Polvo, canto extrañísimo, en cuyo centro se sitúa lo insustancial, lo insignificante, lo casi invisible y, sin embargo, su lectura nos lleva al centro de la vida, de la vida precaria y la que no, de la vida de tantas mujeres que limpian el polvo con dignidad. Un poemario que habla de la dignidad, sobre todo nos habla de la dignidad. ( ) Polvo es un suceso. Blanca Morel pone en juego una poesía en la que sucede la vida, con sus intersticios y sus contradicciones. ( ) Textos cortos como fogonazos, con una forma aforística para acercarse a la realidad, rodeándola con sabiduría, dándonos apenas unas coordenadas mínimas para encaminarnos por los versos. Polvo es un poemario originalísimo. La factura que deberíamos pagar por llevar nuestras lentes a la tintorería. Eso y mirar a la cara a la que limpia la encimera.
«Se expuso al pasmo de las lunas y a la insolación en los desiertos de salitre, a vendavales y tormentas eléctricas, vivió aguaceros interminables bajo las enramadas de la selva, probó la electricidad de los gimnotos y succionó venenos de serpiente, estuvo a punto de ahogarse en los raudales del Orinoco y en las tormentas de Barú, sintió el abismo desde el lomo de las mulas en los desfiladeros del Quindío, afrontó los escorpiones del Cauca, las ranas venenosas de Dagua, las noches de mosquitos del Magdalena, y no solo volvió más fuerte a Europa, sino que disfrutó por décadas de una salud tan envidiable, que hubo quien pensó que aquel baño de peligros lo había inmunizado contra la muerte».
Si piensas que no hay nada más conmovedor que el cuento de La bella y la bestia, es porque aún no conoces la historia real.
1537, isla de Tenerife. Un grupo de mujeres, mientras entonan antiguos cantos, forman un círculo alrededor de una joven parturienta. Sus alaridos resuenan en todo el valle. De repente, se hace el silencio. Y un último grito desgarrador…Entre las cobijas que debían arropar a un bebé, asoma lo que parece una
pequeña mano cubierta de pelo. Ha nacido Petrus Gonsalvus, un rey guanche. Y esta es su historia…
Rechazado por su pueblo, que lo considera un ser demoniaco, Petrus acaba en la corte de Enrique II de Francia y Catalina de Médici, a donde llega como un obsequio para el rey. Allí lo tratan como una simple mascota para divertimento real. Sin embargo, el monarca ve en él el brillo de una inteligencia despierta
y sensible, y decide acogerlo bajo su protección.
Petrus conoce entonces a Diana, hija bastarda del rey, que se convertirá en su amiga, cómplice y confidente. Los dos aprenderán a desenvolverse en la corte y lucharán por encontrar su lugar en ese mundo que los margina. Hasta que se cruza en su camino Catherine, una hermosa dama de compañía de la reina, elegida para ser la esposa de Petrus. Él se verá obligado a tomar una difícil decisión…