Formidable escritor y poseedor de una personalidad arrolladora, Gilbert Keith Chesterton convirtió la paradoja y el sarcasmo en sus principales armas literarias.
Las historias de El hombre que sabía demasiado nos presentan a Horne Fisher, un investigador que no resuelve los crímenes gracias a su ingenio ni a sus dotes deductivas, sino por sus conocimientos sobre los entresijos de la política británica y por su intrincada red de contactos. Pero no es el único personaje peculiar de esta recopilación de relatos que subvierten el género policíaco y al mismo tiempo nos ofrecen una de las mejores obras de uno de los grandes autores que ha dado la literatura inglesa.
De la fórmula «poema épico-cómico en prosa» que Fielding eligió para encuadrar Joseph Andrews dentro de la tradición clásica, el elemento más significativo es, sin duda, el adjetivo «cómico». Inspirándose en don Quijote el autor crea un personaje, el vicario Adams, que ha conseguido, gracias a las virtudes que lo adornan, ganarse el afecto de los lectores de todos los tiempos pese a sus excentricidades y a su absurdo comportamiento.
Aunque La historia de las aventuras de Joseph Andrews es una de las mejores introducciones a la Inglaterra del siglo XVIII, su interés no es exclusivamente histórico, pues con el paso del tiempo sigue demostrando cómo Fielding creó en esta novela, iluminándola con su espíritu, un mundo propio que sigue hoy tan vivo como hace más de dos siglos.
En los tiempos de incertidumbre durante la guerra de Secesión en la década de 1860, cuatro hermanas no podrían ser más diferentes: por una parte, Meg, a quien le gusta hacer las cosas de forma racional y sensata; por otra, Jo, inconformista y con ambiciones de escritora; luego Beth, que amorosamente procura mantener a la familia unida, y Amy, una benjamina que en ocasiones se da demasiada importancia y exagera un poco su clase social. Mientras el padre lucha en la guerra, las cuatro muchachas aprenden a valerse por sí mismas con el apoyo de su madre y descubren que no siempre es fácil para las mujeres jóvenes conquistar un lugar en el mundo. Pero a pesar de los numerosos obstáculos, las hermanas aprenden a abrirse camino y, cada una a su manera, se convierten en personas adultas e independientes.
Mujercitas, el clásico de Louisa May Alcott, narra los amores y desventuras de la señora March y sus cuatro maravillosas hijas: Meg, Jo, Beth y Amy.
Bajo la capa de aparente ligereza que le otorga su condición de retrato costumbrista y sus aires de manual de modales para jovencitas, Mujercitas es un magnífico canto a la libertad y la alegría de vivir, sobre todo gracias al personaje de Jo, que sirvió de icono para parte del movimiento feminista.
Descubre el espíritu revolucionario, activista y formativo de esta gran obra que consiguió crear un universo de mujeres fuertes e independientes que luchan por encontrar su lugar en la sociedad que les tocó vivir.
Tras una travesía llena de aventuras y peligros, el marinero Robinson Crusoe naufraga en una isla desierta donde le esperan más de dos décadas de absoluta soledad.
Para sobrevivir y construir un nuevo mundo desde cero, cuenta con una sola herramienta: sus propias manos. Considerado el padre de la novela británica, Daniel Defoe recurre en esta historia a un brillante uso de la perspectiva para poner en primer plano aspectos como los peligros de la naturaleza, el instinto o la soledad. Uno de los libros de aventuras más leídos de todos los tiempos, traducido por el maestro Julio Cortázar.
El enfrentamiento entre el refinado y seductor Viejo Mundo, aunque cínico, corrupto y desgastado, y el vitalismo ingenuo pero basto de la riqueza del Nuevo Mundo fue uno de los temas recurrentes de Henry James. El contraste entre ambas culturas, la norteamericana y la europea, le proporcionó el material para novelas como Roderick Hudson (1875), El americano (1877), Los europeos (1878) y esta Daisy Miller (1878).
La historia comienza con el encuentro de dos norteamericanos en un hotel de la rígida y puritana Ginebra: un diletante que parece no decidirse por nada, expatriado en Europa, y una espontánea, coqueta y rústica heredera en viaje "cultural" con su familia. Ambos se sienten atraídos pero el joven Winterbourne reprime su interés ante el prejuicio de sus parientes y amistades por pertenecer Daisy a "la clase de norteamericanos que tenemos el deber de no aceptar". Se da la voz de alarma entre el arribista círculo social de norteamericanos establecidos en Europa y, por su indecisión, Winterbourne es también arrastrado a la implacable respuesta de esta moral colectiva que rechaza a Daisy Miller.