Esta obra comprende quince ensayos de Karl Löwith publicados entre 1932 y 1970 en los que el filósofo alemán va desgranando su postura respecto a los núcleos esenciales de la filosofía de nuestro siglo. Inmerso en su época, logró, sin embargo, la distancia necesaria para cuestionar sus fundamentos: el nihilismo, el historicismo y el decisionismo.
Los conocidos como Cuadernos negros son una especie de diario filosófico que contiene las anotaciones que Martin Heidegger fue haciendo en paralelo a su magisterio académico y a sus obras publicadas. En estas notas se enlazan las reflexiones más estrictamente teóricas con referencias a la situación personal y profesional del filósofo y a acontecimientos tanto históricos como del día a día. Pocas publicaciones filosóficas han suscitado en los últimos tiempos tanta expectación, interés y controversia como estos textos privados de Martin Heidegger. Él mismo había contribuido anticipadamente a su notoriedad al designarlos como la «coronación» de sus obras completas e indicar que debían ser los últimos en ver la luz. Pero, sobre todo, se esperaba que la edición de estos Cuadernos negros aportara las pruebas irrefutables del antisemitismo de Heidegger y de sus simpatías por el régimen nacionalsocialista. ¿Cómo es posible que quien probablemente fuera el pensador más importante del siglo XX empleara su genio especulativo en hacer una fundamentación ontológica del holocausto? Esta primera entrega, que recoge los cuadernos de los años 1931 a 1938, constituye una fuente imprescindible para contextualizar y valorar la implicación de Heidegger en el nacionalsocialismo, que él concibe desde una metapolítica encuadrada en la historia del ser. Pero, además, ayuda a plantear la cuestión general de la relación entre las fuerzas históricas, la condición existencial del hombre como individuo y como comunidad, la filosofía y la política.
Los Cuadernos Negros, especie de diario filosófico, enlazan las reflexiones más estrictamente teóricas con referencias a la situación personal y profesional de Martin Heidegger, así como a acontecimientos tanto históricos como cotidianos. Representan en este sentido un estilo de escritura y meditación filosófica extremadamente singular.
G. W. F. Hegel nació en Stuttgart, capital de Suabia, en 1770. Tras haber estudiado teología en Tubinga se ganó la vida como preceptor privado hasta que en 1801 se incorporó a la Universidad de Jena bajo la protección de Goethe, a quien fue fiel toda su vida. En 1807 se liberó de la absorbente influencia de Schelling al publicar La fenomenología del espíritu y ese mismo año empezó a trabajar como redactor en un periódico de Bamberg hasta su nombramiento como rector del Instituto de Núremberg en 1809. En 1816 pasó a la Universidad de Heidelberg y dos años después a la de Berlín, ciudad donde permaneció hasta su muerte en 1831. Es uno de los más grandes pensadores universales. Zubiri decía que Hegel representaba la madurez de Europa.
No cabe duda alguna de que la publicación de la Crítica de la razón pura constituye un punto de inflexión en la historia del pensamiento filosófico. Los nuevos planteamientos que ofrece la obra de Immanuel Kant conformaron toda una revolución para la filosofía en general y para la metafísica en particular. Sin embargo, hay una serie de cuestiones que Kant no trató en profundidad en su obra magna, tales como la historia de la filosofía, la supervivencia del alma tras la muerte o el principio de razón suficiente, entre muchas otras. Es importante recordar que Immanuel Kant era, ante todo, profesor. Por ello, todos esos temas fueron tratados, de una u otra manera, a lo largo de las clases que dio en la Universidad de Königsberg. Concretamente, los apuntes tomados por sus alumnos, tales como J. W. Volckmann o K. C. Mrongovius (cuyas notas se recogen en este libro), constituyen una interesante ampliación de algunos de aquellos temas que Kant, aun estudiándolos a lo largo de aquellos años, no trató en profundidad en la Crítica de la razón pura.
En diálogo y contraste con pensadores como Nietzsche o Hegel, de la mano de autores como Milan Kundera, Walter Benjamin o José Ortega y Gasset, que en sus teorías de la novela han meditado sobre las relaciones entre literatura y filosofía a partir del horizonte abierto por la crisis de la modernidad, este libro traza una genealogía más matizada de ambas esferas, destacando sus afinidades electivas. Por sus páginas desfilan Don Quijote, Gargantúa, Tristam Shandy, Wilhelm Meister, Gregor Samsa y Tomás y Teresa, los personajes de La insoportable levedad del ser; pero también los metarrelatos y la risa de Dios, la teodicea y el nihilismo, el Bildungsroman y la novela picaresca, la teoría viquiana del mito y el humanismo retórico, la vanguardia y la pintura de Friedrich, el posmodernismo y la nostalgia estética, apuntando así a un sustrato hermenéutico común, motor del pensamiento contemporáneo.
Convertido hoy en una de las figuras más influyentes de nuestro pensamiento contemporáneo, Eugenio Trías es analizado en este libro a partir de tres propuestas que logran resumir todo un método y una actitud filosófica a lo largo de los años. La idea de que la obra del filósofo puede leerse desde una fértil ambigüedad es central en la primera parte del libro, donde se señala, en perfecta sintonía con su método, que Trías siempre fueron dos, uno joven y rupturista, y otro atento al orden y al vínculo, a la religación. Su idea del límite, que, como señala Jordi Ibáñez Fanés, lo acompañó aun sin nombrarlo desde sus primeros libros, puede entenderse en el doble sentido de barrera infranqueable y al mismo tiempo como un espacio que articula e incluso desafía y estimula la posibilidad de acceder a lo hermético, al enigma del ser y de la vida. Las otras dos partes del libro, presentadas a modo de apéndices, se ocupan la primera del joven Trías «hacia 1970», acompañado o más bien leído ya que se comentan aquí todas sus primeras obras junto con sus compañeros de generación Fernando Savater y Xavier Rubert de Ventós; y la segunda del filósofo ya crepuscular, dedicado a los placeres de su pasión cinéfila, con sendos comentarios de dos películas idóneas para comprender lo que se pone en juego en la filosofía del límite: Vértigo de Hitchcock y Persona de Ingmar Bergman.
Cuando muchas filosofías habían concluido que el pensamiento husserliano ya estaba agotado, obras como la presente suponen un renovado impulso en los estudios de fenomenología trascendental. A lo largo de estas páginas, el autor sistematiza de manera original y con inusitada claridad las principales cuestiones de la fenomenología husserliana y revela una nueva dimensión de la experiencia trascendental: la generación constitucional e histórica del mundo de la vida. Con su investigación trata asimismo de explicitar los límites de la fenomenología genética mediante la formulación de una fenomenología generativa. El análisis de fenómenos como el mundo familiar y el mundo ajeno, o como la normalidad y la anormalidad, abre un fructífero camino metodológico para la fenomenología del mundo social y la filosofía contemporánea.