Cuestionarse el derecho a opinar en pleno siglo XXI y asumir que una parte de la población se crea con derecho de callar otra es un peligro. El diálogo, incluso entre posiciones opuestas, es la base de cualquier convivencia democrática, algo que parece olvidarse en un entorno social y cultural en el que abundan las verdades absolutas. ¿Hay que seguir viendo Lo que el viento se llevó, o la eliminamos de todas las filmotecas por racista? ¿Es Lolita una obra maestra de la literatura o prohibimos a Navokov por pedófilo? ¿Perseguimos a J.K. Rowling, autora de Harry Potter, por su opinión sobre lo que es una mujer? ¿Quemamos los cómics de Tintín en aras de una defensa a los pueblos colonizados por los europeos? ¿Debe censurarse una atracción de Blancanieves en un parque temático porque recibe un beso no consensuado del príncipe? ¿Puede un cocinero blanco cocinar un guiso chino o es apropiación cultural? ¿Merece un análisis la obra de Dostoievski o censuramos todo lo procedente de Rusia? ¿Pueden los actores interpretar a personajes que no sean de su misma raza y condición sexual? ¿Impedimos la lectura de Las aventuras de Tom Sawyer porque utiliza la palabra negro' a pesar de que Twain fue un defensor de la igualdad racial? La tradición artística, literaria y cinematográfica, la política, la historia ¿Deberían poder ser analizadas en su contexto? y ¿Quién tiene el poder para decidirlo? Nos jugamos mucho al elegir entre la libertad de expresión, la creatividad o la censura. También en aceptar quién puede establecer esos criterios, hoy manejados por ese poder sin nombre que son las RRSS. Porque de prohibiciones y de acoso a quien se cuestiona lo que se conoce como Pensamiento Woke, va la Cultura de la Cancelación.
Ahora mismo, alguien, en algún lugar, está siendo cancelado. Tuits improvisados o bromas «inofensivas» en la oficina pueden destrozar vidas. La izquierda condena a la derecha y el fanatismo de las viejas élites. La derecha se queja de lo políticamente correcto. En realidad, ambos bandos se confabulan en una política reaccionaria tan contraproducente como divisiva. ¿Puede la izquierda escapar de este extremismo y mantenerse fiel a los ideales progresistas que una vez profesó?
En esta provocadora obra, Umut Özkırımlı revela cómo la izquierda se ha visto arrastrada a una espiral de odio tóxico e indignación, alejándose de los ideales democráticos de libertad y pluralismo que pretende representar. Explorando las similitudes entre el populismo de derechas y la política identitaria radical, expone una visión alternativa. Solo centrándose en la humanidad que compartimos y obviando nuestras diferencias podrá la izquierda encontrar un camino constructivo y consensuado que nos devuelva de lo woke.
Desde la antigua Mesopotamia hasta la época helenística y romana, desde la antigua India hasta el Mediterráneooriental, se crearon en la Antigüedad algunas de las composiciones más poéticas y de sentimiento religioso más profundo de la historia de la literatura y de la religión.
Este libro sigue el rastro de constantes hímnicas que desde la antigua Mesopotamia dan expresión al canto a la divinidad, mezclándose entre sí y adaptándose a nuevos dioses hasta llegar en época helenística al Mediterráneo oriental.
A las distintas tradiciones hímnicas que se van imbricando hasta llegar al mundo grecorromano –babilonia, acadia, egipcia, india, ugarítica, hitita y luvita– está dedicada la primera parte del libro. La segunda parte se consagra a la variedad hímnica en el Oriente heleno.