Gregory Cajina, experto en neurociencia, se adentra en el fascinante mundo que se nos presenta a partir de los 40 y nos ayuda a entender mejor quiénes somos.
La mediana edad ronda hoy desde los 35 hasta los 60 años o más gracias a la medicina, la tecnología y los estilos de vida saludables. Cuando anteriormente el objetivo vital de muchas personas se resumía en trabajar, emparejarse, endeudarse y cuidar a los hijos, muchos ya lo han conseguido en la primera mitad de su vida. Entonces, ¿qué hacer con las décadas que restan aún de este viaje?
En La vida empieza a los 40, Gregory Cajina nos ofrece propuestas aunando ciencia, reflexión y acción para encarar la segunda parte de nuestras vidas: posiblemente la fase vital en la que, tras haber dedicado nuestros primeros años a lograr lo que creíamos más importante, ha llegado el momento de escoger lo que en realidad es relevante.
A través de sus páginas buscaremos comprender mejor a qué se refiere la crisis de la mediana edad —cuando ni es una crisis, ni sucede solo en la mediana edad—, viajaremos en el tiempo para enlazar filosofías milenarias con los avances más actuales en neurociencia y, finalmente, descifraremos algunas de las claves de lo que nos inspira, lo que nos motiva y, sobre todo, de lo que somos y podemos llegar a conseguir en la etapa más significativa de nuestras vidas.
Howard Roark es un arquitecto joven y osado. Es individualista, inconforme, y está dispuesto a enfrentarse al establishment de la vieja profesión, que rechaza las innovaciones y cuya única ambición es rendirse al gusto de las masas.
No le resultará fácil. Solo su entereza le permitirá salir adelante y encarar los deseos de los demás personajes: un arquitecto sin vocación, una amante que no cree en el triunfo de la rebeldía, un poderoso editor que sabe que su éxito depende del favor del público y un socialista que pretende dominar el mundo e imponerle una ética bondadosa. Deberá hacer frente a una sociedad que desprecia a los grandes creadores porque no encajan en sus esquemas estrechos.
«Ésta es la historia de un hombre que sin saberlo fue su siglo y la de un lugar que se condensa aquí en un nombre propio; Germán Alcántara Carnero. Una historia de violencia incontenible y natural que exige ser contada como una biografía discontinua y que no debía empezar aquí»
Así comienza El cielo árido, la historia de Germán Alcántara Carnero: de los hombres y las mujeres que vivieron a su lado y de la meseta en la que Monge destila las esencias de una Latinoamérica salvaje. Un lugar árido, donde las únicas constantes parecieran ser la soledad, la violencia, la lealtad y la lucha cotidiana por hacerse con una escala de valores que dote de sentido a la existencia.