En la cárcel de Santiago de Compostela, en el verano de 1936, un pintor dibuja el Pórtico de la Gloria con un lápiz de carpintero. Los rostros de los profetas y de los ancianos de la Orquesta del Apocalipsis son los de sus compañeros republicanos de presidio. Un guardián, su futuro asesino, lo observa fascinado... La historia de ese lápiz, conductor de memorias, portador de almas, continuará hasta nuestros días.
Después de La lengua de las mariposas, Manuel Rivas retoma el hilo de la tragedia española, la guerra que estremeció al mundo y marcó la historia del siglo XX. Pero El lápiz del carpintero no es una historia más sobre la guerra. Trata de la vida de los hombres y las mujeres en el lado más salvaje de la historia. Trata de la fuerza del amor ocupando el hueco abismal de la desesperanza.
Con el lápiz del carpintero, con las manos de las lavanderas, con el dolor fantasma de los amputados, con la belleza tísica de los enfermos... va tejiéndose la red de la realidad inteligente. Aquí el lenguaje se confunde con el aliento de la vida, con el código morse de las vísceras. Una novela escrita desde hoy y para siempre.
Sobre un fondo de boleros, el protagonista de esta novela atraviesa la adolescencia con la frente cuajada de acné. Cada uno de aquellos granos era un pecado mortal, según le decía el confesor. El sentido de la culpa no podía desligarlo del pacer y éste era la hierba quemada del verano, el sonido de la resaca en la playa bajo el cañizo ofuscado por la luz del arenal.
Sobre un fondo de crímenes famosos en aquella Valencia todavía huérfana de los años cincuenta se desarrolla la conciencia del protagonista. El crimen de la envenenadora, el garrote vil a aquel esquizofrénico que asesinó y cubrió de flores a la niña antes de depositarla en una acequia, la aparición de las piernas depiladas de un hombre con las uñas pintadas dentro de un saco: a través de esta geografía de la memoria un tranvía con jardinera cruzaba la ciudad y se dirigía a la playa de la Malvarrosa. En ese espacio olvidó el protagonista la neurosis del padre, la tortura de una educación religiosa, la sordidez de aquel tiempo. Desde el fondo de la adolescencia llegó a Valencia un día en que todos los escaparates de las pastelerías exhibían la imagen del general Franco confeccionada a base de frutas confitadas.
Una historia sobre lo bello y lo terrible. Una historia de descubrimiento.
"La primera vez que papá murió todos pensamos que estaba fingiendo."
Así empieza Malaherba de Manuel Jabois. Un día Mr. Tamburino, Tambu, un niño de diez años, se encuentra a su padre tirado en la habitación y conoce a Elvis, un nuevo compañero de su clase. Descubrirá por primera vez el amor y la muerte, pero no de la forma que el cree. Y los dos, Tambu y Elvis, vivirán juntos los últimos días de la niñez, esos en los que aún pasan cosas que no se pueden explicar y sentimientos a los que todavía no se sabe poner nombre.
Esta es una historia de dos niños que viven una extraña y solitaria historia de amor. Un libro sobre las cosas terribles que se hacen con cariño, escrito con humor y una prosa rápida que avanza llevando a Tambu y su hermana Rebe, a Claudia y su hermano Elvis, a la frontera de un mundo nuevo.
Con treinta años Laura deja a su pareja y abandona Ibiza para mudarse a Nueva York. Su juventud ha estado marcada por la relación con su padre, un hombre intolerante; su madre, que desapareció para regresar cinco años después; y Pablo, su hermano, que encuentra en la pintura la manera de luchar contra la enfermedad mental que padece.
En Nueva York, Laura empieza a trabajar en una editorial y a asistir a las clases que Gael, un misterioso conocido de su madre, imparte en la Universidad de Columbia.
¿Quién es Gael? ¿Qué sabe él de todo lo que ha ocurrido en su familia?
La pandemia ha quedado atrás, y Kostas Jaritos ya es jefe de las Fuerzas de Seguridad del Ática, un logro que celebrará con su familia y sus amigos. Después de recibir las felicitaciones del ministro del Interior, regresa a Jefatura… esta vez con uniforme. Entre los cambios que provoca ese nombramiento, el más importante es el de su sucesión: por primera vez, será una mujer, Antigoni Ferleki, la que ocupe el puesto de jefa del Departamento de Homicidios. Pronto, Kostas debe garantizar la seguridad de tres ricos empresarios extranjeros que viajarán a Grecia con el objetivo de invertir en algunos recintos arqueológicos. Los medios de comunicación los acogen con entusiasmo, pero no todo el mundo está contento. Un grupo de mujeres, autodenominado «las Cariátides», no ven con buenos ojos ese proyecto. Las consecuencias serán trágicas en esa Atenas que se transforma sin perder nunca su identidad.
¿SON LOS SUEÑOS ALAS O RAÍCES?
El sueño de Kelly era escribir, y lo alcanzó con 16 años al publicar su primera novela, Nuestro Big Bang.
El sueño de Graham tenía que ver con el hielo en todas sus formas, y llegó de la mano del hockey al estrenarse como jugador estrella del Boston Bruins antes de acabar el instituto.
Pero Kelly entra en bucle en su escritura y no consigue dar con la idea para su próxima novela. Y Graham se lesiona en un partido y queda a la espera de una operación crucial que decidirá el futuro de su carrera.
Un callejón sin salida para los dos que se abre cuando Kelly, que necesita el dinero, acepta la propuesta de escribir la biografía de Graham Scott. Graham acepta conocerla y piensa que será la primera y última vez que vea a la rubia de ojos grandes, porque no tiene ninguna intención de que ni ella ni nadie escriba su puñetera biografía. No está acabado.
Aunque ambos creen saber quién es el otro, entre entrevistas, paseos por el TD Garden, partidos de hockey sobre hielo, bordados de colores, libros y tatuajes ridículos descubren que son mucho más que la escritora en crisis y el irritante deportista de élite lesionado.
Kelly ya nunca verá igual a los insectos.
Graham lee maravillado la primera novela de Kelly.
Y empieza a surgir una nueva pregunta: ¿son los sueños alas o raíces?