El Japón es el país de la escritura. En 1970, Roland Barthes dedica una obra al sistema simbólico japonés, en un viaje no por el Japón rela, sino por el de sus signos. Barthes no es el turista que pasea por las calles, degusta la gatronomía o asiste a representaciones teatrales, sino el semiólogo que se afana por interpretar el significado y el significante. El resultado es un tratado sobre el signo, sus reglas y su belleza.
Con El Imperio de los signos, Roland Barthes, uno de los máximos representantes del postestructuralismo francés y uno de los padres de la semiótica moderna, inicia una fase en la que comienza a sentirse escritor, a construir un estilo propio; en palabras del autor: "Este libro es una especie de entrada, no tanto en la novela cuanto en lo novelesco"
Nadie permanece indiferente ante un texto de Marguerite Duras. Su escritura, como expone e incluso exhibe aquí, es ella misma, en su casa, en el silencio y la soledad que le es indispensable. Sólo así puede oir la voz interior que recuerda y cuenta, que vacila y se contradice, que teme nombrar los hechos, las cosas y las personas que van poblando poco a poco su entorno hasta que «la escritura» se instala «en todas partes». A partir de los textos de tres cortos filmados sobre o por Marguerite Duras, este libro ofrece sus reflexiones sobre el hecho de escribir, reflexiones continuamente engarzadas con los acontecimientos de su vida que han ido estigmatizando su escritura : el alcohol, el dolor, el marido, los amantes, el hijo, las amistades, la pintura, el cine, la política, esa «vulgaridad masiva, desesperante, de la sociedad» y también ese piloto británico de veinte años, abatido en los últimos días de la segunda guerra mundial, a quien ella dedica el libro.
La comunicación hizo a la humanidad. Su historia es el relato de todo aquello que nos unió y nos hace sentirnos en comunidad, de los retos a los que hemos debido enfrentarnos, de los grandes relatos que nos hemos contado y de las grandes ilusiones que han fundamentado y fundamentan nuestras sociedades. La "Historia mundial de la comunicación" descubre cómo las sociedades se han construido y desarrollado gracias a la cooperación, el intercambio y el préstamo cultural. Con diferentes soportes y medios, los humanos han avanzado en una comunicación cada vez más inmediata, rica y a mayor distancia permitiendo unas sociedades cada vez más complejas, mestizas e interculturales. Pero, al mismo tiempo, nos descubre los peligros que afectan a todas estas sociedades por la intervención de individuos y grupos que manipulan la información, que enfrentan las sociedades entre sí, para gestionar ellos la violencia en su beneficio.
Historia social de la literatura y el arte, el libro más conocido y emblemático de Hauser, se reedita cuarenta y cinco años después de su aparición. En la introducción a esta edición, que respeta la forma en que el libro se publicó originalmente, se propone fijar la atención en el magnífico intento del autor por comprender el presente a través de la investigación histórica.
Historia social de la literatura y el arte, el libro más conocido y emblemático de Hauser, se reedita cuarenta y cinco años después de su aparición. En la introducción a esta edición, que respeta la forma en que el libro se publicó originalmente, se propone fijar la atención en el magnífico intento del autor por comprender el presente a través de la investigación histórica.
La historia de cualquier incendio es la historia de un olvido, por eso casi nadie recuerda lo que ocurrió el 29 de abril de 1986. Aquel día la Biblioteca Pública de Los Ángeles amaneció consumida por el fuego, cuatrocientos mil libros se convirtieron en cenizas y otros setecientos mil quedaron irremediablemente dañados. Siete horas ardieron las estanterías y las mesas y los ficheros, pero ningún periódico cubrió la noticia porque al otro lado del mundo, entre los bosques densos de la Unión Soviética, ocurría el mayor accidente nuclear hasta la fecha: Chernóbil.
¿Quién querría quemar una biblioteca? ¿Por qué? Susan Orlean se hizo esas dos preguntas y al poco tiempo entendió que el fuego sería apenas un rastro, una línea punteada sobre la que dibujar su personalísima visión del conocimiento y de las personas que creen en él. La biblioteca en llamas es un homenaje a la lectura y el relato de una periodista obsesionada por encontrar al culpable de un crimen contra la memoria. Una investigación que se extendió más de una década y que a cambio nos revela personajes desopilantes, inverosímiles y tiernos.