Brillante conversador, además de erudito, George Steiner (en contraposición dialéctica con su interlocutor, Antoine Spire) se abre a un relato vivo, apasionado, que nos lleva al límite de la paradoja y la provocación. Desde aspectos de su propia biografía a los asuntos más espinosos abordados en la obra de este gigante de la cultura europea, sus pensamientos tocan la música, la filosofía, la poesía y la literatura, el lugar que corresponde a un hombre culto enfrentado a la barbarie, así como la relación a menudo trágica y ambigua entre la filosofía y el despotismo, entre el judaísmo y Auschwitz como símbolo del mal absoluto. Y todo ello sin perder de vista la crítica lúcida de otros filósofos contemporáneos, como Sartre y Derrida, una crítica en que el punto de vista de Steiner se hace más nítido y afilado. Publicada a finales del siglo pasado, La barbarie de la ignorancia —que publicamos ahora con una nueva traducción, un apartado final, «Staccato», no recogido en la edición castellana anterior, y un epílogo en el que Antoine Spire rememora 23 años después un encuentro no del todo fácil con el filósofo— seguirá sorprendiendo al lector por la lucidez y la combatividad de un autor cuya libertad de pensamiento y exigencia intelectual y moral constituyen hoy como ayer un aldabonazo para nuestras conciencias.
Partiendo del antiguo pensamiento chino, analizaremos las formulaciones de Platón y Aristóteles y su influencia en el pensamiento medieval, y exploraremos el territorio que media entre la filosofía y la religión. Nos sumergiremos en las aportaciones de Descartes, Schopenhauer, Bacon, Marx, Locke, Hegel, etc., que constituyen la raíz de nuestros paradigmas actuales, y conoceremos asimismo el efecto del desarrollo filosófico contemporáneo sobre los fundamentos del conocimiento científico, el lenguaje y la economía.
«Todo cambia, en efecto, pero raramente a mejor.» El gran ensayista rumano, en estado puro.
Emil Cioran nos invita a reflexionar en este ensayo sobre la ineptitud humana para la felicidad y nuestra incapacidad para soportarla. El relato bíblico del Génesis dejó las cosas claras desde el principio: al desobedecer el mandato divino, al preferir la sabiduría a la inmortalidad, sellamos nuestro destino como seres errantes, en busca de un Paraíso perdido al que, de todas formas no podríamos adaptarnos si alguna vez diéramos con él. A lo largo de estas páginas, el célebre ensayista rumano se pregunta si la inocencia es el estado natural del ser humano, y el dolor, condición de la sabiduría. La respuesta, paradójica, sorprendente, es una muestra más del sarcasmo y la lucidez extrema de este maestro del pensamiento.
Una reflexión filosófica sobre dos artes en peligro de extinción.
La caza y la tauromaquia nunca habían estado tan amenazadas en España como en nuestros días. La nueva sensibilidad animalista, incapaz de entender ni tolerar cualquier actividad que implique la muerte de un animal, ha puesto en la diana de sus ataques estas dos tradiciones de arraigo milenario, y algunas administraciones ya han prohibido o estudian prohibir las corridas de toros. La nueva legislación, aduciendo una protección del bienestar animal, también ha comenzado a perseguir las actividades cinegéticas y el circo.
Alcanzar a conocer y a comprender es un proceso bastante más complejo que el de alcanzar a juzgar; en especial si para juzgar algo o a alguien partimos no de lo que podemos llegar a conocer sino de lo que podemos llegar a sentir, es decir, de nuestros más altos o bajos sentimientos. Viene esto a cuenta o a cuento, cómo no, de este libro que lleva por título La caza y los toros y que no es tanto un defensa de la caza y de los toros sino una reconsideración histórica, una meditación de lo que la caza y los toros han representado en la vida española durante cientos de años y aun milenios. Libro este muy ameno, sugerente y comprensivo por el que muchos ciudadanos (como yo mismo, pacíficos e incluso mansos), sentimos gran afición (pese a no haber ido nunca a los toros ni practicado jamás la caza, excepto de erratas) aunque en nuestro bárbaro tiempo haya devenido todo esto en asunto polémico, casi peligroso. Nuestra edición cuenta con un resiliente y atinado prólogo de Víctor J. Vázquez, que no solo sabe de Ortega y Gasset sino también, cosa bastante más rara, de toros. A.L.
San Agustín es una de las personalidades más fascinantes y complejas de la historia del cristianismo. Una de sus más importantes obras es, sin duda, La ciudad de Dios redactada en los años de la toma de Roma a manos de los visigodos. En ella se establece que por vez primera la idea del paralelo entre Estado divino y Estado terrenal, de gran influencia histórica en la política y las leyes de la historia occidental.
Este volumen incluye los libros VIII-XV, en los que inicialmente demuestra la inutilidad de los dioses tradicionales romanos, debate sobre teología con los filósofoos, sobre todo platónicos, y razona que los espíritus buenos desean adorar a un solo Dios. Finalmente, emprende su explicación cristiana de la historia, que comienza con el origen de la ciudad de Dios, de la creación del mundo al pecado original, y continúa con la relación de las dos ciudades: la de Dios y la terrenal.