Wolfgang Iser defendió que el sentido y la potencia de las obras nacen de la interacción con el lector. Sus ideas sobre la lectura y los espacios vacíos del texto abrieron un mundo de posibilidades y mostraron hasta qué punto los libros pueden reclamar nuestra presencia e implicación. Este texto de referencia para la teoría literaria contemporánea, que entabló un intenso diálogo con las principales corrientes de su tiempo, supuso un cambio esencial en nuestra mirada sobre la literatura y el arte en general.
¿Tenemos algo que contar? Y, lo más importante, ¿sabemos cómo hacerlo?
Decía Oscar Wilde que no existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. Probablemente sea así, pero quizá no sea lo mismo tener algo que expresar al mundo... que creer que se tiene.
En todos nosotros anida el anhelo de contar una historia, pero ¿abordamos la escritura con la suficiente profesionalidad y conocimiento como para que esas historias lleguen a buen puerto o reúnan la mínima calidad para los lectores? Escribir con la suficiente profesionalidad como para que las historias lleguen a buen puerto o reúnan la mínima calidad para los lectores, es un reto para miles de autores potenciales.
David Vicente vuelca en este libro, riguroso y valiente, sus años de experiencia, no solo como escritor y editor, sino principalmente como profesor de escritura creativa tanto para diversas instituciones como dentro de su propia escuela, La Posada de Hojalata.
El arte de narrar ayudará a los lectores, y a todo aquel que aspire a escribir, a entender que el oficio de contar historias, a diferencia de lo que aseguraba Stephen King, es un poco más complejo que poner una palabra y después la siguiente, al tiempo que nos ayudará a enfrentarnos al papel en blanco o a la pantalla vacía.
Un ensayo esclarecedor de Marta Rebón, que a partir de su interés por las letras eslavas aborda la compleja relación entre Rusia y Ucrania con claves que nos aporta su rica literatura ―de Vasili Grossman a Nikolái Gógol, de Svetlana Aleksiévich a Antón Chéjov, de Mijaíl Bulgákov a Liudmila Ulítskaia―, para entender mejor la guerra que ha puesto en jaque la geopolítica mundial.
El género criminal vive todavía una paradójica dualidad en la que experimenta un gran éxito de público y recibe más atención por parte de la academia, a la vez que perduran las voces autorizadas que insisten en categorizarlo como un género inferior. Ante las visiones sesgadas que pretenden minusvalorar este tipo de obras, se hace imprescindible contar con acercamientos rigurosos que puedan evaluarlas y reivindicar aquellos aspectos artísticos que caracterizan un género multidisciplinar. Ese es el propósito de este libro, que pretende contribuir al estudio y mejor conocimiento del género criminal. Este volumen nace del compromiso de la Cátedra Cultural Antonio Lozano de Género Criminal de la Universidad de La Laguna para investigar y difundir estas obras narrativas. Por ello, se presentan trece trabajos que tratan de analizar la complejidad del género criminal a través de distintas disciplinas y su representación en la literatura, el teatro, el cine y las series de televisión.
Como señalara Hernán Cortés, hubo un tiempo en que los españoles tenían a su alcance todo lo posible. Y lo posible en el siglo XVI no tenía nada que se le equiparase.
Pocas veces ha habido una época más rica que el Siglo de Oro español. El esplendor intelectual, la exuberancia vital, política, científica y mística fueron tan abundantes que tienden a caer en el olvido, más allá de nombres inevitables como Cervantes y Calderón, Lope y Góngora, fray Luis de León y Teresa de Ávila, por citar a unos pocos y traicionar a unos cientos.
Se diría que un periodo tan deslumbrante es inabarcable. Consciente de ello, Gregorio Luri opta por abordarlo desde una perspectiva arriesgada y original: siguiéndole el rastro a las manifestaciones del yo; un yo genuinamente español, que potencia la pasión frente a la razón; rastreando ese yo, en un país que se sueña eje del mundo y cuya lengua se crea y recrea con viveza.
Todo con la clara intención pedagógica de poner a disposición del lector español un patrimonio que le pertenece, al menos mientras nuestro Siglo de Oro no se nos convierta en un país extranjero cuya lengua nos resulte incomprensible.
Una obra que consigue despertar el entusiasmo de pasar horas entre los grandes.
Aunque hoy casi nadie lo recuerde, Marcel Proust escribió En busca del tiempo perdido, gracias a una extraordinaria capacidad de percepción que le permitió ver lo que nadie pudo. Sus contemporáneos lo consideraron un «médium despierto» y hablaron de él en términos que hoy lo vinculan a los fenómenos psíquicos. Este hecho demostrado en las páginas de este estudio fue silenciado por la crítica literaria... hasta ahora.
Telepatía, clarividencia y premonición son temas que impregnaron la mirada de una de las más grandes obras de su tiempo. El poder evocador de nombres, lugares y cosas, incluso su proyecto de viajar en la memoria para encontrarse con el origen de todo, se desvela como la aventura de una conciencia expandida. El escritor y las ciencias psíquicas reivindica esa capacidad, la contextualiza y aporta una visión más completa que nunca de la mente de Proust.