Respondiendo al espíritu enciclopédico y totalizante que caracteriza toda la escritura del marqués de Sade, en sintonía con el siglo al que pertenece, Aline y Valcour no solo pretende ser la novela filosófica, sino que se construye como una auténtica macronovela o compendio narrativo que abarca los principales géneros narrativos y registros de escritura del siglo XVIII: todo ello utilizando como soporte el género epistolar.
Cuando se lee Alicia en el País de las Maravillas, se puede imaginar al autor caminando al lado de las niñas, las tres hermanas para las que inventó el cuento, improvisando continuamente. Como buen profesor acostumbrado a llenar pizarras de números, su relato no pierde el hilo, siempre resulta coherente, dentro de lo absurdo que está contando, y se siente animado por las miradas chispeantes de las pequeñas. Cuando se sientan para descansar, o mientras toman un refrigerio para recomponer fuerzas, prosigue el relato, que ya no se detendrá hasta llegar a su hija.
Alicia en el país de las maravillas. Alicia se aburre. Alicia desea vivir una aventura… y eso es lo que le sucederá cuando se cruce con un conejo blanco que llega tarde y lo siga por su madriguera hasta una tierra diferente, un mundo plagado de cosas extrañas y maravillosas, donde las orugas fuman en pipa, los gatos se desvanecen ante sus ojos, se celebran los no cumpleaños y las reinas cortan cabezas. Alicia a través del espejo. Continuación de Alicia en el País de las maravillas. Ocurre seis meses después de la historia original. El autor mantiene la exploración de los temas infantiles, los juegos de palabras y el simbolismo que caracterizaron a su obra más famosa. Alicia descubre esta vez un mundo nuevo, lleno de personajes coloridos y muchas más aventuras fantásticas.
Penguin Clásicos nos trae esta preciosa edición conmemorativa del sesquicentenario de la publicación original de este gran clásico.Alicia en el país de las maravillas traspasa el umbral que separa la realidad del sueño y se adentra en un territorio sin leyes ni normas donde todo es posible. Triunfo de la imaginación y del ingenio, esta narración recrea un mundo de escenarios y criaturas insólitos, y pone en entredicho todos y cada uno de los postulados lógicos del mundo convencional. Este volumen presenta, junto a la traducción magistral de Luis Maristany y las láminas clásicas de John Tenniel, una nueva edición de Las aventuras subterráneas de Alicia, la obra seminal que el reverendo Dodgson -Lewis Carroll era su seudónimo- escribió e ilustró a mano para Alice Liddell en 1864. Cierra el tomo Alicia para los pequeños, la adaptación infantil que el propio autor hizo de su propia obra en 1890. Virginia Woolf dijo... «Solo Lewis Carroll nos ha mostrado el mundo tal y como un niño lo ve, y nos ha hecho reír tal y como un niño lo hace.»
Fernando de Herrera publicó relativamente poco y es recordado sobre todo por su propia colección poética, Algunas obras (1582), dechado de precisión clasicista y exquisitez lírica. Admiradores y amigos de Herrera, encabezados por el pintor Francisco Pacheco, publicaron en 1619 un grueso volumen de Versos del sevillano, muchos de ellos inéditos.
La presente edición para la BCRAE sigue el volumen impreso en 1582, del que se han cotejado todos los ejemplares conocidos, incluido uno que contiene correcciones manuscritas del propio autor. Se estudian asimismo las diferencias entre esa edición y la póstuma (1619), para otorgarle a esta última mayor relevancia autorial de la que se le había reconocido; se han tenido en cuenta también los manuscritos conservados, en especial uno de 1578 con abundantes poesías no recogidas en los impresos, y el conjunto se completa con cuatro poemas latinos de juventud.
El resultado es una edición cuidada al detalle que se erige en interpretación integral de una de las cimas indiscutibles de la poesía amatoria, elegíaca y heroica del Siglo de Oro.
Chesterton destacó en todos los géneros literarios, especialmente en el menos convencional y menos cerrado, (tal como convenía a su peculiarísima personalidad humana y artística), es decir, en el artículo periodístico. Porque el siempre polémico y polemista Chesterton fue sobre todo, durante toda su vida, un periodista, es decir un hombre curioso y apasionado para quien no había asunto que no pudiera o no debiera ser tema de discusión («no hay cosas sin interés. Tan sólo personas incapaces de interesarse» es una de sus frases o, lo que es casi lo mismo, de sus paradojas). Ahora que lo pienso, inédito hasta ahora entre nosotros, en su inicial edición inglesa de 1930 tuvo el título de Come to Think of It. A Book of Essays y es una buena muestra de esa universal curiosidad presente siempre en Chesterton y de su originalísima, peleona y buenhumorada visión del mundo. Con este nuevo título llegamos al número dieciocho de los libros de ensayos de Chesterton publicados en Renacimiento y Espuela de Plata.