«Ha sido difícil y a la vez muy hermoso meterme en la piel de María de Magdala, una mujer a la que siempre he admirado y respetado.
Ella fue testigo de la resurrección del Señor y encargada por Él de comunicárselo a los demás. En esta novela la he imaginado como una mujer fuerte, inteligente y valiente que deseaba ser protagonista de su propia existencia en una sociedad en la que las mujeres no significaban nada. Tras el encuentro con Jesús, el amor de su vida, todo su interior se trastocó y de su horizonte existencial desaparecieron las sombras.
Somos muchas las mujeres que hoy, en pleno siglo xxi, la consideramos un modelo a seguir».
María Teresa Álvarez
Al contrario que los demás tomos, que siguen una línea cronológica, Deschner se centra en este en crímenes concretos, que divide en los siguientes grupos:
El sistema de falsificaciones cristiano.
El engaño de los milagros y las reliquias.
La economía de las peregrinaciones.
Oscurantismo y ruina de la educación de la Antigüedad.
Destrucción de libros por los cristianos y destrucción del paganismo.
El mantenimiento y consolidación de la esclavitud.
Falsa enseñanza social y real política social de la iglesia.
Escrito con claridad y sensibilidad, este fascinante libro ilustrado proporciona información detallada y amena, desde las grandes religiones hasta la mitología del mundo clásico.
-Un capítulo dedicado a cada una de las principales religiones del mundo: hinduismo, budismo, judaísmo, cristianismo, jainismo, sijismo e islam.
-Se incluyen las religiones y credos menos conocidos, lo que ofrece una visión completa de las creencias del mundo.
-Ilustraciones detalladas.
-Con reproducciones de más de 450 obras clásicas de arte religioso.
-Ofrece una cronología de la historia religiosa.
Una obra ideal para cualquier persona interesada en la historia, la filosofía y las creencias pasadas y presentes.
El primer siglo de la historia del cristianismo, que con frecuencia se ha presentado como el simple comienzo de la Iglesia, estuvo marcado en realidad por diferentes momentos cruciales tan inesperados como decisivos: la prematura muerte de Jesús, las apariciones del Resucitado, el establecimiento de los discípulos en Jerusalén, la sacudida causada por los helenistas, la ruptura de Pablo con la Gran Iglesia, la terrible tempestad de los años sesenta, la revitalización del judaísmo por Yohanan ben Zakai y sus discípulos, la exclusión de los minim de las sinagogas hacia 90-100 y la apertura, a comienzos del siglo II, del gran debate sobre la integración del cristianismo en el seno de la sociedad grecorromana.
La conciencia colectiva de los cristianos se fue poco a poco constituyendo y enriqueciendo en el curso de estos choques sucesivos. Judíos mesiánicos en sus inicios, los cristianos tomaron progresivamente conciencia de su originalidad en relación con el judaísmo. De lengua aramea, descubrieron la cultura griega y optaron en su mayoría por este nuevo medio. Hacia 125-150, salido del entorno protector del judaísmo, el cristianismo echa a volar con sus propias alas. Ha adquirido el pleno conocimiento de sí del adulto. Del joven tiene todavía la presunción de la que dan prueba los Apologetas y la intrepidez de los confesores que se niegan a toda concesión. Su infancia ha tocado a su fin. Helo aquí dispuesto a afrontar las tempestades de la madurez, que se anuncian rudas.
En casi todos los hogares hay un ejemplar de la Biblia, pero la mayoría de las personas jamás lo han abierto. Sin embargo, a pesar de la distancia -espacial, temporal y cultural- que nos separa de ellos, los textos de la Biblia siguen teniendo vigencia y fuerza. Difícilmente nos dejan indiferentes. Para los creyentes, son una luz que alumbra la fe, y para los no creyentes, una experiencia humana nada desdeñable.
Los textos que ofrece esta obra son fundamentales y, en cierta medida, claves para conocer la Biblia. Son veinte fragmentos –la mayoría, del Antiguo Testamento, especialmente desconocido para el gran público–, agrupados en tres bloques que hablan a su vez de tres focos de atención vitales: el universo, el hombre y Dios.
«En el principio existía el verbo». Esta frase, con la que comienza el Evangelio según San Juan, es clave en las enseñanzas de la Iglesia cristiana y ha sido determinante para el arte, la literatura y el lenguaje occidentales.
Sin embargo, en los años posteriores a la muerte de Cristo no hubo ni una sola palabra, ni consenso alguno sobre quién era Jesús o por qué había sido importante. Hubo muchos Jesuses diferentes, entre ellos uno agresivo que despreciaba a sus padres y paralizaba a quienes se le oponían, otro que vendió a su gemelo como esclavo y alguno más que hizo crucificar a alguien en su lugar.
¿Por qué sabemos tan poco acerca de estas primeras versiones de Jesús? Porque, a partir del siglo IV d.C., la forma ortodoxa de cristianismo que se había vuelto preeminente se dedicó a eliminar sistemáticamente cualquier otra variación, denunciando sus evangelios como apócrifos y a sus seguidores como herejes. Estos desafortunados cristianos perdieron sus derechos, sus propiedades, sus iglesias y, no pocas veces, incluso sus vidas. En Herejía, Catherine Nixey recupera esas extraordinarias historias de contingencia, azar y pluralidad.