Un exhaustivo e inédito recorrido, entre ensayo y creación, alrededor de las figuras de Dioniso y Ariadna a través de la religión, el arte, la ciencia y la filosofía.
Pocos motivos hay tan poderosos en la historia del pensamiento, las artes y las letras como el de la princesa Ariadna, abandonada mientras duerme en la isla de Naxos y despertada por un dios, Dioniso, que la convertirá en su esposa y le otorgará una apoteosis inolvidable.
En la Grecia antigua, Dioniso ocupaba un lugar ambivalente entre las divinidades griegas más importantes para la comunidad. Encarnaba la reconciliación y la cohesión colectiva pero también el éxtasis que hacía perder al ser humano la conciencia individual, acercándolo al gran misterio del mundo. Entre lo visible y lo invisible, los márgenes y el centro, lo masculino y lo femenino, lo humano y lo divino, el papel crucial de Dioniso se confirma asimismo en su recepción moderna, sobre todo desde Nietzsche. Pero el poliédrico dios se resiste a menudo a las muchas racionalizaciones, de ayer y hoy, que se han intentado hacer de él.
En pleno éxito editorial de Las palabras y las cosas Foucault escribe El discurso filosófico y luego viaja a Túnez para ocupar un puesto de profesor de Filosofía. No sabemos si llegó a usar el texto en sus clases, pero sí que dejó un manuscrito completo, inédito hasta hoy. Si hasta ese momento Foucault se había ocupado de las ciencias humanas en su conjunto, aquí por primera vez aplica su método de análisis para renovar los relatos trillados de la historia de la filosofía.
La novedad radical de este trabajo, su perfil más original y sorprendente, es la noción de "archivo integral" para pensar el último avatar de la filosofía. Foucault define ese archivo como un conjunto de discursos que solo se relacionan con otros discursos.
La raíz y causa principal de la historia de la humanidad tanto en sus aspectos positivos como negativos es el carácter dual y antitético que caracteriza sin excepción al hombre, esto es, su inclinación tanto al bien como al mal. Este dualismo individual es asimismo la clave para explicar y comprender el dualismo colectivo que ha existido siempre y las luchas que han surgido una y otra vez entre las diversas clases y estratos sociales. Partiendo de esta tesis, Heleno Saña reconstruye en su nuevo libro los conflictos de la más diversa especie que se han dado en todos los ciclos históricos, tipos de sociedad y civilizaciones desde los tiempos más remotos a hoy.
Consecuente con su concepción dualista del hombre y de la historia, el autor rechaza como dogmáticas y unilaterales las visiones edificantes de la historia, a la vez que rechaza las concepciones pesimistas que niegan al hombre la capacidad de aprender de sus errores y buscar modos de vida y una tabla de valores capaces de poner en pie un modelo de sociedad lo más humano y justo posible. El camino a seguir para alcanzar esta meta es el de combatir, a través de la reflexión y el examen de conciencia, sus inclinaciones egoístas y potenciar lo que en él anida de noble y altruísta.
Juhee Mun nunca se imaginó que las cartas escritas a mano pudieran tener cabida en un mundo digital marcado por la prisa y la inmediatez. Pero cuando decoró su oficina de Seúl con notas manuscritas, su iniciativa gustó tanto que decidió transformar aquel espacio en una tienda de cartas, a la que llamó Geulwoll, que en coreano significa «carta».
Fundada en 2019, su éxito fue inmediato, y enseguida se dio a conocer como un lugar apacible donde la gente podía escribir y enviar cartas, comprar papeles y bolígrafos preciosos o participar en una actividad de amigos por correspondencia muy especial. Testigo privilegiado de ese momento mágico en que alguien pone la pluma sobre el papel, Juhee Mun ha querido compartir esa alegría en un libro inspirador, que nos anima a reconectar en un mundo acelerado, a hacer una pausa para prestar atención a nuestro interior y a las personas más cercanas.
Dividido en dieciocho capítulos breves y bellamente ilustrados, desde «El mejor momento para escribir una carta» hasta «Consejos para escribir una carta» o «Papel y sobre», El encantador arte coreano de escribir cartas ofrece consejos claros y accesibles, entrelazados con historias personales y la sabiduría de grandes autores de cartas, que invitan a acercarnos de verdad a quienes más queremos.
Venimos al mundo para habitar un escenario y representar como actores un guion escrito mucho tiempo atrás, en un pasado que nunca es definitivamente pasado. El escenario de nuestra vida es el mundo interpretado a través del lenguaje y de unos rituales y gestos heredados, y en el que la presencia espectral de los ausentes nos acerca al vértigo de un abismo que a la vez nos atrae y nos repele. A pesar de nuestro empeño por aferrarnos a certezas, y a toda suerte de referencias vitales fijas y estables, siempre nos acecha la experiencia de lo sombrío y lo inhóspito. Porque tal vez no seamos otra cosa que la trama de historias y relatos que nos contamos a nosotros mismos, Joan-Carles Mèlich reivindica en este espléndido ensayo la vida entendida como representación o drama, es decir, abierta al dolor y el abandono, pero también a la transformación constante y a la sorpresa de lo imprevisible. Y más allá del Sentido, la Razón y el Logos que la metafísica tradicional nos proponía como consuelo y guía, esta obra nos habla de un yo corpóreo, vulnerable y de naturaleza ficcional, pero que, como Molly Bloom al final del Ulises, se atreve a decir, incuestionablemente, sí.
El espejo y el oráculo ofrece, en un lenguaje accesible, una visión exhaustiva de la estética de Schopenhauer. La obra sitúa al filósofo en el contexto intelectual de su momento, de modo que pueda comprenderse su singularidad como pensador de la belleza y de lo terrible.
A continuación, el libro se desplaza desde “la filosofía del espejo” al lugar opuesto. Tras dejar atrás la juventud, Schopenhauer desarrolló una “filosofía del oráculo”, de vocación activa, para comerciar con el mundo en las disputas sociales, en la pugna por el prestigio burgués y en la satisfacción de necesidades. Esta segunda sección oracular versa sobre temas como la astucia, la dialéctica, el honor, la vanidad, la vejez o la amistad, que no siempre han sido atendidos por los intérpretes.