Este libro recopila el testimonio de cientos de combatientes de los cuarenta y cinco mil que formaron parte de la División Azul entre 1941 y 1943. Cada uno de estos relatos expone con una honestidad y una crudeza conmovedoras las terribles condiciones en que lucharon contra el comunismo sovietico, la espantosa crueldad de los combates, el dolor por las heridas y por la perdida de los camaradas, pero tambien la lealtad a los compañeros y la convicción con que afrontaron sus penurias.
Entre 1914 y 1918 se libró la mayor guerra que el mundo había conocido, y los ejércitos de Europa se desangraron a una escala inédita mientras en el frente se revolucionaba la forma de combatir: los ejércitos se atrincheraron y, en Francia y Bélgica, la región fronteriza entre los Aliados y las Potencias Centrales se convirtió en una letal tierra de nadie surcada de alambre de espino, castigada por los proyectiles y sembrada de cadáveres. En el Frente Occidental, como se llamó a este teatro de la guerra, los soldados decidieron el destino de Europa y el mundo.
Con firme pulso narrativo, y respaldado por una profunda investigación que ofrece nuevas perspectivas sobre la Primera Guerra Mundial, Ismael López acomete una auténtica hazaña y nos sumerge en cuatro años de combates para conocer la historia completa del Frente Occidental, desde el empuje inicial alemán y el terror francés hasta la precaria paz de Versalles, pasando por la heroica resistencia belga y las grandes batallas y ofensivas, como el Marne, Verdún, el Somme o la Kaiserschlacht. Todo ello, sin perder jamás de vista el componente social del conflicto, pues la Gran Guerra también se libró en los hogares, ciudades y fábricas del continente, con consecuencias que se dejan sentir hasta nuestros días.
La guerra de las trincheras es la obra de referencia sobre la brutal trituradora de carne que fue el Frente Occidental.
La Segunda Guerra Mundial fue el mayor conflicto de la historia de la humanidad. Duró seis años y costó la vida a más de sesenta millones de personas. Trescientos millones de soldados participaron en los combates en todo el planeta, y el conflicto cambiaría el mundo para siempre.
Desde las grandes ciudades de Europa hasta las junglas de Asia, desde los desiertos del norte de África hasta las remotas islas del Pacífico Sur y las heladas aguas del Ártico, la guerra llegó a todos los continentes y océanos del planeta. Y desde la Blitzkrieg hasta la bomba atómica, los combates impulsaron a un ritmo feroz nuevos desarrollos tecnológicos en tierra, mar y aire. La guerra forjó nuestro futuro.
¿Qué hubiera pasado si Hitler hubiera encarado su guerra sin el objetivo de exterminar la población judía europea?
Hitler decide atacar la Unión Soviética, Japón decide aprovechar la «Oportunidad Dorada», Mussolini decide quedarse con su parte del botín, Roosevelt decide ayudar a Gran Bretaña, Stalin decide confiar en Hitler, Roosevelt decide entrar en guerra sin una declaración formal, Japón decide entrar en guerra, Hitler decide declarar la guerra a EEUU. Kershaw analiza los motivos, las diferentes personalidades enfrentadas y las consecuencias de todas las decisiones para la vida de millones de seres humanos. Asimismo, analiza las fuerzas que llevaron a los líderes a actuar, pero también la importancia de las personalidades particulares. Churchill, luchando por la catástrofe de Francia; Hitler ordenando la invasión de la URSS, a pesar del fracaso de Alemania para vencer a Gran Bretaña; Stalin confiando en Hitler y dejando a su país abierto a la Operación Barbarosa; Roosevelt aceptando la idea revolucionaria de que el lend-lease podría mantener a Gran Bretaña en la guerra; el alto comando japonés eligiendo atacar los EE.UU. incluso sabiendo que era un error. Esta obra mira en el terrible corazón de la edad moderna e intenta entender las decisiones que cambiaron o acabaron con la vida de millones de personas.
Elvira Roca acomete con rigor en este volumen la cuestión de delimitar las ideas de imperio, leyenda negra e imperiofobia. De esta manera podemos entender qué tienen en común los imperios y las leyendas negras que irremediablemente van unidas a ellos, cómo surgen creadas por intelectuales ligados a poderes locales y cómo los mismos imperios las asumen. El orgullo, la hybris, la envidia, no son ajenos a la dinámica imperial. La autora se ocupa de la imperiofobia en los casos de Roma, los Estados Unidos y Rusia para analizar con más profundidad y mejor perspectiva el Imperio español. El lector descubrirá cómo el relato actual de la historia de España y de Europa se sustenta en ideas basadas más en sentimientos nacidos de la propaganda que en hechos reales.
Roca Barea investiga las causas de la perdurabilidad de la hispanofobia, que, como ha probado su uso consciente y deliberado en la crisis de deuda, sigue resultando rentable a más de un país. Es sabido por todos que el conocimiento de la historia es la mejor manera de comprender el presente y plantearse el futuro.
En el territorio de las tierras altas que va desde la cordillera del Himalaya hasta Vietnam y la península de Malaca, se extiende una región que James C. Scott llama Zomia. Marcada por su contraste con las llanuras
fluviales de cultivo de arroz y los primeros Estados que allí se establecen, Zomia se ha desarrollado durante varios milenios como una mezcolanza de pueblos y gentes que, de forma consciente, han establecido sociedades de base igualitaria en oposición a las formas de dominio, servidumbre y esclavitud tan propias de las llanuras civilizadas. La principal característica de estos pueblos es, según Scott, que son «bárbaros por diseño». Su organización social, el entorno montañoso, su horticultura autosuficiente y sus prácticas culturales se han empleado con el fin de proteger a esos mismos pueblos de la intromisión y dominio de los Estados que los circundan.
En una dirección así opuesta a la historia escrita a partir de las civilizaciones agrarias, y luego de los Estados modernos, Scott nos ofrece un importante fragmento de una «historia anarquista» de la humanidad. La novedad de este enfoque es que la historia de Zomia no se presenta como la de unos pueblos apartados y primitivos, sino como una corriente cultural y política consciente, que se opone a las formas de vida estatales, y que en este caso perdura hasta tan tarde como las décadas finales del colonialismo. Zomia, además, no se puede explicar como una excepción en la historia, sino seguramente como una trayectoria casi siempre reconocible justo a los lados de la larga marcha que ha llevado a los Estados a convertirse en la única forma de vida política concebible.