La vida de Jace ha cambiado radicalmente. Está a punto de comenzar la universidad y de cumplir sus sueños de convertirse en doctor, pero, sin embargo, es incapaz de alegrarse. Su corazón se ha quedado anclado en aquella noche de hace cuatro años, cuando perdió al amor de su vida. Porque ¿cómo pasa uno página tras algo así?
Pero entonces conoce a Charlotte. Tan parecida a Charlie y al mismo tiempo tan distinta. ¿Será esta su oportunidad de recuperar la ilusión perdida? ¿Se atreverá Jace a dar el paso para enamorarse y ser feliz de nuevo?
Cada vez que entra en el ascensor, a Sofía le sube la temperatura. Y no es porque haya pillado un virus en el hospital en el que trabaja como residente, sino por el efecto que Marcos, con su sonrisa de medio lado, sus bíceps y sus hoyuelos, tiene sobre ella.
Y es que, para Marcos, desde que coincidió con aquella chica guapísima del uniforme al revés, subir en el ascensor se ha convertido en su pasatiempo favorito. Cuando comparte ese pequeño espacio con ella solo puede pensar en lo mucho que desea acercarse. Pero… ¿está dispuesto a volver abrir su corazón?
Una residente de medicina y un técnico en enfermería…
Los viajes en ascensor nunca habían sido tan apasionantes.
Advertencia: En estas páginas terminarás reconociendo a tu mamá... o a ti mism@
La señora más vale madres y viral de internet comparte contigo las enseñanzas que le han ayudado a sobrevivir a la adolescencia de sus crías, a los cambios tecnológicos y hasta al pelón de su exmarido. Carito Acampa plasmó toda su sabiduría e ideas a la antigüita en este libro, y lo hizo tan bien¡que creerás que espía a tu mamá!
¡Momentito ahí, canij@! ¿Pensabas que su honestidad brutal no te iba a alcanzar? Carito Acampa te soltará una verdad dolorosa: para ser «señora», no hay edad. Y si ya te enojas cuando se te olvida tu contraseña de Instagram o cuando un chamaquito te cede el asiento en el metro; si luego de una reunión familiar te sueltas a criticar a todos y terminas con un «Pero, pues cada quien, ¿verdad?»; o si de plano ya no sabes si Chayanne es tu papá o tu sugar daddy, entonces... ¡ya eres tu mamá! Y, pooos, ¡ya ni cómo ayudarte!
¡Ojo!, yo no vengo a educarte. No voy a resolver el desmadre de vida que tienes, mijit@, pero te prometo que te vas a divertir y te la pasarás diciendo «Sí soy».