Al igual que el aviador de la novela El Principito, Antoine de Saint-Exupéry sufrió un accidente mientras pilotaba un avión y cayó en pleno desierto del Sahara junto a su amigo y copiloto André Prévot. Solos y sin apenas comida, rápidamente sufrieron los efectos de la deshidratación
y comenzaron a tener alucinaciones, hasta que, afortunadamente, un beduino los encontró y los salvó.
Johanna Spyri escribió este relato para contarle a su hijo los días felices que ella vivió durante su niñez. La autora, al igual que el personaje de Heidi, se sentía libre en las montañas, mucho más que estando rodeada de lujo y dinero en una gran casa en la ciudad.