosas nunca vistas por ellas, grandes misterios, aventuras.
La fuerza existencial es el elemento donde las cosas se vuelven palabras y el poeta sustituye los procesos de la razón por la comunión del espíritu con la naturaleza, esa naturaleza humana que es la mujer: alma que despierta un sentido de visión portadora de la patria.
Libro singular en la trayectoria del autor-deslumbra al lector más exigente por esa misteriosa conjunción de elementos que raras veces coinciden en una sola obra, y cuya esencia hace honor a aquellas definitorias palabras de Octavio Paz (1914-1998): << Poesía y amor son actos semejantes. La experiencia poética y la amorosa nos abren las puertas de un instante eléctrico. Allí el tiempo no es una sucesión: solo hay un siempre que es también un aquí y un ahora>>.
La narrativa de Tony Lulú es prodigiosa, con una prosa viva, ágil y rítmica, engarzada con hechos y situaciones de su época, ocurrencias graciosas de sus amigos, de personajes del barrio y del pueblo. Se podría decir, que Tony es un cronista de su generación, con un tema único: la nostalgia, en la que une historias diversas, aparentemente independientes. Es el trabajo de un escritor comprometido con su pequeño lar y con el hombre universal, es un vistazo a una parte de la diversidad del mundo que se engarza íntimamente a una comunidad étnica, de sangre, a una comunidad de lengua, culturalmente homogénea que cohesiona todas las individualidades en un proyecto común de vida.
Los treinta relatos que conforman el cuaderno Yo soy del Ocho, ¿Y qué?, revelan la aparición de una nueva voz en la narrativa dominicana más reciente. Escritos en un lenguaje ameno, que no descuida la forma pero enfatiza notablemente el contenido, recoge una serie anécdotas y vivencias acaecidas a su protagonista
Eddy Rodríguez nunca vendió drogas, pero las consumía. Siempre fue autosuficiente económicamente pero era incapaz de alejarse de "los amigos" que realizaban micro tráfico. Era un artesano, trabajaba, pintaba y cultivaba su intelecto. Nunca estuvo en la cárcel hasta que un día lo acusaron de formar parte de una banda y no pudo salir bien.
Cuando fui un Angel del Cielo, la nueva novela de Marcos Rodríguez, coloca al lector ante un espejo. Así, cabe entender que la experiencia que arrojará como saldo la lectura será extraordinariamente personal, inequívocamente única. Se precisa, sin embargo, de una aclaración: el efecto de espejo que provoca la lectura de la novela es un resultado no una coincidencia literal entre la vida de los lectores y las terribles historias que, como afluentes, conforman el gran relato que nos cuenta Rodríguez. Es decir, el efecto al que me refiero consiste en que, durante el proceso de lectura y luego de culminado el mismo, el autor logra la actualización de las preguntas qué más angustian al alma humana: ¿Cuál es el objeto de la vida? ¿Quiénes somos y de dónde venimos?
Una vez más la técnica narrativa precisa y la prosa meticulosamente elaborada coronan el trabajo de un escritor concienzudo y comprometido con el oficio, quien ante todo, conserva la fe en la posibilidad de redención del alma humana.
Gerardo Castillo Javier, Escritor, poeta y crítico literario