A partir de 1492 se suceden, desde España, diversas expediciones a las Américas con el deseo de explorar el nuevo continente. Algunas han sido publicadas, otras no. Entre estas últimas cabe destacar Naufragio y peregrinación, que narra las peripecias de la expedición que partió de Sevilla en 1594 y que acabó naufragando frente a las costas del Pacífico de los actuales países de Colombia y Ecuador (la temida Costa de las Esmeraldas). El autor narra las penurias de los supervivientes que caminaron durante meses por tan peligrosa costa, vadearon ríos, se envenenaron comiendo lo primero que encontraban, e incluso llegando a cavar sus propias tumbas.
Hoy por hoy solo conservamos un ejemplar en el mundo de este singular libro. Su prosa es tan impresionante que sin duda está destinado a convertirse en un clásico imprescindible de las letras áureas.
Si bien las primeras expediciones a la Florida desde su descubrimiento en 1512 tuvieron en común su fracaso final, el intento de Pánfilo de Narváez en 1527 ha pasado a la posteridad como máximo ejemplo de insensatez e improvisación. Felizmente, tal catástrofe nos dejó el documento excepcional en que Álvar Núñez Cabeza de Vaca relató sus desventuras, desde la dispersión de las naves y el cautiverio de sus tripulantes, hasta su posterior liberación y la penosa peregrinación durante años por las tierras del actual sur de Estados Unidos. Si "Naufragios" posee un inestimable valor etnográfico por sus descripciones de pueblos y costumbres, la crónica alcanza tonos épicos en su narración de hazañas, calamidades y peligros, siendo la experiencia de su autor, como concluye Trinidad Barrera, un verdadero «descenso a los infiernos que sólo una naturaleza superior podía resistir».
Naufragios de la Armada Española (1867) es la primera obra de temática naval de Cesáreo Fernández Duro y uno de los más interesantes, aunque nunca hasta el momento se había reeditado, desde la primera aparición, debido quizás a la rareza de sus ejemplares. En él se hace un recuento pormenorizado, fruto de arduas investigaciones en archivos, de gran cantidad de navíos españoles perdidos a través de los siglos a causa de desastres naturales, guerras o acciones piráticas, con indicaciones precisas de los lugares en que tuvieron lugar los naufragios. Lo que sigue otorgando a este libro una indiscutible actualidad histórica y novelesca, tal como se destaca en el prólogo de Carlos Alberto Hernández Oliva, investigador cubano, autor de Naufragios. Barcos españoles en aguas de Cuba. Siglos XVI y XVII publicado también en esta misma colección. A.L.
El artista holandés Constant Nieuwenhuys (1920-2005), conocido simplemente como Constant, concibió entre 1956 y 1974 una de las utopías más audaces del siglo XX. Su proyecto "New-Babylon" esbozaba el sueño de un hábitat artificial para una humanidad nómada, completamente libre para vivir donde quisiera y como quisiera. En esa sociedad liberada de la necesidad de trabajar gracias a las máquinas, los neobabilonios podrían dedicar todo su tiempo al juego y al desarrollo pleno de su creatividad. Con este nuevo diseño se superarían los problemas derivados de la concepción de las ciudades y de los dos sistemas económicos enfrentados del capitalismo y el "socialismo real". Esta original utopía, que desafiaba todas las convenciones del urbanismo y de la arquitectura de su época, creció en el clima idealista de los años sesenta y tuvo mucho que ver con los intelectuales que inspiraron la revuelta estudiantil de Mayo del 68. Constant plasmó su idea en una extensa obra artística; pero también en un manuscrito que había permanecido inédito hasta ahora y que se publica por primera vez, en castellano, con un estudio introductorio que lo sitúa en las coordenadas de su tiempo. Sin duda, muchas de las ideas que plantea siguen siendo válidas en nuestros días.
En varias ocasiones España estuvo muy cerca de convertirse en otro campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial.
Primero los británicos y después los alemanes prepararon distintas operaciones militares, tanto ofensivas como defensivas, en la península ibérica. Aunque los principales objetivos eran los archipiélagos españoles y portugueses, y, sobre todo, Gibraltar.
La planificación alemana incluyó a sus mejores oficiales y tropas de élite, que de hecho sí llegaron a entrar en el país. Invitados a banquetes, reuniones y a presenciar corridas de toros, también realizaron más discretamente misiones de reconocimiento en los alrededores del Peñón. Al frente de las operaciones iban a estar importantes generales como Walter von Reichenau o Friedrich Paulus.