«Desde el principio supimos que la unión entre esos dos no era la recomendable para armar una familia como todos los que venían a la Villa».
Un extraño matrimonio llega a un pueblo de la costa, con un pasado incierto detrás y la determinación de instalarse en el lugar. Comprar el Hotel Habsburgo será algo que nadie olvidará. En poco tiempo, ese noble húngaro dedicado al arte, esa mujer sensual que lleva adelante el negocio, y sus dos hijos aún más extraños que ellos, se irán volviendo de manera imperceptible, pero definitiva, el hilo que enhebra la miseria, la corrupción y las bajezas de todos los pobladores. Narrada por una voz profundamente literaria, Arderá el viento permite oír la conciencia que late en toda ciudad pequeña, y es capaz de capturar el horror en la vida de una villa de mar y la belleza que todavía anida en ella. Guillermo Saccomanno se apropia de un territorio, de sus habitantes, de su pasado y de sus secretos, para mostrar ese entramado de complicidad entre la política, el narco, la policía y el periodismo, en medio del cual las personas corrientes sobreviven a su propia existencia.
No te imaginas cómo era. Para nosotras, me refiero. Para las mujeres, las esposas.» Tricia es una joven recién casada con un prometedor abogado que trabaja para la Armada estadounidense. Charlene es una entregada ama de casa con tres hijos, tan guapa como intimidante. En el Saigón de 1963, las dos forjan una frágil alianza mientras tratan de compaginar los roles que les han asignado con sus propios deseos y convicciones. Varias décadas después, la hija de Charlene retoma el contacto con Tricia y juntas rememoran esa época crucial de sus vidas: las ansias de maternidad de Tricia y los esfuerzos de Charlene para mejorar las condiciones de los orfanatos en Saigón.
En 2018, la escritora y poeta estadounidense Maggie Smith, casada y madre de dos hijos, descubre que su marido tiene una relación con otra mujer. En cuestión de días, la realidad que había construido durante más de veinte años se derrumba y da paso a un dolor que convertirá, a través de la escritura, en un renovado compromiso consigo misma.
A base de pequeñas viñetas, pieza a pieza, Smith traza una reflexión llena de empatía y humor sobre la desintegración de un matrimonio que es también un ajuste de cuentas con la feminidad contemporánea, los roles tradicionales de género y las dinámicas de poder que persisten incluso en las parejas más modernas. Página a página, estos fragmentos terminan erigiéndose en un interrogatorio a la familia, el trabajo y el amor.
«Hay tres cosas que la Rey sabe hacer bien: limpiar, coger y matar. Aprendió tempranamente y ahora es una experta en las habilidades que le salvaron la vida».
Blanca Rosa González tenía trece años cuando la violaron por primera vez. Su padre la había enviado a vivir con la abuela Cándida y su pareja, el Recio, en Ciudad del Este. De su adolescencia se llevó dos cosas: el abuso sistemático y una piedra de obsidiana que conservaba su abuela, una suerte de amuleto mágico que la transportaba a otros mundos.
Una vez instalada en la Villa 31 de la ciudad de Buenos Aires, Blanca empieza su transformación a través de la venta de droga, hasta convertirse en jefa de una banda de narcos paraguayos. Así nace la Rey. Pero las cosas se complican y debe huir a España, donde caerá presa de una red de trata de personas y será obligada a ejercer la prostitución. Allí se verá implicada en una trama violenta que la va a relacionar con el Museo de Ciencias Naturales de Madrid, en el que se conserva un valioso espejo de obsidiana que la ayudará a encontrar las claves de su pasado.
No son en realidad cien relatos (uno para cada año) los que componen el libro, sino más bien cien viñetas, cien escenas, cien grabaciones que reflejan, cada una, un momento histórico determinado.
En esta supuesta transcripción de múltiples voces que recorren escalas sociales y geografías diversas, no hay nada de moralizador, aunque se advierta siempre detrás un pensamiento crítico y una ironía. «Yo, intercambiado conmigo, estuve presente año tras año», es el comienzo significativo.
