El sótano se ha quedado muy vacío tras tu marcha».
Tengo quince años y he vivido toda mi vida en este antiguo faro. Mi hermano y yo vinimos a vivir aquí, con el abuelo, cuando yo todavía era un bebé.
Es un sitio increíble, al borde del acantilado. Me gusta refugiarme del sol en la sombra de la fachada. Me gusta el olor del campo al atardecer. A la zona del túnel prefiero no acercarme. No quiero que el hombre grillo me lleve a vivir bajo tierra. Ya lo he oído dar golpes en la trampilla del terreno alguna noche.
A mi hermano no le gusta que haga preguntas sobre nuestro pasado, sobre quiénes fueron mi madre y mi padre. Como dice él, no todo el mundo tiene una familia como las demás.
Hasta ahora he sido muy feliz aquí.
Pero el otro día, en casa, apareció una caja.
Y, desde que mi hermano vio lo que contenía, nada ha vuelto a ser lo mismo.
Elizabeth Gilbert regresa con la historia del gran amor de su vida. La autora que inspiró a millones de lectores a vivir con autenticidad (Come, reza, ama) y creatividad (Libera tu magia) nos muestra cómo alcanzar la libertad. En 2000, Elizabeth conoció a Rayya. Se hicieron amigas, luego mejores amigas, luego inseparables. Cuando la tragedia irrumpió en sus vidas, la verdad quedó finalmente al descubierto: estaban enamoradas. También eran un par de adictas, abocadas inevitablemente a la catástrofe. ¿Qué pasaría si tu más hermosa historia de amor se convirtiera en tu peor pesadilla? ¿Y si el más devastador dolor abriera el camino a tu mayor despertar? Hasta la orilla del río es un libro de memorias que llegará al corazón de cualquiera que haya estado alguna vez cautivo del amor -o de cualquier otra pasión, sustancia o deseo- y que anhele, por fin, la libertad.
En una hermosa mansión en la Costa Azul, Cécile, una joven de diecisiete años, y su padre, Raymond, viudo y cuarentón, pero alegre, frívolo y seductor, amante de las relaciones amorosas breves y sin consecuencias, viven entregados a una vida fácil y placentera. Se bastan a sí mismos, inmersos en una relación basada en la complicidad y el respeto mutuo. El padre, Raymond, ha invitado a su actual novia, Elsa, y los días transcurren sin sobresaltos. Sin embargo, la visita inesperada de Anne, una mujer inteligente, culta y serena, viene a perturbar aquel delicioso desorden. A la sombra del pinar que rodea la casa y filtra el sol abrasador del verano, un juego cruel se prepara. ¿Cómo alejar la amenaza que se cierne sobre la extraña pero armónica relación de Cécile con su padre?
Durante las vacaciones navideñas de 2028, una multitud de niños y niñas acuden a la Plaza Roja a recoger un insólito regalo: un efímero Kremlin de azúcar, soluble en el té, símbolo del nuevo Estado ruso. A lo largo de quince capítulos, estos particulares dulces pasarán de mano en mano hasta alcanzar cada estrato de la sociedad «neomedieval» rusa: un mundo en el que los hologramas y los robots conviven con un orden feudal que divide a la población entre señores y siervos, entre opríchniks y oprimidos. Con el virtuosismo y la imaginación desbordante que le son propios, Sorokin urde en este libro un relato de relatos singularísimo, tan mordaz como clarividente, que se lee como una gran enciclopedia del alma rusa y los avatares de todo un país.
La desconfianza es hoy una forma de respirar. Un gesto aprendido, casi involuntario. Desconfiamos de los gobiernos, de los otros, de los discursos, de las promesas. Desconfiamos incluso de nuestras propias decisiones. Y, sin embargo, seguimos viviendo juntos, compartiendo el espacio público, pidiendo ayuda en silencio, buscando sentido.
Este libro parte de una preocupación moral: ¿qué pasa cuando dejamos de creer en lo común? Victoria Camps escucha ese murmullo de fondo que recorre nuestras democracias cansadas y nuestras vidas fragmentadas. Lo interroga sin estridencias. Lo piensa con cuidado. Porque tras la desconfianza habita siempre una pregunta: ¿cómo seguir?
La sociedad de la desconfianza es un ensayo sobre el presente herido por el individualismo, la precariedad y el desencanto. Pero también es una propuesta: la de reconstruir un ethos compartido que nos permita sostenernos, confiar, cooperar, convivir. Un gesto filosófico y político para no ceder a la indiferencia, y recordar que la libertad ?si quiere ser digna de su nombre? necesita de los otros.
