¿Padecemos una resistencia natural al cambio? ¿Por qué nos oponemos a cualquier modificación de nuestra rutina diaria, de nuestros hábitos y costumbres? Lo cierto es que, a pesar de que a lo largo de nuestra vida aceptamos cambios cruciales, algunos hábitos nos resultan innegociables y, por más que queramos, no conseguimos erradicarlos.
En resumen, hay cambios fáciles y cambios extremadamente difíciles: ¿en qué se diferencian? Los psicólogos han demostrado que existen dos mecanismos distintos de toma de decisiones en nuestro cerebro: el racional y el emocional. El primero es lógico, estratégico, reflexivo, y el segundo es intuitivo e impulsivo.
Chip Heath y su hermano Dan, dos reconocidos especialistas en comportamiento organizacional, nos explican cómo alinear estos dos mecanismos para que, tras nuestros infructuosos intentos, los cambios nos sean más placenteros y obtengamos mejores resultados.
Cada mañana, A despierta en el cuerpo y la vida de una persona diferente. Nunca hay aviso previo de dónde ocurrirá o quién será el elegido. Pero A ya se ha hecho a la idea de ello, incluso tiene una serie de normas que sigue para vivir: nunca involucrarse. Pasar desapercibido. No interferir.
Todo está bien hasta la mañana en la que A se despierta en el cuerpo de Justin y conoce a la novia de este, Rihannon. A partir de ese momento, las normas a través de las cuales se ha guiado siempre dejan de tener sentido.
Porque, finalmente, A ha encontrado a alguien con quien de verdad quiere estar... un día, y otro, y el día de después.
Llegan Mick Herron y su multipremiada serie protagonizada por Jackson Lamb para modernizar, con brillantez y humor, el género del espionaje.
En breve, gran estreno de la serie en televisión/Apple TV+, con Gary Oldman como protagonista.
«La mejor serie de novela negra del siglo XXI.»
The Mail on Sunday
El reino del irreverente y sarcástico Jackson Lamb está en Londres y se llama Casa de la Ciénaga, un vertedero al que van a parar los miembros de los servicios secretos que han cometido un error, ya sea olvidar un documento en un tren, despistarse en una ronda de vigilancia o volverse poco fiables a causa del alcohol. Sus colegas los denominan «caballos lentos», son los parientes pobres del espionaje británico y todos comparten las ganas de salir de allí a cualquier precio y volver a la acción.