Somos inteligentes en virtud de los errores, de las deformaciones que nos forman. Partiendo de esta verdad común, la inteligencia artificial generativa no es criticable por sus defectos circunstanciales, sino por su voluntad estructural de perfección. El diseño elegante de cualquier dispositivo sugiere una fluidez libre de sangre. Esta pretensión de limpieza, en un mundo desgarrado, es en sí misma despiadada. La forma suave de los aparatos, igual que las proclamas angelicales de bondad corporativa en el capitalismo de plataformas, no oculta únicamente el sufrimiento de seres explotados. La promesa tecnológica tapa también algo más cercano y de lo que no se habla, un enmudecimiento anímico que apenas tiene precedentes. No olvidemos que la moda de la fusión oculta la fisión: se trata de acabar con cualquier grumo de singularidad a favor del esencialismo serial, construido y consumible.
El afán actual por adaptar la educación a los incesantes cambios de la sociedad nos hace olvidar el incalculable valor de la sabiduría clásica. Pero ¿y si invitásemos a nuestros jóvenes a escuchar voces de largos ecos como las de Homero, Hesíodo, Sócrates, Platón o Aristóteles en lugar de prestar atención a la última tendencia en TikTok?
Los referentes que durante milenios han guiado a la humanidad hacia las cotas más altas de virtud están siendo reemplazados por la mediocridad de algunos influencers que venden éxito sin esfuerzo, mensaje sin sustancia y felicidad efímera. Sin embargo, la capacidad de transformación y elevación de modelos como el de Aquiles no puede ser sustituida por los famosos de las redes sociales.
Eduardo Infante acude a los grandes filósofos del mundo clásico para destacar la vigencia de la virtud, una cualidad que da sentido a nuestras vidas. El autor se pregunta cómo alcanzarla y transmitirla a las futuras generaciones, si es un don innato o si podemos aprenderla. Un libro de referencia para alumbrar un futuro más humano en el que vivamos con propósito. Mientras haya alguien que quiera conocer los textos de la antigüedad no se apagará en nosotros ese fuego que nos impulsa a amar todo lo noble, digno y elevado que hay en el mundo.
La «Historia del pensamiento» de Jesús Mosterín está integrada por libros monográficos autónomos que se caracterizan por la frescura de la mirada, el enfoque interdisciplinar, la relevancia actual, la lucidez del análisis y la claridad de la exposición. En su conjunto, la serie ofrece una panorámica única y completa de la evolución de las ideas filosóficas, religiosas, científicas y políticas, situadas en su contexto social. El volumen dedicado a Aristóteles trata monográficamente del más famoso e influyente de los filósofos, un sabio de inteligencia serena y raro sentido común, fundador de casi todas las disciplinas filosóficas. Tras un capítulo inicial que narra su vida, el resto del libro presenta los diversos aspectos de su obra: la poética, la retórica, la dialéctica, el lenguaje, la lógica formal, la ciencia, el cambio, la cosmología, la zoología, los principios, la ontología, la teología, la ética y la política.
Albert Einstein pensaba que únicamente las personas lo suficientemente locas como para pensar que podían cambiar el mundo lo cambiarían realmente. En las últimas décadas hemos avanzado en la comprensión de la locura no como irracionalidad, sino como una forma diversa de pensamiento, fuera de la norma y capaz de alumbrar nuevas interpretaciones y visiones de nuestro entorno. Lamberto Maffei nos adentra aquí en los caminos entrecruzados del arte y el cerebro y nos ofrece las historias de algunos artistas locos que mejoraron la vida con su creatividad y su verdad. El resultado es una imagen novedosa y auténtica de la naturaleza humana que pone en el centro la fragilidad, la búsqueda de la belleza y el miedo a la muerte y al infinito.
Ralph Waldo Emerson, fue uno de los padres fundadores de la regeneración de la literatura americana del siglo XIX, y junto a David Thoreau o Walt Whitman, desarrollaron la filosofía del trascendentalismo: un nuevo pensamiento místico y pragmático que puso toda su confianza en el ser humano como individuo y creyó en la intuición y la integridad de uno mismo como fuente de sabiduría.
Autómatas espermáticos es una delirante narración que transcurre esencialmente en la mente de Osmodiar, personaje cuyo hastío y desasosiego existencial nos conducen a una lúcida metafísica del "estar-hasta-los-güevos" de la cotidiana, implacable y en ocasiones divertida batalla de la existencia. Su ontología del asco diario lo lleva a desentrañar de manera punzante aquello que nunca ha soportado, pero sin lo cual le sería imposible saber dónde terminan él y su conciencia y dónde empieza 'lo otro': el mundo mismo y los seres que lo pueblan. Pero se trata aquí de una extensa concepción del mundo que se permite incluir la velada pero firme presencia de potencias que se inscriben en el orden de lo divino y lo sagrado, y que inciden de manera definitiva en los asuntos humanos, sin importar el que los hombres quieran (puedan) reconocerlas o no.