A la amistad están dedicados íntegramente los libros octavo y noveno de la Ética a Nicómaco, uno de los tratados más célebres e influyentes de Aristóteles. El filósofo no sólo la considera necesaria, sino también bella: nadie desearía una vida sin amigos por más rica que fuera en otros bienes. La amistad es, pues, una virtud indispensable en toda etapa de la vida y para toda comunidad humana. Pero ¿no existen diversos tipos de amistad?, ¿y acaso son todos igualmente virtuosos? Hay relaciones basadas en el placer, otras en la conveniencia y otras tan sólo en la voluntad de ambas partes de obrar bien y obsequiarse mutuamente. ¿Cuáles son más duraderas y tienen efectos más beneficiosos incluso en la vida política? Una reflexión viva que apela al lector a pensar sobre una dimensión de la existencia individual y colectiva sin la cual no conoceríamos la civilización.
«NADA ES COMPARABLE AL ASOMBRO DE VIVIR».
A lo largo de mi vida, mis terapeutas han sido Platón, Sócrates, Marco Aurelio, san Agustín y Viktor Frankl, entre otros. También pueden ser los tuyos.
La razón me reveló que la tristeza es un desperdicio y que la inteligencia siempre tiende a la alegría. El pesimismo no es más que una perspectiva parcial y frente a él, el amor cura e invita al optimismo.
Esto es lo que quiero compartir contigo: que el ser humano puede elegir, que no es una marioneta en manos de la fatalidad, que es posible encontrar esperanza, que el dolor psíquico puede superarse y que el optimismo no es signo de ingenuidad, sino un ejercicio de lucidez.
La filosofía es la herramienta que nos ayuda a vivir mejor.
Una bella, emotiva y comprometida reivindicación de la oscuridad como un espacio de libertad, resistencia, conocimiento y transgresión.
En nuestra cultura, tendemos a relacionar la oscuridad con el mal, el miedo, la ignorancia y la barbarie, pero en ocasiones puede ser un refugio acogedor. Sucede con las salas de cine, santuarios en los que se forjan mitos, deseos e ideales, templos del placer en cuya noche artificial podemos liberar nuestras emociones reprimidas y buscar respuestas que rara vez encontramos en la luz del día. En nuestro presente de pantallas múltiples, este libro reivindica – sin nostalgia ni resignación– los cines en los que los espectadores comparten esperanzas y angustias, sueños y pesadillas. La oscuridad de estas salas es iluminadora.
Una flor o una puesta de sol perfectas, repletas de color, Bob Marley y Marilyn Monroe, la naturaleza salvaje o un festival urbano, tu canción favorita, tus zapatos favoritos: las personas encontramos belleza en todos lados, aunque el concepto de belleza está asociado a muchos problemas y jerarquías sociales. Es difícil, y quizás inútil, descifrar qué es. Pero Crispin Sartwell argumenta en esta inmersión rápida que las reflexiones clásicas de alrededor del mundo sobre la naturaleza de la belleza pueden mejorar nuestro placer, abriéndonos al mundo y a las demás personas.
Poseedor de una prestigiosa trayectoria poética, Jorge Gimeno acomete en Poesía y tao una revisión de los fundamentos de la poesía, sometida como se halla a una colonización categórica paralizadora. Lo hace a la luz de la noción de tao, tomado este como un polo de relación perfecto, dinámico y no intrusivo.
Poesía y tao es un tratado aforístico que argumenta por acumulación y yuxtaposición. El efecto, en último término, es musical.
Es este el primero de una serie de tratados filosófico-poéticos de Jorge Gimeno consagrados a repensar la poesía, a menudo rehén de la búsqueda de nuevos sujetos de trascendencia. Tal situación ha conducido a que la poesía no se piense desde sí misma ni para sí misma. O a que se encastille en los ideales de una espuria categorización que propone la palabra como traslación de una idea de ser que se juzga caduca pero que sigue instrumentalizando la relación del hombre con el mundo y con la propia poesía.
En 1516 Erasmo de Róterdam publicaba una obra de su amigo Tomás Moro. Se trataba de un retrato mordaz de la Europa renacentista, al que acompañaba, por contraste, la descripción de un lugar ideal: Utopía, isla remota del Nuevo Mundo gobernada con mesura y en donde todos los habitantes vivían en armonía. Lo que el humanista inglés concibió como «librito entretenido» y fantasioso, sin embargo, acabó superando con creces su marco narrativo. Aquella crítica al orden social establecido se convirtió en una obra cumbre del pensamiento, que traspasó tiempos y fronteras hasta dar lugar incluso a un nuevo término: nuestra «utopía».