Una introducción original al pensamiento de Arendt, con anécdotas biográficas y claves para entender cuestiones de nuestro presente.
Hannah Arendt se ha vuelto imprescindible para el siglo xxi, pues seguimos viviendo «en una era de incertidumbre política y su efecto es desconcertante». Lyndsey Stonebridge explora cómo y por qué la filósofa alemana terminó pensando como lo hizo en sus propios tiempos oscuros, para enseñarnos a razonar de manera similar en los nuestros. En esta biografía, se desprende la importancia de aprender a reflexionar críticamente sobre nuestra realidad política y a apartarnos del dogma, los tópicos políticos, las zonas de confort y las ideologías fáciles.
¿Qué relación tenía Foucault con la literatura? Se sabe que era un lector apasionado y erudito, que la biblioteca de su madre le reveló a los clásicos franceses y grecolatinos, y que su admiración por Faulkner lo llevó a hacer un viaje por tierras faulknerianas. Más allá de estas notas biográficas, también se sabe que las lecturas literarias atravesaron toda su producción teórica. Es por eso que resulta clave entender cómo pensaba la literatura, cómo se apropiaba de textos y autores. La gran extranjera contiene una serie de intervenciones de Foucault acerca de la literatura y el lenguaje, que no sólo funcionan como compendio de su concepción de la literatura sino que ofrecen pistas para abordar su obra. Así, Foucault indaga en la relación entre literatura y locura a partir del análisis de obras de Shakespeare, Cervantes y Diderot. Si la locura es lo otro de la razón y por lo tanto lo que nos permite vislumbrar sus contornos históricos, la literatura es ese discurso capaz de expresar el orden del mundo en un momento dado y, a la vez, su dimensión de exceso, de desborde. Foucault también explora, a partir de los personajes de Sade, el vínculo entre la literatura, el deseo y la verdad. Sin proponérselo, estos textos echan luz sobre las tesis de clásicos como Historia de la locura, Las palabras y las cosas, Raymond Roussel, El nacimiento de la clínica o El orden del discurso. Este libro viene entonces a desplegar la evidencia de que la literatura es la “gran extranjera”, aquella que está al otro lado de las fronteras de los sistemas de pensamiento. Muestra a la vez el modo magistral, estratégico, en que Foucault elige leer la literatura y la historia de la cultura.
¿Cuál es la naturaleza profunda del deseo? ¿Por qué buscamos constantemente placer? ¿Cómo podemos escapar de la insatisfacción permanente y experimentar una alegría profunda?
«El deseo es la esencia del ser humano», escribía Spinoza, pero también puede conducirnos a una pasión destructiva, decía Platón. Su naturaleza infinita nos da el impulso vital y nos permite alcanzar un sentimiento de plenitud. En cambio, su manipulación o ausencia señala el colapso de nuestra fuerza interior. Todas las escuelas filosóficas de la Antigüedad y la mayoría de las religiones del mundo han buscado iluminarlo y cultivarlo, y así pasar de «la servidumbre de los afectos» al poder del libre albedrío. Frédéric Lenoir nos propone un manual para educar nuestra fuerza deseadora a través de la filosofía griega antigua, el budismo, y pensadores modernos como Nietzsche, Jung, Lévinas o Bergson, sin dejar de lado nociones científicas y biológicas.
El imperativo absoluto de nuestro tiempo es tener una vida feliz, pero Lénoir nos guía para que aprendamos a escuchar nuestros deseos más personales y reorientarlos correctamente hacia aquello que nos alegra. Porque la
alegría es algo más profundo que el placer y solo si prestamos atención a nuestra singularidad podremos realizarnos plenamente y liberarnos de lo superfluo.
En mayo de 1880, Édouard Manet viaja a la clínica Materne, cerca de la costa oeste de Francia, para tratar la enfermedad circulatoria que paralizaba poco a poco sus piernas. Tres años, varios ingresos, una gangrena y una amputación más tarde, el pintor, figura clave en los inicios del impresionismo, fallecía en su casa de París. Pero hasta entonces siguió capturando incansablemente su mundo en bocetos, en pinturas al óleo y al pastel… y en un diario personal. Este diario. En El cuaderno perdido de Édouard Manet, la novelista Maureen Gibbon, una de las mayores conocedoras de la vida y obra del artista, imagina un diario privado escrito entre abril de 1880 y marzo de 1883. Un diario en el que Manet confiesa ―primero con timidez y orgullo herido, con frustración y pena conforme se le agotan las páginas y los días― sus miedos y sus anhelos como artista incomprendido, como amante pasional y también, muy a su pesar, como enfermo que se aproxima a la muerte. El diario es, por encima de todo, un testimonio de una manera de ver el mundo única: delicada, fantástica e increíblemente sensorial; impresionista por naturaleza. Una historia sobre la vida, la muerte y el arte como único refugio posible frente a ellas.
Cada ciudad tiene en sus visitantes posibles traductores que, a través de sus impresiones, puntos de vista y observaciones, pueden llegar a teñir la visión de otros y acaso estimularlos o confundirlos. Por eso vale la pena considerar que este libro, fundado en cuarenta y cinco años de visitas sostenidas a París, es apenas una traducción más de las muchas que podrían hacerse de la capital de Francia, debida a los intereses y experiencias de Jorge Fondebrider, poeta y ensayista argentino, traductor consecuente de Gustave Flaubert, Guy de Maupassant, Georges Perec y un número significativo de poetas franceses contemporáneos. Con todo, por su rigor descriptivo y los muchos datos históricos, funciona asimismo como un vademécum para el eventual flâneur.
La gran autobiografía poética e intelectual de Adonis, que examina en Adoniada sus más de setenta años de creación lírica.
En 1943 nace la república Siria. Ese mismo año, durante la gira de celebración, el presidente, Shukri al-Quwatil, visita una pequeña aldea agrícola. Allí conoce a Alí, un joven de 13 años que le regala un poema escrito para la ocasión. Impresionado por las palabras del chico, el presidente le hace llamar al palacio presidencial, se interesa por su vida y le ofrece su ayuda. «Quiero ir a la escuela», pide Alí. «Considéralo hecho», responde el presidente.
Así, con esta historia fantástica, es como Alí Ahmad Said Esber, hoy conocido en todo el mundo como Adonis, consigue ir a la escuela; y así es como lo que su padre le había enseñado sobre literatura y escritura se convierten para siempre en su manera de entender la realidad, de cuestionar sus reglas y de plantear otras nuevas. Adoniada es el resultado de toda una vida vivida a través de la literatura y, especialmente, de la poesía. Un libro que ejerce un papel integrador y esclarecedor dentro del conjunto de la obra de Adonis, en el que logra articular y sintetizar algo esencial, con una escritura tan poderosa que es capaz de cambiarnos la mirada, de revitalizar nuestra memoria, de sacudir nuestra vida y acercarnos los unos a los otros.