Ninguna teoría acerca del funcionamiento
y estructura de la mente ha ejercido
tanta influencia ni ha adquirido
un estatus tan preponderante como
la doctrina psicoanalítica, cuyas
categorías y explicaciones no tardaron
en convertirse en núcleo de un modo
radicalmente nuevo de entender
la realidad psíquica que ha marcado
de forma notable el siglo XX. Obra
cuya publicación produjo en su día
un auténtico escándalo social
y académico, Tres ensayos sobre teoría
sexuales una de las mejores exposiciones
de las ideas de Sigmund Freud
(1856-1939) acerca de las tradicionalmente
consideradas aberraciones sexuales
-desviaciones respecto al objeto de la libido
(inversión, pederastía, bestialismo) y a su
finalidad (transgresiones anatómicas,
fetichismo, sadismo, masoquismo)-
así como respecto a la sexualidad infantil.
«El hecho de la existencia de necesidades sexuales en el hombre y el animal es expresado en la biología mediante el supuesto de una “pulsión sexual”. En eso se procede por analogía con la pulsión de nutrición: el hambre. El lenguaje popular carece de una designación equivalente a la palabra “hambre”; la ciencia usa para ello “libido”. La opinión popular tiene representaciones bien precisas acerca de la naturaleza y las propiedades de esta pulsión sexual. Faltaría en la infancia, advendría en la época de la pubertad y en conexión con el proceso de maduración que sobreviene en ella, se exteriorizaría en las manifestaciones de atracción irrefrenable que un sexo ejerce sobre el otro, y su meta sería la unión sexual o, al menos, las acciones que apuntan en esa dirección.»