En esos primeros pasos del día, la sentencia de la neurocirujana aparecía siempre como un borrón negro en su cabeza: «Poco a poco, perderás toda la movilidad en el cuerpo».
Joanca recordaba su pasado encerrado en su habitación: su infancia, sus amigos, República Dominicana y su maldita enfermedad que trataba de recortar su existencia.
Huía de su destino como podía, caminado por las calles, intentaba despistarlo. Sabía que no podía parar, si paraba el tiempo lo atraparía y lo dejaría sentado para siempre. Y así nació la idea de subir la montaña, a pesar de su condición, a pesar de todo. Sabía que era verdad, que no podía claudicar sin pelear, rendirse sin más.
Su amigo Joan Vila se encargó de regar su reto con disciplina y estímulo, convirtiéndose en su motivador personal, tirando al carajo todas las predicciones médicas.
En ocasiones, hay amistades inquebrantables como el acero, que no se dejan amedrentar por nada.
¿Alguna vez has sentido que el tiempo se te escapa por entre los dedos? ¿Que el día a día se vuelve una interminable monotonía de tareas, compromisos y situaciones que te desbordan y, al final, de alguna manera sigues exactamente en el mismo sitio, sin ser capaz de alcanzar tus objetivos y metas?
Si es así, debes saber que existe una solución. Es posible diseñar la vida que deseas vivir, construir tus propios caminos y llegar al destino que desees llegar. Solo debes estar dispuesto a hacer un esfuerzo y pagar el precio, ya que aunque nada es gratis, todo es posible. Solo se trata de asumir el control de lo que te ocurre y organizar tu tiempo. ¿Te animas?
¿Es la Mansa lo que su apodo familiar parece sugerir? Solo el lector será capaz -quizás- de dar cuenta de ello. Entretanto, ella vive al tiempo que recuerda el camino que la ha traído desde su isla caribeña hasta el Londres del presente. Con la ayuda de una enigmática figura que la acecha por detrás de sí misma y se convierte en su conciencia desdoblada.
Con un registro narrativo inusualmente fresco y provocativamente desenfadado, realista pero no exento de fantasía e incluso -en el buen sentido- de disparate, Karlina Veras produce una escritura fluida y singular, que genera al mismo una reflexión sobre asuntos que, lejos de ser triviales como lo son en apariencia, reflejan las complejas vivencias de una mujer que pretende ser diferente. Todo eso, a través del manejo formidable de un lenguaje coloquial que consigue universalizar sus regionalismos.