Olga Lara, con la publicación de sus dos poemarios Cosas del
Alma y Tras las Barrancas, demuestra ampliamente su
inequívoca vocación por la producción poética.
En sendas obras, esta compositora y poeta dominicana, muestra
un vasto caudal de conocimientos sobre las técnicas escriturales
de la poesía clásica, las que domina tan magistralmente que ha
logrado convertirse, si no en la pionera, en una de las primeras
mujeres creadoras de sonetos melódicos en la historia de la
humanidad.
Su dominio de la versificación supera con creces a muchos de los
trabajadores de este complejo subgénero literario, siendo éste el
más riguroso, complicado y exigente marco de exposición
poética.
Pero Olga Lara no se limita a estructurar musicalmente sus
poemas, más bien los alimenta de contenidos novedosos,
pletóricos de imágenes y figuras de retórica que engalanan al
texto con gran belleza y armonía, tocando temas que nacen
desde su observación permanente de la cotidianidad.
La poesía de Olga Lara y el manejo de las formas, son
fehacientes muestras de una impronta que parte de su
constante acercamiento a la lectura, de su devota
asistencia a talleres especializados, de su innegable
dominio del idioma y su determinación por
dejar un legado que satisfaga al más exigente cultivador de la poesía medida y rimada…. y más allã.
Monseñor Freddy Bretón pone en nuestras manos un libro de
palabras cuidadas. Textos que piden una lectura pausada que
permita exprimir las palabras para "sacarles el jugo". Esto vale
para los artículos científicos con su "nube de testigos"
e
igualmente para los textos más breves. El autor es un maestro
de la palabra y en cierto sentido el significado de las palabras
es algo como la hebra por la cual va enhilando como perlas de
una cadena los artículos, cuentos, anécdotas, reflexiones y
aforismos del libro. Como poeta que es, monseñor Freddy
Bretón cuida la palabra, la pule, la hace brillar. Una y otra vez
busca con paciencia el significado preciso y profundo de cada
expresión. Me imagino que mucho de esto lo aprendió en sus
estudios de exégesis bíblica.
Las palabras que nos regala este libro muestran a un
observador agudo. Y nunca les falta esta pizca de humor, que
nace del amor auténtico a la gente, tanto en su grandeza como
en su debilidad.
Este es un poemario mixto donde hay poemas: De amor, de la patria y de temas sociales. En el se encuentra la cosmovisión del autor que utiliza un estilo libre en la creación de sus versos.
Recuerda con gratitud la patria de mi padre y de mi primo el General Juan Pablo Duarte, gallardos paladines de la Independencia de la primada de las Indias. Venezolano de nacimiento y caraqueño, me entusiasma también que la gloria del Libertador Simón Bolívar tenga muy digna representación en la hija inmortal de Cristobal Colon; porque mi padre fue admirador y teniente del Creador de las cinco Repúblicas que adornan el continente suramericano.
Víctor Andrés escribe o borda «El sastre de las mariposas» sobre una superficie de piel o de aire; lo digo porque algunos poemas duelen y otros alzan el vuelo después de ser leídos. Dentro de este imaginario con
forma de alas se hila mantas de luz y sombras tan lúcidas como la locura, donde la casa habita las sillas o un olvido es capaz modificar el destino, cubriéndolo todo, hasta el tiempo.
Su presencia persiste a lo largo de todo el poemario, tanto en su sonar clásico de reloj como en el ritmo de las gotas o en los segundos que se estiran hasta caer. Redondo y a la vez libre, «El sastre de las mariposas» aguarda para agujerearte la razón.
Diez relatos cortos. Diez aventuras buscando plasmar un país en el que hechos del pasado, acciones inconclusas y sentimientos extraviados, transforman de manera inexorable a sus habitantes.
El pasado, una mezcla de alegría, ternura y horror, que arrastramos con nuestra soledad prolongada, se replica, transformado hacia el presente. Los fragmentos que llamamos recuerdos deben renacer en las páginas, convocando a un encuentro con un país que reconocemos desde la distancia del tiempo. Estos cuentos son, de cierta manera, una declaración de amor a mi país de origen, cristalizados, indefectiblemente, en un Tiempo Imperfecto.