UN DEBATE SOBRE LA CRUELDAD HUMANA A TRAVÉS DE LOS TEXTOS GRIEGOS
La antigua Grecia conoció la violencia en todas sus formas: guerras, matanzas, mitos crueles... Sin embargo, esta amenaza constante siempre se vio contrarrestada por escritores y filósofos helenos, que percibían su carácter inaceptable y alzaron sus voces para condenarla sin paliativos. Junto a estos alegatos contra la violencia, se defendieron otros ideales de humanidad, de justicia, de tolerancia y de solidaridad.
A través de numerosos testimonios antiguos, Jacqueline de Romilly analiza la mentalidad griega en relación con las diferentes formas de violencia y, sobre todo, muestra la indiscutible actualidad de una herencia que nos empuja a combatir contra ella.
Un manifiesto político para el siglo de la inteligencia artificial. Con contribuciones de grandes pensadores como Daron Acemoglu, Sam Altman, Marc Andreessen, Mario Draghi, Peter Thiel o Svetlana Tijanóvskaya.
En el escenario: Donald Trump, Vladímir Putin, Xi Jinping. Una fiebre planetaria -y el riesgo real de una explosión global-. El espectáculo impresiona, pero ¿qué ocurre realmente entre bastidores?.
Se está produciendo una transformación profunda del orden mundial. Desde los ideólogos del Kremlin hasta los tecnocésares de Silicon Valley, nuevas élites forjan proyectos imperiales. El poder material e intelectual que se despliega desde la Casa Blanca es colosal, y como suele ocurrir, sus impulsores lo presentan como inevitable.
Pero la virulencia con la que atacan a Europa revela que todavía la perciben como un obstáculo. Y eso significa que no hemos perdido del todo nuestra capacidad de resistencia. Ser conscientes de ello es el primer paso para imaginar una alternativa. Porque el desafío no es solo político: es filosófico y cultural. Y toda resistencia empieza por entender.
El nuevo volumen de El Grand Continent es un manual imprescindible para quienes se niegan a aceptar la 'vasallización feliz' como horizonte.
Cuando tenía diecisiete años, Alice pasó un verano en una casa en el lago con su abuela Nan. Fue allí donde tomó la foto de tres adolescentes sonrientes en una lancha motora amarilla, la imagen que le cambió la vida.
Ahora, como fotógrafa, se siente más cómoda dejando que otros brillen. Sin embargo, últimamente le apetece un cambio, así que idea un plan para Nan y para ella: otro verano en ese lugar mágico, Barry’s Bay.
Sin embargo, tan pronto como se instalan, su paz se ve interrumpida por el rugido de una conocida lancha amarilla, y el hombre que la conduce.
Charlie Florek tenía diecinueve años cuando Alice lo fotografió. Ahora ha crecido y es un sinvergüenza encantador, y los días soleados y las cálidas noches en el lago con él son un bálsamo para su alma. Pero cuando Alice levanta la vista y ve su penetrante mirada verde clavada directamente en ella, empieza a preocuparse…
Porque a ella se le da bien ver a la gente, pero nunca ha conocido a alguien que le devuelva la mirada.
¿Cómo es posible sobrevivir a la muerte? Una reflexión sobre la muerte que nos ayudará a entender su sentido. Un libro profundo y reconfortante, con numerosas reflexiones para la propia vida.
Un método popular para "sobrevivir" a la muerte es simplemente no hablar de ella. Sin embargo, en su nuevo libro, Wilhelm Schmid enfrenta este tema sin rodeos.
Porque no hay escapatoria: por ahora, la muerte sigue siendo el final de la vida para cada ser humano. Lo único que varía es el momento y la manera en que ocurre. La mayoría de las veces llega demasiado pronto y deja tras de sí mucho sufrimiento. ¿Podría aliviarse este drama si aceptáramos la idea de que la muerte no es el final de toda existencia?
Wilhelm Schmid aborda con seriedad esta cuestión, que ha inquietado a la humanidad desde tiempos inmemoriales: ¿A dónde va aquel que se marcha? ¿A otra vida? ¿Existe realmente una vida después de la muerte? ¿Cómo podría imaginarse? ¿Podría ser un consuelo el simple hecho de que tal posibilidad exista?