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EL GENIO DEL IDIOMA

Si usted lee "der schwankende Wacholder flüstert", sabrá que está ante una frase en alemán. Y pensará que se ha topado con el inglés si ve en un texto "before it is too late". Y no dudará que se escribió en italiano la frase "e’ un ragazzo molto robusto che non presenta particolari problemi". Si escucha la palabra "cusa" en un contexto español, pensará que es un vocablo que usted desconoce pero que probablemente existe (porque sí están en nuestro idioma «casa», «cesa», o «cosa», o «musa», o «rusa», «lusa», o «fusa»). Aunque en realidad no exista. Pero a usted le sonará español si las palabras que la rodean son castellanas. Y, si es usted español, no le cabrá ninguna duda de qué lengua tiene ante sus ojos si lee "txamangarria zera eder eta zera nere biotzak ez du zu besteroik maite". En efecto, es euskera. ¿Qué es lo que nos hace identificar palabras como propias o ajenas, o asignarlas a una u otra lengua?: el genio de cada idioma, que alcanzamos a identificar someramente incluso aunque no lo conozcamos. Esta obra se pregunta —y procura algunas respuestas— sobre el genio del idioma español. Qué le gusta y qué rechaza, cómo se comporta desde hace siglos y cuáles son sus manías y sus misterios. Sabiendo todo eso, adivinaremos mejor cómo somos nosotros y cómo va a evolucionar nuestra lengua.
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EL IMPERIO DE LOS SIGNOS

El Japón es el país de la escritura. En 1970, Roland Barthes dedica una obra al sistema simbólico japonés, en un viaje no por el Japón rela, sino por el de sus signos. Barthes no es el turista que pasea por las calles, degusta la gatronomía o asiste a representaciones teatrales, sino el semiólogo que se afana por interpretar el significado y el significante. El resultado es un tratado sobre el signo, sus reglas y su belleza. Con El Imperio de los signos, Roland Barthes, uno de los máximos representantes del postestructuralismo francés y uno de los padres de la semiótica moderna, inicia una fase en la que comienza a sentirse escritor, a construir un estilo propio; en palabras del autor: "Este libro es una especie de entrada, no tanto en la novela cuanto en lo novelesco"
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EL SILENCIO DE LOS LIBROS

Tenemos tendencia a olvidar que los libros [#] pueden ser borrados o destruidos. Tienen su historia [#], una historia cuyos comienzos mismos contienen en germen la posibilidad [#] de un fin.» George Steiner subraya así la permanencia #siempre amenazada# y la fragilidad del libro, interesándose, paradójicamente, por aquellos que han querido su fin. A su deslumbrante aproximación a la lectura se suma una crítica radical de las nuevas formas de ilusión, de intolerancia y de barbarie producidas en una sociedad que se dice ilustrada. Esta fragilidad, responde Michel Crépu, ¿no remite a un sentido íntimo de la finitud que la experiencia de la lectura nos enseña? «Esa tristeza tan extraña y dulce que está en el fondo de todos los libros como una luz de sombra.» Nuestra época lo está olvidando. Nunca han estado tan silenciosos los verdaderos libros.
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EL TIEMPO EN LA NARRATIVA

Narrar es disponer acontecimientos en el tiempo: el tiempo de la ficción transforma a su antojo el tiempo del calendario. Los acontecimientos de la novela o del cueento constituyen un proceso temporal; ocurren durante un cierto período y se suceden en un cierto orden.
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