Un día el señor Fidel se encuentra un globo y decide adoptarlo. Juntos comparten muchos momentos cotidianos y son felices. Hasta que después de una sesión de cine y palomitas, el globo se empieza a desinflar poco a poco y, por mucho que el señor Fidel lo intenta, no hay nada que lo anime de nuevo. Solo lo consigue cuando lo deja volar libremente hacia el cielo. El señor Fidel le dice adiós pero pronto encuentra sustituto al ver una cometa atrapada en un árbol.
Papus es como yo llamo a mi padre. Ni papa, ni papi, ni papá, ni papito. En casa somos dos: mi padre y yo. Mi madre murió hace unos años. Yo era muy pequeña y casi no me acuerdo. Juntos, Papus y yo formamos una familia. Y hacemos muchas cosas que quiero contaros.
Greta siempre estaba en la biblioteca y leía a todas horas. En silencio. Casi invisible. Así que el día del terremoto, Greta desapareció bajo una montaña de libros.
El gallo Casildo lo está pasando fatal. Lleva mucho tiempo sin trabajo y no tiene un céntimo. Un día le ofrecen ser profesor de canto y Casildo se entusiasma, porque la música es lo suyo. Pero el trabajo no es lo que esperaba ¡Sus alumnas son las Wonderful, cinco tortugas requeteviejas que tienen unas voces horribles! Y lo peor es que pretenden que Casildo las ayude a ganar un concurso de canto Con su entrañable optimismo y su bondad infinita, las tortugas pondrán a prueba la paciencia del gallo y le enseñarán que, en esta vida, lo que importa no es llegar lejos sino disfrutar del camino.
ME ENCANTA ESE MOMENTO DEL DÍA EN EL QUE ESTOY EN CASA CON MAMÁ, CENANDO, SOLO FALTA LA MÚSICA SUAVE SONANDO DE FONDO. HABLAMOS DEL CIELO. YO LE PREGUNTO SI LE GUSTA Y ELLA ME RESPONDE QUE SÍ, PERO POR LA NOCHE. A MÍ, EN CAMBIO, ME GUSTA MUCHO MÁS POR EL DÍA. ¿Y A TI?
Todo empezó un lunes como cualquier otro. Claro que a nadie le gustan mucho los lunes. Y menos a Inés que parecía tener un día especialmente espantoso, de esos que uno prefiere olvidar para siempre. Pero no fue hasta la clase de la señorita Betty que entendió que algo verdaderamente raro pasaba: una especie de pelota peluda, tibia y con dientes filosos como agujas, se alojaba en lo profundo de su bolsillo. Cualquiera se habría llevado un buen susto al descubrir un monstruo escondido. Pero no Inés. Porque si había algo que deseaba profundamente, era que le sucedieran cosas Maravillosas, Terribles y Extraordinarias. Y un monstruo personal era, sin duda, una de ellas.