En mayo de 1945, recién conquistado Berlín, unos agentes de los servicios secretos soviéticos -el temido NKVD- merodean entre las ruinas de la ciudad para cumplir una orden de Stalin: confirmar la muerte de Adolf Hitler. Pero el dictador soviético también sentía curiosidad, y quizás admiración, por los métodos empleados por Hitler para hacerse con el poder y mantener un feroz control sobre la población alemana.
He aquí un clásico indiscutible del estructuralismo contemporáneo aplico a su vertiente etnológica. Métdo de investigación según algunos, concepción del mundo según otros, el movimiento estructuralista, surgido de la utilización de una modelo lingüístico, ha promovida -sobre todo a través de la obra de Claude Lévi-Strauss y sus discípulos- un poderoso y revolucionario movimiento intelectual cuya influencia resulta decisiva en todas las ciencias del hombre.
El antifascismo ha recibido muy poca atención en comparación con su contrario, el fascismo. Sin embargo, el antifascismo se ha convertido, tal vez, en la ideología más poderosa del siglo XX. Ningún historiador ni científico social ha intentado definir su propia historia y naturaleza. Este libro cubre estas lagunas analizando el antifascismo en España, Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Ofrece la primera definición amplia de antifascismo y, además, proporciona nuevas interpretaciones de la Guerra Civil española, el Frente Popular francés y la Segunda Guerra Mundial.
«En nuestros días, después de subir las cuestas del Palatino y atravesar el caos de ruinas de lo que un dpia fue el palacio de los emperadores romanos, se llega a una angosta plataforma que domina el valle del Tíber. Ésta, antiguamente cubierta por tierra que traían las lluvias y por toda clase de desechos, hoy está despejada, y en el suelo aparecen los vestigios de una singular aldea que se levantaba en este lugar hace casi tres mil años. Esta aldea, que quizá comprendiera unas decenas de modestas cabañas hechas con ramas entrelazadas y sostenidas por postes de madera, es todo lo que queda de la Roma más antigua.»
«La 'Revolución Cultural', que de revolucionario sólo tuvo el nombre, y de cultural el pretexto táctico inicial, fue una lucha por el poder que se entabló en la cúspide entre un puñado de individuos, [...] Para el pueblo, el maoismo puro significa la sustitución de las legitimas exigencias materiales, intelectuales y sensibles de la naturaleza humana por una mística política austera y fanática, la imposición de un estado permanente de movilización casi militar, la destrucción implacable de todos los valores tradicionales, una desoladora existencia monótona, el establecimiento de un desierto cultural, una universal beatería, y una aridez y un aburrimiento interrumpidos solamente por explosiones periódicas de violencia y de activismo histérico».