Como de costumbre, Grass confía en sus lectores y no cree necesario explicarles cada personaje ni decirles en qué contexto han de situar cada frase, sabiendo que su libro podrá leerse a distintos niveles de conocimientos históricos y experiencia política.
Georgia
Tras perderlo todo en un doloroso divorcio, decide regresar al lugar donde creció, la casa de su bisabuela Scarlett Stanton, una famosa escritora que murió dejando una novela inconclusa. Noah Harrison, es el atractivo y arrogante autor de bestsellers que la editorial designó para terminar el manuscrito. Aunque a ella no le entusiasma la idea, ahora él y Georgia están obligados a trabajar juntos para encontrar el mejor final de la obra.
Noah
Está en la cúspide de su carrera: es guapo, ambicioso y tiene numerosos contratos para libros y películas. Siempre admiró a Scarlett y, cuando surge la oportunidad de concluir lo que él piensa podría ser el libro del siglo, no lo duda ni un segundo. Sin embargo, lidiar con Georgia, la hermosa, testaruda y cínica bisnieta de su novelista favorita, le complicará las cosas más de lo que pensaba.
Tool, mitad hombre y mitad bestia diseñada para el combate, demuestra ser capaz de mucho más de lo que sus creadores habían soñado nunca. Erigido en líder de un grupo de niños soldado y perseguido implacablemente por alguien decidido a destruirlo, Tool guarda celosamente su secreto más preocupante: ha encontrado la manera de resistir sus impulsos implantados genéticamente de sumisión y lealtad hacia sus amos. Ahora ha llegado el momento de empezar una guerra contra quienes lo crearon como esclavo.
De uno de los maestros indiscutibles de la ciencia ficción contemporánea llega un relato fascinante que explora las intrincadas relaciones que conectan al cazador y la presa, al amo y al esclavo, al humano y al monstruo.
Alguien debía de haber calumniado a Elfriede Jelinek porque el fisco alemán se presentó un buen día en su casa. Escarbaron en sus papeles, indagaron en su vida repartida entre Múnich y Viena, buscaron pruebas con las que llevarla a juicio y condenarla. La investigación quedó en nada. De la experiencia sufrida surgió, en cambio, este coro de voces espectrales, música huracanada que arrastra todo a su paso, revuelve los papeles y trastoca pasado y presente. Jelinek exhuma la historia de sus parientes perseguidos por el nazismo y levanta acta de acusación contra las hipocresías múltiples del poder, los esquiadores felices, los futbolistas que regatean impuestos y las muchedumbres dichosas que toman el sol en la playa y olvidan las vidas ahogadas en las aguas en las que se bañan.
En su recorrido por las distintas regiones, retrata los lugares y sus víctimas, los territorios y sus héroes y batallas, paisajes de un país que no solemos visitar: heridas, cicatrices, desiertos, esclavos, guerras, un mundo que se vuelve más poético conforme los ojos del poeta revisitan el espacio que el ciudadano ya no ve. En este sutil trayecto que abarca grandes nombres, el autor se detiene a analizar los mass shootings, en poemas que evocan los magnicidios del siglo pasado, y el hiriente tema de la esclavitud, trazando así una dolorosa huella en la historia de la poesía norteamericana.
En estos poemas del Bukowski más maduro, se aprecian momentos de quietud insólita, instantes de contemplación abismada que transforman lo trivial en mágico. Pero si hay algo que destaca es la tenacidad incesante, el tesón de un autor que no ve otra manera de seguir adelante que abordar el siguiente verso como si fuera el primero, el más importante, el definitivo. Lo que queda a la postre es un poeta en su plenitud, poseedor de una sabiduría que lo lleva a la compasión. No faltan aquí las provocaciones y los exabruptos que lo llevan a reconocer que no sabría qué hacer si le arrebataran la locura de la que se nutre, o a achacar su éxito perenne en Europa a «traductores geniales de la hostia». Pero también hay en estas páginas magníficos retratos de los inadaptados de su entorno, desde el padre maltratador hasta las mujeres que le partieron el alma, pasando por los profesores que tan poco le enseñaron, los imitadores, los fanáticos faltos de imaginación, los «muertos en vida»…