Una mañana de 1899, Martin Pearce, un escritor, viajero y orientalista inglés, exhausto después de escapar de una banda de ladrones, llega a una pequeña ciudad costera de África Oriental. Allí, en esa población en ruinas al borde de la vida civilizada, se enamora de Rehana, y comienza una apasionada historia de amor que unirá dos culturas y que reverberará a lo largo de tres generaciones y a través de los continentes, desde el África colonial hasta el Londres de los años sesenta.
Una novela sobre las consecuencias del pasado, el poder combativo del amor y la fuerza salvadora de la literatura.
La Historia ha dejado una impronta indeleble en la familia que protagoniza esta saga: sus vidas accidentadas recorren más de cien años de la historia de Japón, desde la época colonial hasta la actualidad, pasando por la emigración a Estados Unidos y, sobre todo, la Segunda Guerra Mundial en el frente del Pacífico. Así, mientras un médico retirado debe afrontar las consecuencias morales de sus terribles actos en tiempos de guerra, una mujer revela en una entrevista un asesinato durante la dura Ocupación norteamericana, o un hombre en la edad adulta se entera de que no nació de sus padres japoneses, sino de un recluta coreano esclavizado para construir el búnker de guerra para el emperador nipón. Todos, en mayor o menor medida, se enfrentan a un legado de pérdidas, imperialismo y guerras.
Cuando se publicó El retrato de Dorian Gray, la crítica moralizante acusó a su protagonista de ser una figura satánica, corrompida y corruptora, sin comprender que era el héroe de una novela que reflejaba la fatalidad de los románticos: Oscar Wilde (1854-1900) había querido hacer de la belleza un refinamiento de la inteligencia; y para ello sumió a su protagonista en una atmósfera de perversión dominada por el arte y los poderes de un misterio que está más allá de la realidad. Pero el autor no se conforma con la simple descripción: incrusta a su personaje en un crimen y, como Edgar Allan Poe en sus relatos, lo rodea de un misterio que la razón no puede explicar. Dorian Gray sigue siendo, más de cien años después de la muerte de su autor, una piedra angular en los debates entre la ética y la estética, en las relaciones que mantienen el bien y el mal, el alma y el cuerpo, el arte y la vida.
Ray Carney, hijo de un miembro de la mafia local y padre de familia modélico, regenta la tienda de muebles de la calle Ciento veinticinco, en Harlem. Ray intenta alejarse de la vida de delincuencia que su padre le mostró de niño, pero con un segundo hijo en camino necesita sacarse un dinero extra revendiendo artículos robados. Ahora, su primo Freddie le ofrece participar en algo más peligroso: el robo del famoso hotel Theresa, el Waldorf de Harlem. Policías corruptos, gángsters locales y pornógrafos pirómanos pasan a formar parte de su clientela habitual, y Ray tendrá que hacer equilibrios para mantener esta doble vida sin morir en el intento.
El multipremiado Colson Whitehead regresa con una historia deslumbrante que recrea el paisaje criminal del Harlem de los años sesenta, un lugar que se convertirá en el centro de la lucha por los derechos civiles y donde la muerte de un adolescente negro abatido a tiros por la policía desencadenará los famosos disturbios de 1964. Una vez más, el autor pone de relieve las desigualdades y la discriminación racial de una época cuyos ecos aún resuenan en nuestro presente, en una novela criminal cargada de humor con la que consigue romper de nuevo las reglas del género negro.