En enero de 1907, cuando solo tenía veintiún años, Natacha Klimova fue condenada a muerte por participar, junto a otros miembros del movimiento maximalista, en un atentado contra el ministro del Interior del régimen zarista. La pena fue conmutada por cadena perpetua, pero antes, mientras esperaba la sentencia, Klimova había escrito a su familia una extensa carta que acabó publicada en la prensa y que conmovió a buena parte de la sociedad rusa. La historia de Natacha Klimova no había hecho más que empezar.
Pero ¿quién fue Natacha Klimova? ¿Cómo llegó una joven de la nobleza de Riazán a colaborar en el mayor atentado terrorista de la Rusia prerrevolucionaria? ¿Cómo consiguió escapar de prisión y qué fue de ella durante su vida como fugitiva?
Maud Mabillard decidió seguir la pista de Klimova y reconstruir su historia a través de cartas, documentos policiales y testimonios de quienes la conocieron. El resultado es esta Flor roja que, además de llenar los vacíos biográficos de Natacha Klimova, ayuda también a componer el complejo puzle político y social de la Rusia de comienzos del siglo xx.
Un texto en el que habitan ideólogos, espías, campesinos o literatos —Tolstói y Mayakovski, entre otros, transitan por estas páginas— y que, sin perder el rigor del documento histórico, adquiere por momentos la tensión de una trama policial.
Estas páginas son la crónica de un territorio marcado por la adversidad y la lucha por la supervivencia. Desde su «descubrimiento» por Ponce de León en 1513 hasta su entrega a Inglaterra en 1763, este enclave estratégico fue testigo de una épica batalla por mantenerlo bajo el dominio de la Corona española. Inicialmente concebida como una promesa de riquezas y oportunidades, pronto se reveló como un desafío formidable para los colonos españoles. La falta de recursos económicos, exacerbada por la lejanía y la hostilidad del entorno, convirtió la vida en una lucha constante contra la escasez y la adversidad.
A medida que los años pasaban, los colonos españoles se vieron enfrentados a una serie de desafíos adicionales. La desaparición de las misiones franciscanas, atacadas sistemáticamente por colonos ingleses y tribus nativas, obstaculizó cualquier intento de establecer una relación pacífica y duradera con los habitantes originales de la región.
Además, la política expansionista británica amenazaba constantemente las fronteras de Florida, desafiando la soberanía española y poniendo en peligro la estabilidad de la región. A pesar de estos obstáculos, los españoles demostraron una notable capacidad de resistencia y adaptación. Con inteligencia y sacrificio, defendieron su hogar contra todas las adversidades, preservando la provincia para la Corona española durante casi dos siglos. Su legado perdura en la historia de ambos continentes, como un testimonio de valentía y determinación en medio de la adversidad.
Esta es la historia de aquellos que desafiaron las adversidades y mantuvieron viva la llama del dominio español en Florida, una tierra de sacrificio y perseverancia que dejó una huella imborrable en la historia de América.
Muy poca gente en España podría haber escrito este libro, que en realidad son cuatro libros. Cuarenta años de Historia a través de los gobiernos socialistas, analizados con el rigor y la neutralidad de quien ha contemplado desde la primera fila, y luego analizado, las grandes decisiones que tomaban los presidentes del Gobierno, la Jefatura del Estado, las instituciones…
La foto del Palace recorre implacablemente, contando anécdotas y hechos desconocidos hasta ahora, el «felipismo», el «zapaterismo» y el «sanchismo» (que el autor no considera términos peyorativos), e incorpora muchas vivencias personales que enriquecen el relato histórico, advirtiendo de que el periodista nunca debe ser protagonista, pero jamás debe renunciar a ser testigo. Y siempre debe ser crítico.
A Gilles de Rais, barón, terrateniente y mariscal de Francia, pocas figuras le hacían sombra en cuanto a poder feudal, prestigio y posesiones. Heredero de un gran patrimonio, se cuenta que su fortuna superaba a la del mismísimo rey. Alcanzó la gloria militar en el contexto de la Guerra de los Cien Años como compañero de armas, protector y admirador de Juana de Arco, santa y heroína de Francia. Pero en lo que verdaderamente no tuvo rival en su época fue como criminal demente y aterrador, violador y homicida. A él se le considera el primer asesino múltiple de la historia. Su momento mayor excitación sexual se producía cuando veía a los niños morir, ya fuesen estrangulados hasta la asfixia o degollados y chorreando sangre.
La falta de límites propia de la nobleza feudal explica en parte por qué Gilles de Rais se convirtió en el monstruo desalmado que fue. Pero tan interesante como analizar su contexto histórico, lo es profundizar en las casuísticas personales que forjaron su comportamiento destructivo y delirante.
La impresionante historia real de la estadounidense que se convirtió en espía y combatió a Hitler desde el corazón de la resistencia alemana.
Nacida y criada en Estados Unidos, Mildred Harnack estudiaba un doctorado en Alemania cuando asistió al meteórico ascenso del Partido Nazi. En 1932, junto a su marido Arvid Harnack, impulsó la creación de un grupo clandestino que en 1940 se había convertido en el mayor grupo de resistencia antinazi de Berlín. Mildred reclutaba a nuevos miembros, ayudaba a escapar a judíos, planeaba actos de sabotaje y, tras el estallido de la segunda guerra mundial, espió para los aliados hasta que fue descubierta; fue condenada a seis años de internamiento en un campo de concentración, pero finalmente Hitler ordenó que fuera ejecutada.
En mayo de 1938, alrededor de 2.500 hombres se amontonaban en las brigadas del penal del fuerte de San Cristóbal (Navarra). Entre los reclusos había presos políticos y prisioneros de guerra que vivían en condiciones infrahumanas y bajo permanente amenaza de tortura o ejecución.
El domingo 22 de mayo de ese año, el calendario marcaba la fiesta de santa Rita, patrona de los imposibles, cuando 795 de ellos lograron escapar de la histórica fortaleza. Esta gran evasión republicana no fue una fuga improvisada y provocó un enorme impacto en las autoridades franquistas.
Ante la idea de que, en plena Guerra Civil, «un puñado de presos desnutridos y apaleados» tomara una de las prisiones más seguras de la España franquista, estas ordenaron una feroz cacería de los fugados en l a que participaron soldados, guardias civiles, carlistas, falangistas y civiles. Solo tres de ellos lograron llegar a Francia. 206 fueron asesinados, otros catorce fueron ejecutados posteriormente y los demás, reingresados en el propio fuerte de San Cristóbal, donde otros 46 fallecerían en los próximos años. Eran los héroes de una fuga histórica y sin precedentes que quedó silenciada.