Un mechón de pelo y nueve palabras: «Esta era ella. Este, su pelo. Yo, su asesino».
La aparición de un mechón de pelo junto a un inquietante anónimo provoca la reapertura del caso Alicia, la joven asesinada hace quince años en un monte de Cantabria; el hecho podría confirmar una terrible sospecha: ¿y si el autor del crimen no fuera el hombre encarcelado por ello hace más de una década? La eficiente y metódica inspectora Herreros se verá obligada a liderar la investigación entre un Bilbao opresivo y un Madrid frenético mientras seguimos los pasos en primera persona del inspector Brul, su jefe y mentor, el hombre que mantuvo una relación con la víctima meses antes del suceso.
Finales del siglo XVI. Un asesino acecha la Universidad de Salamanca.
Salamanca, 3 de febrero de 1498. Un estudiante es asesinado en extrañas circunstancias y el maestrescuela de la Universidad le encarga al pesquisidor Fernando de Rojas que lo investigue. Para ello este contará con la ayuda de un avispado mozo llamado Lázaro de Tormes. En su aventura, deberán adentrarse en los bajos fondos y en los más diversos lugares de una ciudad donde nada ni nadie es lo que parece, hasta llegar a descubrir los entresijos de unos crímenes que hunden sus raíces en rencores del pasado y amenazan con desatar una guerra. Por su compleja y apasionante trama, desfilan personajes inolvidables, como fray Antonio de Zamora, y figuras históricas, como Isabel la Católica o Lucía de Medrano.
En un turbulento siglo XII, Leola, campesina adolescente, desnuda a un guerrero muerto en un campo de batalla y se viste con sus ropas de hierro, para protegerse bajo un disfraz viril. Así comienza el vertiginoso y emocionante relato de su vida, una peripecia existencial que no es solo la de Leola sino tambien la nuestra, porque esta novela de aventuras con ingredientes fantásticos nos está hablando en realidad del mundo actual y de lo que todos somos.
Bajo el lema de estos funerales mitológicos, Gabriel García Márquez reunió en 1962 siete relatos y la novela corta que da título al presente volumen, en el que aparece ya en todo su esplendor el elemento mágico y telúrico que a partir de entonces definiría su obra.
Estamos en Macondo y su región una vez más, entre personajes y episodios reconocibles, pero ahora caen pájaros muertos sobre el poblado, rompiendo mosquiteros y alambradas, un cura ve al diablo o afirma haber encontrado al judío errante, y visitar la tumba de un ser querido supone un riesgo impredecible. Y hay que enterrar a la Mamá Grande, soberana absoluta de este mundo, que falleció en olor de santidad a los noventa y dos años, tras haber conservado la virginidad durante toda su vida, y a cuyos funerales acude el presidente de la República y hasta el Sumo Pontífice en su góndola papal, pero también guajiros, contrabandistas, arroceros, prostitutas, hechiceros y bananeros llegados para la ocasión.
Colessa es oficial. Cole ha pasado de ser el acosador personal de Tessa a ser la única persona a la que ella quiere ver por las mañanas. Su objetivo para el primer año en la universidad es vivir a tope y amar profundamente.
Pero una vez en el campus, queda claro que su novio tiene la habilidad de encandilar a todo lo que se mueve. Cuando las universitarias empalagosas ataquen, las antiguas inseguridades de Tessa volverán a aparecer e incluso al mismísimo Cole Garyson Stone le costará convencer a su chica de que ella es la única.
Tessa es una chica del montón. Su plan para el último curso del instituto es pasar desapercibida y seguir admirando a su fichaje, Jay Stone, desde la distancia. Pero todo cambia cuando el hermano de Jay, Cole, vuelve al instituto.
Desde que Tessa puede recordar, Cole se ha dedicado a hacerle la vida imposible. Aunque también es verdad que si vas a tener un enemigo número uno, mejor que sea como Cole: alto, buenorro como hay pocos y con unos ojos azules que tiran para atrás. Sí, es verdad, ha sido el tormento de Tessa desde que eran pequeños: le ha puesto motes, se ha metido con su manera de hablar, de andar y hasta de respirar. Pero el chico que ha vuelto no se parece en nada al bully de antes. Este chico nuevo la desafía, prueba sus límites, la fuerza a sacar a la chica guay que ella se empeña en esconder bajo una capa de mediocridad y cutrerío...
¡Un momento!
¿Podría ser que quien ella cree que es su peor pesadilla sea en realidad su ángel de la guarda? Ya lo dice el refrán: quien bien te quiere, te hará rabiar.